dulces de café.

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Las luces de la ciudad lo iluminan a él, quien le sonríe con los ojos cuando se siente observado, detalle que le gusta de él y que logra ponerla nerviosa

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Las luces de la ciudad lo iluminan a él, quien le sonríe con los ojos cuando se siente observado, detalle que le gusta de él y que logra ponerla nerviosa.

Entonces lo notó, el secreto que había en su mirada y que lo hacía verse así, con los ojos chispeantes; detrás de toda la fachada que ella le había creado había algo más.

—¿Podemos ir a otro lado —Ash se voltea curioso, Serena lo mira confiada.

—¿Eh? ¿Por qué? ¿A dónde quieres ir? —no detiene el carro, Serena sabe la afirmativa cuando ve que el activa las direccionales y da la vuelta.

Ella se acuesta un poco en el asiento, las calles no están vacías y se lo piensa un poco antes soltarlo.

—Al puente de la Torre.

Ash entrecierra los ojos, no la cuestiona, solo suelta un comentario acerca de no haber tenido que dejado de lado a Gladion aun, pero lo dice tan bajo que parece más una queja hacia sí mismo.

Ella dormita un poco en el transcurso del viaje, que es corto pero el cansancio se hace presente, no retrocede en su decisión y se esfuerza en resistir; ve el reflejo de la luna chocar en el reflejo del rio Támesis, mira a Ash, le pide detenerse.

Está actuando raro, lo sabe, Ash detiene el auto cerca de una local que permanece abierto, tiene las luces encendidas y un cartel de cerrado, no se diferencia a la gente que hay dentro, tampoco hace el intento, ellos en cambio están a oscuras; él parece querer interpretarla porque sus movimientos son confusos.

Ella recarga su cabeza en el hombro de él.

—Los ensayos han sido duros, ¿cierto? Debes estar agotada.

Asiente, con lentitud acerca su mano a la de él, la toma, espera su reacción, él junta sus palmas.

Lo contempla, la poca luz que se filtra le deja verlo.

No hay asombro, solo los asomos de una sonrisa, sus ojeras son más notorias ahora.

El silencio no tiene interpretación, solo se cuela entre ellos y crea barreras, porque no prevé una consecuencia a lo que está pasando.

Un celular vibra, la pantalla ilumina el auto y los gestos de él lo hacen ver más entusiasmado, en el parabrisas hacen aparición unas gotitas.

Ash agarra el celular y desliza la notificación, impidiéndole ver el contacto, guarda el aparato en su abrigo y Serena se pregunta qué pasa.

Tal como ha estado esa noche, Serena abre la puerta precipitadamente y se dirige a una farola cerca del rio; mira la noche, ignora el llamado de su nombre y siente sus mejillas mojadas.

Es como un sueño raro, no ha medido sus acciones, se dejó influir por su inconsciente y sus deseos.

Él se acerca, la toma de la muñeca y le dice que se enfermara si sigue así, ella asiente y se deja hacer; corren de regreso hacia el auto pero no entran aún, están debajo del local, que ha apagado sus luces, ahora son solo ellos junto a la lluvia.

Querido cliché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora