Tu eres un Dragón, aunque te corten las alas

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Había una vez un dragón que se propuso ser el mejor

Cada día voló más alto. Cada día hizo nuevas amistades. Cada día arrojo más fuego.

Tuve la oportunidad de ver su cola una vez. Era brillante y escamosa, con sinfín de detalles y músculos que lo hacían impresionante. Lamentablemente, solo pude apreciarla unos segundos, porque se había vuelto muy veloz. Eso, además de que le tenía miedo.

¿Me vas a decir que tú si encuentras un Dragón del tamaño de un autobús te vas a acercar? Si, claro.

En fin. El sí que sabía de auto superación.

Pero un día un caballero de armadura brillante se acerco y le corto las alas. Lo hubiese matado, pero se fue antes, dejándolo lastimado.

El pobre Dragón no voló. Ya no fue el más veloz y durante un tiempo no visito a sus amigos.

¿Murió? No, no murió.

Entendió que a veces el mundo nos hace cruzar con ciertas personas y situaciones que nos intentan cortar las alas. Sano sus heridas y se adecuo a la situación: No volaba, pero aprendió a correr, no era el más veloz pero su fuego llegaría tan lejos como él quisiera. Y logro encontrar auxilio, más allá de sus amigos, en gente que se preocupaba por él. No por eso dejaban los primeros de ser amigos, ni por no ser amigos los segundos iban a serlo ahora.

Se hizo fuerte. Se adecuo y siguió adelante.

Y un día el caballero volvió. Y el Dragón se lo comió.

Fin 

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