— No lo entiendo —ella grita, sus ojos se llenan de lágrimas— ¿Por qué no puedes amarme?
Mis párpados se abren de golpe, otra vez aquel sueño en el que veo todo como en una película, llevo mi mano a mi pecho y siento los latidos de mi corazón palpitando con fuerza, al menos aún tengo eso intacto. Un sonido fuerte y vigoroso. Pero si recuerdo las clases de salud, la taquicardia es mala.
Meto mis pies en las pantuflas y a pasos lentos y agarrándome de la cama llegó hasta la ventana, abro las cortinas y el viento hace que mis cabellos se muevan siguiendo la dirección del viento.
Me dejo caer en la silla frente al escritorio, y agarro el calendario, marco otra fecha, y esta da la culminación al tercer mes de mis citas constantes en fisioterapia. Y el resultado que han dado hace que sienta menos pena de mí misma.
Entierro mis manos en mis cabellos y cierro mis párpados.
—¿Por qué estás aquí?
Su voz fuerte y clara como una melodía escalofriante.
—¿Sabes cuándo me di cuenta de que te amaba?
El vaso de agua choca con el suelo cuando lo arrojó con mi mano. Respiro profundo, pero estoy alterada, la puerta se abre con rapidez y Sasuke se acerca.
— ¿Estas bien? —él dice inclinándose a mi altura.
— Si—respondo—. Fue un accidente.
— Te ayudare a cambiarte.
— No hace falta —sin embargo, él saca ropa de mi armario, hoy iremos son la psicóloga. Otra vez.
— Ven, Sakura —él me ayuda a levantarme de la silla y apoyándome de su hombro llego hasta el cuarto de baño.
Vivo repitiendo todos los días que no soy más que una carga. Mis padres deben trabajar así que no puedo depender de ellos para todo. Sasuke, Naruto e Ino no debieron permitir que mis padres se aprovechen de que son buenas personas.
Con su ayuda ingreso en la ducha y se queda cerca de la puerta sentado en una silla. Permito que el agua se deslice por mi cuerpo y cierro mis parpados.
Tibio.
Sentada en el asiento de copiloto, pienso que Ino y Sasuke hacen linda pareja, como en las películas, donde la chica popular sale con el chico atlético y se convierten en los reyes del baile.
Existen cosas que me niego a enfrentar, y soy consciente de algunas, como el tiempo que se esfumo de mis manos como si se tratara de polvo. La psicóloga me dijo que ha llegado la hora de hacerle frente, que es algo que no puedo seguir evitando para siempre. El tiempo, todo lo que perdí, mis días siendo un globo me aterran. Mi futuro incierto, mi presente convaleciente y mi pasado roto en pedazos, en fragmentos maltrechos que luchan día tras día por unirse.
Por eso cuando se detiene el auto me niego a bajar.
— Sakura —dice Sasuke, sujeta la puerta abierta para mí y su mano se encuentra en mi dirección.
— No puedo —respondo—. Por favor, no. —débil e indefensa. Es lo que soy.
La puerta se cierra y respiro con alivio, observo por la ventana y poco a poco el edificio es dejado atrás, y mi confusión convive nuevamente conmigo, intento evitar lo que me acerca a una realidad incierta. Sasuke está tecleando en su celular. De alguna forma que no logro comprender no quiso aceptar que terminemos. ¿Por qué alguien como él quiere estar conmigo? Algún día se cansará, lo nuestro ni siquiera se lo puede llamar una relación. Ellos solo son amigos que tienen lastima de tu situación.
— ¿Por qué no quieres ir con la psicóloga?
Su interrogación flota en el silencio del auto.
— Es ese sentimiento —murmure como si hablara conmigo misma—. Algo que será capaz de ahogarme cuando lo descubra.
— Todos estamos apoyándote —sus ojos se posan en mí cuando el semáforo cambia a rojo—. Y tú eres una de las mujeres más fuertes que conozco.
