Capítulo 3: DESEÁNDOLOS MATAR.

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Al abrir sus ojos con dilatación desesperada demuestra una emanación de venganza, sus manos sudadas se resbalaron de aquellas mordazas tan ajustadas que no permitían movimiento alguno. Estando libre de aquella presión, empieza a buscar algo cortopunzante para poder asesinar, no le llevo mucho tiempo encontrarlo. Como siempre quería dar miedo, soltó sus puntos sin ninguna compasión, sus heridas estaban tan abiertas que cualquier persona al ver ello sentiría una gran fobia y más con aquella sangre coagulada en el borde de cada una de sus heridas, cada movimiento las rasgaba más pero no le importaba, fue así donde empezó a deambular cada uno de los pasillos del hospital haciendo una búsqueda de sus próximos "pacientes".

Paso a paso, un letrero se le hizo muy interesante (laboratorio clínico), demasiadas muestras de sangre se veían cautivantes y más, por las enfermedades mortales que podría haber en ellas, fue así que ello, le brindo una gran seguridad que le hizo entrar con demasiada intuición en su decisión. Al ingresar agarró varias jeringas las cuales llenó de diferentes muestras logrando así crear una mortalidad bestial, era suficiente para una agonizacion evidente. Saliendo de aquel laboratorio tuvo que degollar a tres enfermeros que trataron de controlarlo, pero, no se habían dado cuenta del monstruo que ya se había creado.

Una sonrisa muy extravagante, su mirada de deseo una cosa perturbarte, mucha gente observando con necesidad de largarse sin perjudicarse, solo terminaba de pasar por sus lados y corrían desesperadamente buscando una salida, fue así que llegó a la cafetería, abrió su puerta sigilosamente, su primer paciente estaba almorzando que interesante. Eran deliciosos sus movimientos, se lame sus manos, le voltea el cuello y entierra el "suero", apuñalando repetidas veces al paramédico que lo auxilió en aquella agonizante noche. El paramédico, estaba sintiendo miles de síntomas los cuales para el causante eran delirantes..., cayendo al piso su aliento se estremecía, las puñaladas cerraron sus fosas, sus cuerdas rasgaban, el tonto se ahogaba y él cerraba con una patada estallada..., al terminar solo lo abrazó mientras susurró:

-Sonríe, la muerte ya vino por ti. Se levanta, sangre en su cara con una risa apagada, va por su siguiente víctima...

(Da tú la sinfonía) Silba una sinfonía mientras va brincando de alegría, llegando así a su última víctima. Se encuentra dormido aquel anciano solidario y oscurecido. Sentado junto a él, dice:

-Hola amigo, mejor que nunca estoy. El anciano mira sorprendido una cara llena de heridas..., asustado se estremece llegando al punto de que empieza a sudar frío, sus manos tiemblan, su voz solamente se apagó logrando una mirada pensativa y un cuerpo temeroso. El sociópata empieza actuar de forma sádica frente a él, se mostró menos despiadado, quería lograr quitarle su miedo, el cual era no tenerle miedo al enfermo, quizás ese era el amigo que requería, pensaba el sociópata. Empezó a darle referencias, pero el anciano entró en colapso, llegando así a un paro respiratorio. El enfermo desquiciado se dio cuenta de que no aguantaría, así que decide hablarle de una forma diferente:

-Descansa en un ambiente morbido y frio amigo mío...

Cayendo al piso, con una lucha constante de vivir empieza a morir; se firma el pacto, cuando lo agarra con sus manos, lo ayuda a obitar estrangulando su cuello hasta que ya no haya llanto, piel fría y con un color oscuro, a él le encantó que muriera en sus brazos.

Un lunático sin cura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora