Entre sábanas manchadas [2/5]

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"Oh, este de aquí es genial, Kaneki."

La voz grave de Hideyoshi podía ser oída por todo el edificio. El rubio había vuelto para buscar sus posters de los 70's. Muchos de ellos. Y Kaneki de hecho le insistió en que tenía más en el depósito, mejor conocido como sótano. Si es que pensó que había visto al rubio feliz antes, definitivamente ahora se había convertido en una saltarina bola de algodón de azúcar y arcoiris entre la noticia.

Estaba volviendo loco a Kaneki. Por lo que de alguna forma se arrepintió de haber dicho tales palabras.

Pero, el menor estaba en deuda con él. Ya que Hideyoshi había estado comprándole el almuerzo por dos semanas seguidas ya. Cada vez que tenían clases juntos. En otras circunstancias, Kaneki habría cortado cualquier relación con él para el segundo día de conocerse. Pero la comida era buena. Y su billetera estaba más bien feliz en ese momento.

Y, simplemente no pudo decir que no.

No es que no lo haya intentado. Lo hizo. Pero Hideyoshi siempre se las arreglaba para poner miradas de cachorrito cada vez que parecía querer irse. Sus ojos abiertos grandemente, casi luciendo dolido por sus palabras. Su cabeza tirada hacia abajo. Sus dientes apretando su labio inferior. Y ese simple "Oh, entiendo, tal vez la próxima".

Kaneki no era débil.

Pudo haberse marchado. Pero el rubio no tenía ninguna mala intención. Y parecía estar tomándole un gusto a Kaneki. Algo dijo una vez de hecho sobre Kaneki siendo bueno para escuchar. Tal vez más parecido a "Todos siempre me ignoran cuando hablo, pero tú pareces escucharme".

Hideyoshi era fastidioso. Muy lleno de vida. Todo de lo que Kaneki usualmente se alejaba. Era un hecho el que Hideyoshi hablaba mucho, el que Kaneki estaba seguro que sabía la mitad de toda su historia de vida en un plazo de dos semanas. Pero Kaneki creía que luego de que el rubio consiguiera sus posters todas sus interacciones se acabarían.

Sin haberle hecho ningún daño. Porque Kaneki ya tenía demasiado karma sobre sus hombros.

"¿Cuánto me costará entonces?" Hideyoshi preguntó con sus manos sosteniendo unos diez posters. Tal vez más. Demasiados para poder llevarlas en sus manos. Demasiados para solo un proyecto.

Sus ojos estaban brillando, incluso más vivos que lo usual. Estaba vestido con una camiseta y una gorra, ambos color celeste. Extrañamente, sin corte en el cuello. Un par de jeans y zapatillas de caña alta. Y si Kaneki fuese honesto diría que se ve guapo asi. Muy guapo. Pero Kaneki prefería pensar que era solo por su vestimenta. El rubio se las arregló para sacar su billetera de su bolsillo trasero.

Kaneki no es amigable. Si es honesto, en realidad es más bien alguien solitario. No habla más de lo necesario. No ayuda a no ser que se lo pidan. Intenta evitar a la gente lo máximo posible porque puede terminar hiriéndolos. Porque ya ha herido demasiado a la gente a su alrededor. Lo sabía.

Ha interactuado con Hideyoshi por casi dos semanas. Dos semanas con la misma persona. Y aunque el rubio era quien hacía casi toda la conversación, a él le gustaba escuchar. Tal vez lo hacía como agradecimiento. Tal vez lo hacía porque estaba en deuda.

Kaneki no estaba seguro, pero lo siguiente que supo fue que sacudía su mano, intentando decirle al mayor que olvidara aquello "Es gratis."

El grito de total felicidad que siguió a sus palabras casi hizo al menor saltar. "¿En serio? ¿EN SERIO? Pero oye, son demasiados." Las protestas del rubio cayeron en oídos sordos. Si es que esas podían llamarse protestas.

Kaneki asintió repetidas veces, los costados de sus labios levantándose levemente. No es que esté feliz, es solo que la vista frente a él es muy cómica. Hideyoshi saltando rápidamente. Aplaudiendo con sus pies. Los posters aún en sus manos mientras los levantaba, un par de ellos cayendo al suelo.

Y estaba gritando con mucha felicidad, "Kaneki-kun, Kaneki-kun. Kaneki-Kun es el mejor."

El menor decidió ignorar su nuevo apodo saliendo de los labios de Hideyoshi. Era demasiado vergonzoso siquiera escucharlo.

Y no lo escucharía de nuevo. Estaba seguro de eso.

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"Kaneki-kun, golpealo. Golpealo, demonios. Muestrale quien es el verdadero hombre." Hideyoshi lo animaba con entusiasmo como un maldito cheerleader. Y Kaneki podría jurar que está a punto de perder por culpa del rubio. Ambos estaban en un arcade. El cual estaba apunto de cerrar por la noche. Se encontraban jugando un partido de cuatro jugadores de Pacman.

Hideyoshi fue el primero de los cuatro en perder. Kaneki acababa de ganar.

El menor llevó sus puños al aire en victoria. Hideyoshi golpeó su control varias veces con un grito de "oh si" saliendo de su boca. Ambos tomaron sus mochilas, sacudiendo sus manos con los otros dos jugadores, uno de ellos incluso era compañero suyo. De esa maldita clase de Shakespeare.

Siguieron viéndose después del incidente de los posters. En contra de los planes de Kaneki. Y el apodo se quedó. Tristemente. El rubio necesitaba ayuda para llevar todos esos posters a su casa. Y solo tenía una pequeña bicicleta. Kaneki decidió darle una mano, una última vez. El mayor luego lo invitó a cenar. No confiaba mucho en la comida del mayor luego de ver el estado de la cocina, pero de todas formas aceptó. El apartamento era pequeño, pero cómodo. Muy colorido como la personalidad del dueño.

Se sentía vivo en comparación de las grises paredes de su propio apartamento. Refrescante, de alguna forma.

Hideyoshi era un fanático de los video juegos. Un hobby de Kaneki también, aparte de todo lo relacionado con la música. Luego de comer una deliciosa carne quemada. Solamente carne de hecho, ya que ni siquiera había arroz para acompañarlo. Jugaron hasta avanzadas horas de la noche.

Hideyoshi apestaba para los video juegos, concluyó mientras caminaba hacia su propia casa a las cuatro de la mañana ese día. Pero de alguna forma esto se volvió un pasatiempo para ellos. Y Kaneki de alguna forma olvidó que su propósito principal era el de deshacerse de ese rubio.

"Tienes que enseñarme tus trucos, hombre. ¿Cómo es que siempre ganas? Kaneki-kun, no te lo guardes solo para ti. Dímelo." La voz quejumbrosa de Hideyoshi llegó a sus oídos mientras caminaba junto a él, a través de las iluminadas calles.

"Te enseñaré algún día, Hideyoshi-Senpai." Las palabras de Kaneki eran vacías.

Le gustaba Hideyoshi por alguna razón desconocida. Y eso está muy mal. Muy mal. Kaneki está corrompido. Hideyoshi, por otro lado, se veía simplemente demasiado puro. Sin mencionar la personalidad totalmente cariñosa del rubio.

Asi que sus palabras eran vacías. Dudaba que esta amistad, o lo que sea que tenían, durara mucho. Con él nada dura nunca. Pero no puede separarse por miedo de herir al mayor. No cuando la sonrisa que consiguió desde el rubio luego de sus palabras fue tan...

Bonita.

Entre sábanas manchadas ❥ Kanehide.  { Adaptación }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora