"No me gusta el helado."
Son las famosas palabras que el moreno continuaba repitiendo. Para la milésima vez en que Hideyoshi se ofreció a comprar almuerzo para los dos. O bueno, helado en este caso. Arrastró a Kaneki a una cafetería. Sin oír las protestas. Compró dos conos de helado de Tiramisu. Su favorito. Y tardó sus buenos diez minutos en comérselo. Para alguien que se opuso tanto a un delicioso cono con un dulce y reftescante contenido en medio de este intenso calor, Kaneki se lo había devorado. Literalmente. No quedó ni un poco de helado ni cono. Ni siquiera cayó un poco del líquido en ningún lugar. Exceptuando sus manos, las cuales al menos comenzó a lamer. Limpiando la evidencia.
"Creí que habías dicho que no te gustaba.", Hideyoshi molestó al menor. Y sin poder evitarlo. Una sonrisa mostrándose en sus labios. Rectangular y divertida.
Gracias al plan del mayor, volvieron a verse. Después de clases. Y sí, el café terminó siendo necesario. Y nuevamente duró más de diez minutos. Y por segunda vez olvidó que se suponía que tenía que deshacerse del menor. Hablaron hasta que el reloj colgado en la pared del lugar sonó. Anunciando el mediodía. Kaneki hablaba bastante poco, pero el chico es listo. Y el rubio se encontraba a sí mismo comenzando extrañas conversaciones como por ejemplo la posibilidad de que la NASA enviara lagartos a la luna. Es raro. Y bastante raro. Pero Kaneki ni siquiera fomó una sonrisa luego de oírlo. Al contrario, se lo tomaba muy seriamente. Encontrando respuestas lógicas para cada tema.
El moreno era ridículo, y Hideyoshi nunca había encontrado a alguien más fascinante.
Por lo cual continuaba prestándole atención. Llevando sus audifonos hacia un lado, olvidando el oír música. Prestándole atención al lugar. Al aqui y ahora. Una práctica más bien nueva. Prestándole atención al chico en frente suyo, quien ahora mismo luce molesto. Contestando que es porque estaba hambriento. Y el rubio continúa sonriendo. Incluso riendo. Porque esta escena es demasiado cómica. Pero mientras el menor explicaba que ese sabor solía ser el favorito de su madre, con un tono triste apenas mostrándose. Hideyoshi sintió algo. Fue raro. Desconocido, dentro de su corazón. Le recordaba los viejos tiempos, mencionó Kaneki.
"Te traeré otro."
Culpaba al dolor lentamente formándose en su pecho, y a los levemente tristes ojos de Kaneki observándolo. La verdad es que el rubio no sabía por qué hacía esto. Su billetera gritaba que se detuviera. Han sido dos semanas ya. Pero uno más no puede ser tan malo, ¿verdad? Es lo mínimo que puede hacer. El menor no ha sido ni una sola vez malo con él. Más bien lo contrario. Demasiado tolerante.
Y si el rubio fuese honesto. Kaneki es la primera persona que no lo hace sentir solo. Solo consigo mismo, incluso si está rodeado de gente. El moreno no lo hace sentir como que hablara con la pared. Sin responder. Sin importarle.
Eso es peligroso.
Porque no durará. El miedo del rubio es de acercarse mucho a Kaneki. Así que decidió que esta sería más bien la última vez que se encontrarían. El incidente de los posters ya se había resuelto y olvidado. Ya no hay nada que lo pueda mantener cerca del moreno. Además, Hide nunca se mantiene mucho tiempo en un solo lugar. Pero la lenta sonrisa que Kaneki le entregó, algo avergonzado, fue casi emocionante. Sin mostrar dientes, pero igualmente excepcional. El menor nunca había sonreído con el rubio antes.
"En serio no me gusta el helado, Senpai."
De alguna forma Hide sabe que es una mentira. Así que ignoró al menor. No hará daño comprar solo uno más. Como un regalo de despedida. El rubio decidió ignorar, como usualmente, este acto. Este sentimiento en su corazón mientras miraba a Kaneki. Porque está asustado de lo que pueda encontrar ahí. En lo que podía llegar a convertirse.
Hideyoshi es inmune. La sonrisa de Kaneki no le afecta en lo más mínimo. Por supuesto que no. Y estas acciones hacia él no serán repetidas nuevamente. Está seguro.
Hideyoshi se siente muy seguro.
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Está parado en el centro. Una bola de bowling en sus manos. En frente de una nueva fila de pinos. Esta es la última ronda que determina todo. Este acto, este exacto momento es crucial.
Hideyoshi está desconcertado.
No está mirando bien. Sus ojos miran de lado a otro lugar, para mirar a un especial moreno. El dicho menor se encuentra en el filo de su asiento. Completamente enfocado en el juego. Completamente enfocado en Hide. Y hay un brillo en sus ojos haciendo que esas orbes obsidianas vuelvan a la vida. Está emocionado. Y el rubio no pudo evitar sonreir. Porque esta es la primera vez que ve al menor de esa forma. Especialmente porque está perdiendo por culpa de él. Hideyoshi es malo en los deportes. Es malo en muchas cosas. Incluso en los video juegos. Kaneki, por otro lado, nunca falla en nada. La única razón por la que aún van un poco a la par del otro equipo es por el moreno.
Su cerebro no puede entender por qué Kaneki aún no se aleja. De una vez por todas. Saltándose el hecho de que continuaron viéndose en contra de sus planes. ¿Por qué el menor sigue animándolo después de que sigue perdiendo? Hay una parte suya que le dice que es porque se lo debe. Que no es personal. Su propia historia le ha enseñado muchas cosas. Así que es màs fácil pensar que el menor lo anima porque quiere ganar. ¿Qué más podría ser?
Igualmente Kaneki lo sigue animando. Su rostro lleno de concentración. Esperando aún que por algún milagro el mayor sea capaz de hacer algún punto.
"Senpai, escúchame, creo en ti ¿si? Yo creo en ti"
Es una táctica. Para entregarle algo de esperanza a Hideyoshi. Lo sabe. Pero las palabras se sienten demasiado extrañas en sus oídos. Desconocidas. Y hay una bola rodando. Fuera de sus manos y directo a los pinos. Su cabeza no pudo procesar en qué momento lo hizo. Hideyoshi caminó hacia el otro lado, sin mirar. Sin molestarse siquiera a seguir la bola con su mirada. No quería ver una falla otra vez. Hideyoshi está cansado de fallar. Y lo más importante, no quería ver la decepción en los ojos de Kaneki.
Hay un grito de fondo, una voz desde los alta voces que repite una y otra vez '¡Strike!' Un par de brazos lo levantaron en el aire con emoción, y el mayor se desorientó. Mientras era levantado en el aire un par de veces. Por la misma persona. Y cuando Kaneki lo volvió a dejar sobre el suelo, le dió un par de suaves palmadas a su espalda.
"Hide, lo hiciste. ¡Lo hiciste!" Gritó contento. Fue la primera vez que escuchó ese tono en el menor. Kaneki no estaba sonriendo, pero sus mismos ojos demostraban felicidad.
Hideyoshi observó sorprendido sobre el hombro del moreno para encontrar todos los pinos en el suelo, lentamente siendo reemplazados por unos nuevos. Realmente lo hizo. En un tremendo golpe de suerte. Por una vez. Incluso si no pudieron ganarle al otro equipo. Un par de extraños, con quienes Hide creyó que sería buena idea competir.
Está feliz. Hideyoshi está raramente feliz.
E intentó ignorar los saltos que tenía su corazón mientras Kaneki lo seguía felicitando en su regreso a casa. Las frases del menor son simples. Con suerte un par de palabras. Pero el corazón del mayor está saltando de alegría. Porque por una sola vez alguien parece descartar sus constantes fallos. Kaneki nunca los ha mencionado. Kaneki casi nunca menciona nada. Pero Kaneki dijo que creía en el rubio. Esas desconcidas palabras siguen resonando en su cabeza.
Hideyoshi no está seguro de lo que siente. Pero siente algo. Algo que no debería estar ahí. Y debería ignorar ese sentimiento.
Hideyoshi se siente asustado.
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Entre sábanas manchadas ❥ Kanehide. { Adaptación }
Fanfiction❝Entre sábanas manchadas y suspiros de resignación. Hide le enseñó a Kaneki que nunca es demasiado tarde para recuperar la esperanza, y amar. Para un pecador como él. Kaneki es un pecador, concluyó mientras caminaba sin vida por las alegres calles d...