El ascensor

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Erase una vez un ascensor que no subía. Cada tarde cuando las personas que Vivian en edificio llegaban cansadas tenían que aguantar subir por las escaleras. Pero cada mañana el ascensor estaba arriba, en el último piso.

El portero lo reviso muchas veces pero no le encontró nada. Durante horas se sentó a esperar ver como el ascensor subía, pero nunca lograba verle. Siempre que se distraía el ascensor subía.

Francois, el reconocido policía e investigador local se hizo presente. Su hipótesis era que un bromista les estaba jugando una buena.

-De seguro es un chico que esta aburrido y no tiene nada mejor que hacer que detener el ascensor. Eso o un vampiro.

-Los vampiros no existen- dijo el portero –De todas formas gracias por su ayuda.

Francois no se conformo con ello. Pidió a uno de los vecinos del último piso que lo dejaran quedarse en su apartamento durante la noche junto con el portero y así esperar al ascensor.

A las dos de la madrugada, Francois escucho por la puerta al ascensor abrirse. Tomo el picaporte y sin medir consecuencias salió de la casa seguido por el portero. Y allí estaba el.

Julio, el chico del último piso sonrió divertido al portero y al investigador privado con sus colmillos desde fuera y se metió en su casa.

-Bueno, puede que su hipótesis del bromista no estuviera tan errada, ese chico sabe lo suficiente de ascensores como para descomponer el nuestro para no tener que esperarlo cuando llega cada madrugada.

-Señor, mi hipótesis era correcta, pero no esa sino la del vampiro.

-Tonterías, este no es vampiro.

-Vino de madrugada.

-Los jóvenes salen mucho.

-Tiene colmillos.

-Pueden ser un implante.

-Tiene una marca extraña en el cuello.

-Picaduras de mosquito.

-Bien, usted gana- dijo Francois –Dejare el asunto en sus manos. Solo no me llame cuando el chico se lo coma.

Francois por su parte se metió al ascensor  y cerró la puerta con intenciones de irse  justo a tiempo para no ver  cuando  los ojos del portero se volvieron rojos y sus colmillos pedían salir para ir tras él. 

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