Querido cliché.

canela.

Gladion contemplaba el amanecer, ya era un nuevo día.

Se encontraban en su departamento Ash dormía plácidamente en su cama.

Resulta curioso como son tan amigos, ¿verdad?

Él es su rival amoroso aún si éste no parece enterado.

Mientras miraba a través de la ventana pensaba en Serena y sobre cuando ella comenzó a tomar posesión de su mente.

Desde el momento en que Ash se la presento aquel día en su oficina le pareció que ella era hermosa. Su piel era nívea, el cabello miel caía en cascada atada en una coleta alta, ella se acerco a saludarlo formalmente, la mano de ella era suave y en ningún momento parecía perder su porte recto.

Él la presento como una amiga muy importante, el sonrojo y la sonrisa que lo acompaño por parte de ella le pareció un gesto adorable.

Ese día Gladion la describió como una chica de naturaleza elegante, Ash los invitó a almorzar y debe decir que pese a que en ese momento no hablaron mucho, se alegra de haberla conocido en ese momento; en otras circunstancias quizás las cosas no se hubieran dado bien.

Cuando se toparon un par de semanas después a la hora del almuerzo descubrió su lado torpe, ella por poco choca contra él con su café en mano; recuerda que el rostro se le puso rojo y se disculpó varias veces con él.

Gladion la invitó entonces a buscar un lugar para comer juntos para tranquilizar la situación, ella lo miró aliviada.

A partir de ahí se convirtió una tradición almorzar juntos, la razón fue por la curiosidad que ella le provocaba, cada vez que pasaba tiempo con ella se sentía embriagado de una particular alegría.

Serena le hablaba de ballet, de sus días entrenando, con el tiempo llegaron a hablar de los gustos de cada uno, ella no soportaba los silencios pesados así que lo incitaba a seguir, más nunca fue irrespetuosa, él, quién tendía a ser recio a preferir su ya cómoda soledad, encontró una amiga en ella.

Serena creo muchas puertas dentro de él, Gladion tardó un poco en reaccionar y encontrar la llave de todas, pero a su debido tiempo lo hizo.

Se sorprendió cuando Serena se comenzó a topar seguido en su mente, anhelando verla, escuchar su voz.

Cuando llego San Valentín, ambos intercambiaron regalos, Serena había cocinado a todos sus amigos pensando en la preferencia de cada uno. El suyo era un chocolate amargo con pedazos de nuez envuelto en una cajita decorada con un lazo dorado.

Gladion ya había notado que ella siempre parecía estar pensando en los demás sin importar qué, siempre tenía una expresión alegre a pesar de todo pero notó algo más en la reunión que organizaron junto a sus amigos; algo cambio en la mirada de ella en el instante en que le entregó a Ash su chocolate, sus ojos mantenían una​ chispa que Gladion calificó como única.