ópera.

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El cielo está nublado

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El cielo está nublado.

Cuando Serena iba a salir fue lo primero que notó, debería apurarse, tomar un taxi e ir a casa, todos sus compañeros salieron antes, ella se quedó a ensayar un poco más, sin excederse porque no quería llegar a su límite.

Cuando bajó la mirada lo notó a él.

De abrigo negro, camisa azul cielo y la sonrisa con la que está tan familiarizada.

Lo vio ir a su dirección así que ella también lo hizo.

—¿Estas molesta conmigo? —le pregunta cuando están muy cerca.

Ella no estaría siendo sincera sí dijera que no estaba molesta, Ash siempre ha sido su amigo, ambos han sido confidentes del otro, ahora se cuestionaba hasta que punto.

Él siempre estuvo para ella y Serena estaba agradecida por ello.

Cuando sus mundos internos se derrumban, él ha estado ahí, siempre fue así y quizás lo negativo radica en ese siempre.

Ash fue una luz guía, dejando las circunstancias que hubiesen, él la apoyaba, sonreía con ella, la hacía reír, aún en los silencios de Serena, Ash trataba de leerla, en sus días más solitarios, el fue un amigo que nunca la dejo, que trato con esfuerzos entenderla y de algún modo hacerla feliz.

Serena apreciaba enormemente eso.

Está un poco molesta consigo también, ella ha estado tan ocupada, desde que supo que iban a sacar El lago de los cines, se empeño tanto, obtuvo lo que deseaba.

Fue un pequeño fallo, cuando menos lo esperaba, ya lo había perdido.

Sí lo sigue pensando se da cuenta que en realidad nunca lo ha tenido.

Ash es del tipo de personas que aspiran a muchas muchas, Ash es del tipo de personas que necesitan ser libres, amadas y comprendidas aún sino pueden ser una constante ambigua.

Ash es de esas personas que uno debe aprender a dejar ir.

—¿Por qué deduces eso?

Él se acercó, se mordió un poco el labio, lo ve suspirar.

—Nunca te ha costado ser sincero, Ash dime, ¿qué ocurre? Te siento extraño, no me molesta que te vayas —le explicó—, pero... Te siento distante, he actuado como una terrible amiga por no notarlo.

Ash puso las manos en sus bolsillos, a Serena le duele ver que la confianza entre ellos esté en una cuerda floja.

—No es verdad. Serena no es eres una terrible amiga. En todo caso yo soy el terrible.

Querido cliché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora