Epílogo.

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Después de un largo protocolo al que lastimosamente ya se había acostumbrado, por fin pudo entrar a aquel lugar que a pesar del tiempo transcurrido, seguía pareciendole tétrico, inhumano y agobiante en demasía. Fue dirigido por alguno de los guardias a otro lugar, en busca de mantener su seguridad por cualquier cosa extraña que ocurriera, sin embargo, a pocos pasos de llegar a la puerta que le daría la entrada a un mundo distinto al que conocía, se encontró a un hombre de bata blanca con el que había tratado por años en busca de una solución.

— ¡Doctor! —se apresuró a ir hacia él en cuanto el hombre lo notó— Doctor... Hola, yo estaba por aquí y... —se arregló el cabello e intentó respirar debido a lo agitado que se sentía— yo solo quiero...

Quizo continuar pero su voz no se lo permitió. Afortunadamente el hombre ya sabía lo que iba a preguntarle, porque desde que Wonho había ingresado a ese lugar, Kihyun siempre le hacía la misma pregunta.

— Lo siento, Kihyun. No hay mejoría. —respondió sin poder mirarlo a los ojos— Al menos no la que quisiéramos... —suspiró al ver al menor cabizbajo— en los recientes exámenes, podemos ver como su lóbulo temporal derecho está dañado, su lóbulo occipital también... La forma en la que sus interconexiones cerebrales no funcionan correctamente debido a los daños estructurales, es algo que realmente está fuera de nuestro alcance... —Kihyun asintió, sintiendo su pecho arder— Pero si de algo te sirve... Almacena bastantes recuerdos nuevos y eso te incluye a pesar de que no estés muy seguido por aquí.

El doctor le sonrió apretando su hombro con suavidad para finalmente seguir su camino. Kihyun se dio la vuelta con desánimo para finalmente también seguir al guardia que lo había esperado por el corto tiempo que duró la charla con el doctor.

Entonces cuando la puerta le fue abierta, le dejaron ver una hermosa sonrisa que esperaba ansiosamente su llegada para hacer aparición.

— ¡Kihyun! —exclamó contento balanceándose en la silla, como si quisiera pararse y correr a abrazarlo— estoy contento de verte.

El menor hubiera sonreído a su recibimiento, sin embargo la hermosa e inocente sonrisa de su hermano era opacada ante sus ojos por la maldita camisa de fuerza que tenía puesta.

— ¿Por qué tiene eso? —preguntó con rabia y decepción— quitenle eso, ahora.

Se acercó a él, al mismo tiempo que los guardias, quienes al principio no quisieron obedecer, pero al ver su acción, lo hicieron.

— No te enfades. —le susurró Wonho mientras le quitaban la prenda, sorprendiendolo— ese señor de la esquina dijo que era por tu seguridad. —comentó con inocencia— no quiero que nada te pase, Kihyun.

El más bajo miró a la persona a la que Wonho se refería y le lanzó una mirada tan fría que pudo haberlo matado en ese mismo instante. Se notaba que aquel hombre era nuevo en el lugar y se había dejado guiar por el maldito expediente de Hoseok, pero él conocía a su hermano de toda la vida y sabía que jamás haría un daño por su propia voluntad y que todo se trataba de un conjunto de hechos desafortunados de los cuales aún se culpaba.

Wonho jamás le hizo daño a nadie a propósito, no merecía ser tratado como un delincuente. Él solo actuó por instinto.

Cuando la prenda le fue retirada, la sonrisa de Wonho se ensanchó aún más y jugó con sus manos sobre su regazo.

— ¿Cómo estás? —preguntó contento sin poder evitarlo.

Kihyun le sonrió y tomó asiento en el asiento de enfrente sin poder ignorar la presencia de los guardias en la sala.

— Estoy bien. —afirmó— creo que todos estamos bien... ¿Qué tal tú?

Wonho asintió.

— ¿El bebé también? —cuestionó ignorando su última pregunta, a lo que Kihyun respondió asintiendo— ¿y que hay de... —detuvo sus palabras y cerró sus ojos delatando un esfuerzo de su parte por recordar otra cosa—...tu pareja?

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