Capítulo 1: Todos guardamos secretos.

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¿Cuándo llega la edad en que podemos decirle al mundo, no tengo miedo de equivocarme?

¿Existe una edad en la que no voy a dudar acerca de mis decisiones?

¿A eso se le llama madurez?

Desde que recuerdo siempre he sido algo tímida, titubeando entre mis decisiones, abrazando la soledad como un refugio, y secretamente deseando ser el centro de atención.

Siempre me he preguntado que se siente que todos quieran saludarte, que todos deseen imitarte, que los chicos se mueran por invitarte a salir.

¿Qué se siente?

Ino mi mejor amiga, una rubia despampanante que siempre viste a la moda es quien pasea por los pasillos caminando sobre alfombras y adulaciones.

Es perfecta.

Inquebrantable.

Nada más lejos de la realidad.

— Bota eso, Sakura —su mano aporrea mi hamburguesa y la carne golpea el plato. La salsa de tomate se derrama en la mesa—. No sabes la cantidad de calorías que vas a ingerir. Siempre tengo que estar cuidando de ti. Vamos, deja eso. Te llevare de compras, encontré unos vestidos que me encantan.

Mis pasos se mueven junto a ella y las miradas van hacia Ino.

¿Por qué siempre ella?

Sus padres se divorciaron hace dos años, se quedó con su padre por que la ex señora Yamanaka fue quien decidió dejar el país. Y ella, una noche de pijamada me confesó que no quería ser la nueva en un nuevo instituto. Su padre se la vive viajando y la casa de Ino es el lugar donde las fiestas se hacen cada fin de semana.

—¿Me estas escuchando, Sakura? Te estoy preguntando, si este vestido te gusta.

—Es lindo. Te queda bien.

Ella sonríe, y sus bonitos y perfectos dientes blancos me son apreciables.

A veces pienso que el mundo es demasiado pequeño, todos nos movemos muy cerca, y siempre encuentras el mismo tipo de persona. Somos humanos después de todo, el egoísmo es una de nuestras cualidades, el querer ser parte de un grupo, desear ser el líder, el popular, el diferente.

Se observa en el espejo, da algunas vueltas, agarra mi mano, hace que la imite, es un vestido negro que va apretado en su cintura, un escote demasiado pronunciado en sus grandes bustos.

Su sonrisa me contagia, pronto nos vemos bailando al ritmo The Seagulls—Happy.

Se nos permite hacer esto porque somos jóvenes.

¿No?

Espinas (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora