18 de Abril, Jueves

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Jueves 13:46

Cris

Sentada en el sofá, intentando concentrarme en la cantidad de trabajo que había estado dejando de lado toda la semana y ahora tenía que terminar en tres días, no paraba de darle vueltas a todo lo que había pasado en los últimos días. Tenía un malestar en el cuerpo que no sabía muy bien cómo explicar, pero me hacía sentir bastante mierda. Primero, lo de Rubén. Bien es cierto que es un chaval guapísimo, fortísimo, mayor, con coche, majo... Y también es verdad que fui yo quien lo besó cuando vi a Eloy con Joana y me empezaron a comer los celos por dentro. Pero la situación se me fue de las manos, y él dio un paso más para el que yo no estaba preparada. Y no fui capaz de negarme porque muy en el fondo estaba intentando convencerme a mi misma de que él era lo que quería. Él, y no ella. Y me había derrumbado, y había llorado toda la noche al darme cuenta de que su imagen apareció en mi cabeza mientras yo estaba con otra persona, y que por más que me doliese haber hecho algo en contra de mi voluntad, lo que más me hería era saber que ella estaba con el puto Eloy y no conmigo.

Luego lo de Lucas. Uno de mis mejores amigos estaba cabreado conmigo por haber hecho un par de comentarios bastante homófobos hacia una chavala que se me había insinuado mientras andábamos por Chueca. Y yo me había puesto a la defensiva cuando él tenía toda la razón. Pero ¿cómo le iba yo a explicar que esos comentarios eran mi sistema de defensa porque los sentimientos que tenía por dentro que me negaba a aceptar me estaban jodiendo viva? ¿Cómo explicar que criticaba porque en el fondo me estaba dando cuenta poco a poco de que me estaba criticando a mí misma y pensaba que así esos pensamientos se irían?

Y por último estaba el que dirán. En mi cabeza no se paraba de repetir la palabra "maricón" y el despecho con el que la habían dicho mi padre y mi hermano hablando de los futbolistas del Madrid. ¿Qué cara pondrían si se enteraran de que puede que me guste una chica? ¿Y mi madre? También pienso en la conversación que tuvo Amira con ella el otro día sobre la familia y el matrimonio y los estudios...  ¿Cómo reaccionaría cuando se dé cuenta de que yo no voy a seguir ese camino tradicional? ¿Y mi mejor amiga? ¿Amira lo entendería? ¿Los musulmanes no son muy fans de los gays no?

Harta de que mi cabeza no parara de marearme, intenté ponerme con el trabajo de literatura para ver si lo acababa de una vez. Estaba terminando de escribir el último párrafo y saqué el libro de la mochila para confirmar una referencia cuando noté que dentro había un papel tipo pergamino, como las cartas que estábamos usando para el trabajo. ¿De dónde había salido? Porque yo estaba segura de que obra mía no era. Con curiosidad, la abrí y empecé a leer. 

"Mi Querida Madame, le escribo esta carta para solicitar audiencia con vos. Hemos de poner en común nuestras partes del trabajo que Monsieur Pedro encargó, y ardo en deseos de un notable, ¿vos no?"

Madame Joana

En seguida se me dibujó una sonrisa en la cara. Hace una semana quería evitarla a toda costa, pero nada más leer la carta escrita en su letra se me fueron de la mente todas las razones por las que no quería verla. El poder que tenía esta chavala sobre mí me asustaba bastante, pero a la misma vez me encantaba. Tenía que darle puntos por originalidad, jamás me habían pedido quedar a través de una "carta antigua". Estaba a punto de coger el móvil para escribirle cuando escuché la puerta e inmediatamente escondí la carta en mi mochila. 

Era Dani, que como buen hermano mayor se puso a vacilarme con mis estudios, sorprendido de que de verdad le estuviera dedicando tiempo a los deberes. Todo bien con el pique de hermanos hasta que le llamó Rubén y preguntó por mí.  A ese sí que le iba a ignorar el resto de mi vida. Dani se cabreó conmigo porque le hice mentir a su colega por mí. Y es entendible todo hay que decirlo. Pero yo en ese momento tenía un lío tan monumental que pensaba que huyendo no tendría que lidiar con ello. Así que salí corriendo de casa y me dirigí a mi lugar seguro, la azotea del edificio. 

Saqué un piti y me decidí a escribir a Rubén para dejarle claro que lo sentía por ignorarle pero que no quería nada más con él. Fue interrumpida por un mensaje de Amira diciéndome que el sábado pasaba a por mi por la tarde para que fuéramos a comprar el regalo de Viri, que habíamos prometido a las chicas que nos ocupábamos nosotras. Le contesté diciendo que vale y volví a intentar contactar con Rubén, pero poco me apetecía enviarle el mensaje así que preferí primero concretar la quedada con Joana. 

Hola Joana, quedamos mañana para lo del trabajo? Ya tengo mi parte

Vale, mañana. Bueno no, mejor el sábado. Sábado sí? Sí? Sí? Sí? 

Vaya, ¿justo el sábado tenía que ser? ¿Cuándo acababa de quedar con Amira hace literalmente un minuto? Bueno, fijo que lo podía compaginar. Quedaba con ella antes y después ya casi por la noche me iba con Amira. Todo calculado.

Sábado, sí

Miré la conversación una última vez y suspiré. Ya tendría tiempo mañana de preocuparme por cómo iba a manejar mis emociones cerca de ella. Ahora era momento de disfrutar de la sensación que me daba el saber que dentro de poco, la iba a volver a ver.



Jueves 13:51

Joana

Estaba haciendo el tonto con la guitarra en mi cama cuando me sonó el móvil. Deje el instrumento a un lado y me fijé en la notificación que apareció en la pantalla. El corazón me dio un vuelco en cuanto vi su nombre. Empecé a sonreír como una boba, y no tarde ni un segundo en contestarle que sí, que todo lo que ella quisiera. Tanto me apetecía que por un momento olvidé todo lo demás y solo me centre en hacerle saber que por supuesto que podíamos quedar. Y se me pasó por completo que el viernes tenía sesión con Carlos. Me di una colleja mentalmente por haberme olvidado y le escribí preguntando que si mejor podíamos vernos el sábado. Ella contestó que sin problema, y así de repente se me había alegrado el día, la semana, y las vacaciones enteras. 

Aunque confiaba en mi plan y sabía que tarde o temprano iba a encontrar la carta y me iba a escribir, mi mente especial no paraba de rayarse e impacientarse, así que a lo largo de la semana no había podido evitar mandarle algún que otro mensaje preguntando que si nos veíamos con la excusa del trabajo. Pero al final, toda la espera había valido la pena.

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2020 ⏰

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