Las ansias de llorar se acumulan en mi garganta, y mis ojos se humedecen. No soy fuerte, y si lo fui, no creo ser capaz de reconstruirme.
— Sasuke, no.
— Si —sus ojos vuelven al camino—. Mírate. Tus esfuerzos dan resultados. Pronto volverás a ser independiente.
— Aun así —menciono con sinceridad—. Tengo miedo.
El silencio me acoge y observo por la ventana como poco a poco la ciudad se queda atrás, no quiero preguntar a donde vamos, está bien si es un destino desconocido, está bien si me pierdo esta vez para siempre.
Entonces mis parpados se cierran.
— ¿Cómo conociste a Izumi?
— No lo recuerdo, sólo sé que ella ya estaba ahí, conmigo.
— ¿La amas? ¿En serio, la amas?
— Los recuerdos, aquello que fue parte de tu vida, existe y eso es algo que no podemos cambiar.
— Sakura,
Escucho mi nombre a lo lejos, distante, difuso casi inexistente, pero cuando mis parpados se abren, Sasuke se encuentra recostado en el respaldar del asiento, sus ojos cerrados, me reincorporo con lentitud, puedo observar las olas chocando con la arena, subiendo y bajando con ansias de arrastrar algo a un lugar solo conocido por ellas.
— ¿Vamos? —él interroga, afirmo con la cabeza y pronto soy ayudada por él en un camino hacia el mar.
Cuando estoy en la arena me apresuro en quitarme mis sandalias, y sonreír es inevitable al sentir la humedad y la frescura de la arena deslizándose en mi piel.
El tiempo.
Nos detenemos en un lugar donde el agua es capaz de chocar con nuestros pies, mirando la explosión de colores que nos ofrece el horizonte. Sus dedos se envuelven en los míos y mi cuerpo tambaleante puede hacerle frente a la brisa que amenaza con tumbarme.
Eres fuerte.
¿Lo soy?
— ¿Por qué estás aquí conmigo?
— Donde más puedo estar si no es contigo.
Mi boca se curva en una sonrisa y observo su cabello siendo movido por el viento, quizás, solo tal vez no sea una carga para él. Mi existencia, el volver a vivir, tiene que significar algo.
— Hoy la psicóloga quería hablarme acerca del tiempo.
— Lo sé — sus ojos negros me observan—. Ella nos informa de todos los avances en la terapia.
— ¿Tú vendrías a rescatarme si me estoy ahogando?
Su figura frente a mí impide que siga observando el mar, me observa fijo y sus manos tocan mis mejillas con cuidado.
— No necesitas que te rescaten, Sakura. Sé que eres fuerte.
Quiero dejar de mirar sus ojos, conseguir el valor para dar un paso a un sin retorno.
— Desde el accidente que tuviste —niego con la cabeza en lo que me es permitido con sus manos en mi rostro—. El tiempo, ya lo sabes, Sakura. Te lo ha dicho Naruto, la psicóloga y yo. Mírame.
Lágrimas se deslizan por mis mejillas mojando sus dedos.
El tiempo, los recuerdos, el pasado, siento que si lo acepto conseguirán arrastrarme a un abismo.
— Un año, Sakura, estuviste un año en coma. Haciéndonos falta cada maldito día —mi cuerpo tiembla, los latidos de mi corazón se aceleran—. No lo bloquees más, Sakura. Eres fuerte, lo sé, lo sé, Sakura.
Cuando siento que mis piernas ya no pueden mantenerme en pie, él me sujeta con fuerza, y su calor parece reconfortar mi frio cuerpo.
— Eres como un príncipe.
— No, Sakura. Yo soy el rey.
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Espinas (Finalizado)
FanfictionMi agradecimiento por la hermosa portada y separadores que fueron realizados por @Ankoushouko Tengo una mejor amiga, la chica más popular del instituto. Mi mejor amigo, el rubio de ojos azules. El mejor amigo de mi mejor amigo, el chico inexpresivo...