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Se dice que originalmente los seres que existían sobre la tierra tenían cuatro piernas, cuatro brazos, dos cabezas y un solo corazón. Estos seres, sintiéndose poderosos, quisieron tomar el olimpo. Desataron una batalla que ganaron los dioses. Zeus, entonces, los castigó dividiéndolo a la mitad, transformandolos en los seres humanos como los conocemos hoy en día. Entonces, a partir de aquel día, buscamos a nuestra otra mitad para fundirnos con ella y volver a sentirnos completos. Por eso, por más de que estés con cualquier persona, solamente con una te sientes verdaderamente feliz, verdaderamente completo.
Frase hermosa de Dreamsweet1717

Estaban en silencio. Ninguno de los dos parecía encontrar las palabras para hablar o las ganas para volver a la realidad. Victoria estaba recostada sobre el pecho de César, rodeandolo con su brazo, mientras que Él se encontraba acariciando su espalda desnuda. Él quería hablar con ella pero tenía miedo de salir de su burbuja. Sin embargo, sabía que tarde o temprano tenía que hacerlo y necesitaba escucharla hablar.

-Dime algo, Vicky. ¿En qué piensas?-Pregunta nervioso.

-No puedo creer que lo hayamos hecho-Menciona Victoria, mirándolo a los ojos.

-¿Te arrepientes?

-No César-Él se relaja y suelta todo el aire contenido-Yo también quise que esto pasara, vine contigo y sabía a qué, pero ahora... Pues...

-Te da culpa-Afirmó Él, llevándose por sorpresa la negativa de ella.

-No, no estoy pensando en nada de eso. Estoy pensando en que pasará con nuestra relación a partir de ahora-Su mirada refleja melancolía-César yo no soy una mala mujer, no soy una persona de aventuras. Si permití que esto sucediera es porque despiertas cosas en mí que son más fuertes que yo misma, que mi razón.

-Lo sé, Victoria, nunca lo puse en duda. Yo sé que tu eres una excelente mujer y madre, que te importa demasiado tu familia como para hacerle daño. Sé que estás pensando en salir huyendo de toda esta situación, sé que tienes miedo-Él le sonríe y ella suspira, cuánta razón tenía, la conocía bien-Tú también has despertado sentimientos en mi que no entiendo pero ahí están. Vicky, yo te quiero mucho, esto para mi no fue un simple revolcón, fue un momento muy especial-Él corazón de ella comenzó a latir desenfrenadamente, tenía miedo que Él lo escuchara o que se le saliera del pecho.

-Yo también te quiero mucho, César. Para mí hoy es un día que siempre atesoraré en mi memoria. Gracias-Unen sus labios en un beso suave y tierno, sellando las palabras que acababan de pronunciarse.

Un beso que comenzó tranquilo terminó volviéndose fogoso y apasionado en unos cuantos minutos. En pocos minutos volvieron a estar unidos íntimamente y moviéndose uno al compás del otro. Cuando alcanzaron el orgasmo, César cayó sobre el pecho de Victoria, aplastandola por un momento. Ella, lejos de molestarle, acarició su pelo tiernamente. Él sale de ella y se acuesta a su lado. Victoria besa sus labios cortamente para acostarse nuevamente en su pecho. Se sentía tranquila y cómoda entre sus brazos. Ambos entran en el mundo de morfeo, sin darse cuenta.

Rato después, Él abre los ojos antes que ella y se encarga de despertarla con suaves besos repartidos en su cara.

-¿Tienes hambre?-Le pregunta Él

-Mucha-Besa suavemente los labios de César para luego levantarse.

Minutos después, vistiéndose Él solo con su bóxer y ella con la camisa de Él, preparan algo para comer en la cocina, mientras charlan de temas triviales.

-¿Te molesta que ponga música?-Le pregunta ella, mirándolo con una sonrisa.

-Claro que no-Victoria camina hacia la sala, donde se encontraba el equipo de sonido. Lo enciende y comienza a sonar la canción Quiero perderme contigo de José José.

Victoria vuelve a la cocina y ambos comienzan a cantar las primeras palabras de la música.

Me da coraje verte
Igual que un simple amigo
Y hablar de lo preciso
Delante de la gente

Me da coraje verte
Después de una mañana
De loco amor sin pausa
Y hacer que no nos vimos

Me pongo como un loco
Y se me va la vida
Al ver que te acarician
Delante de mis ojos
Tenerme que callarme
Decirte hasta mañana
Pensar que allí en la calma
Disfrutaras sin mi

César apaga la cocina y se acerca a ella, a tomarla de la cintura para comenzar a bailar lentamente.

Quiero perderme contigo
Como se pierde el horizonte
Como las aves en la noche
Como la estrella y los sonidos
Y jamas separarnos jamas
Para nunca jamas

Quiero perderme contigo
Y verte junto a mi al despertar

-Quiero perderme contigo-Susurra César en su oído para besarla lentamente.

Minutos después estaban nuevamente en la cama entregándose al placer.
La música quedó sonando de fondo y la letra les calaba hondo pero ellos, en ese momento, estaban concentrados en amar sus cuerpos mutuamente. Y es que una vez que se probaron, les costaba saciarse fácilmente.

Rato más tarde, terminaron preparando un café para cada uno y algo ligero para comer. Se sentaron en el sofá de la sala, muy cerca el uno del otro.

-Entonces, ¿Hace mucho tienes este departamento?

-Varios años, lo tengo para cuando mis familia viene de Cuba.

-Entonces, ¿Este no es un departamento al que traes a tus conquistas?-Pregunto ella con una sonrisa.

-Solo a las que me gustan demasiado-Bromeo Él pero ella se torna seria.

-Espero que sea chiste, Señor Évora.

-Por supuesto que sí-Finge estar indignado-¿Qué clase de hombre me considera, Señora Ruffo?-Ella se para y se sienta encima de Él a horcajadas.

-El mejor-Dice antes de estampar sus labios en los de Él y restregarse contra su cuerpo.

César muerde su labio inferior arrancandole un jadeo. Ella baja con sus besos por su cuello, mientras Él levanta su camisa, que ella tenía puesta. El cubano besa sus pechos, una vez que termina por quitar la prenda que cubría su cuerpo, para luego succionar primero un seno para después dedicarle placer al otro. Victoria solamente se retorcía bajo sus brazos y lo único que atinaba a hacer era gemir y jadear, que era música para los oídos de César.

-César, por favor-Suplica Victoria, al tiempo en que se separaba de Él para bajar la única prenda con la que César se cubría y se sube nuevamente encima de Él para unirse íntimamente.

Era el cielo y el infierno al mismo tiempo. Era maravilloso lo que estaban sintiendo con cada minuto que pasaba, era el placer de quemarse en las llamas del pecado.

Sabían que en algún momento tenían que volver a su realidad, en la que ellos no se pertenecían, en la que estaban casados con otras personas pero nada de eso importaba ahora, estaban envueltos en el placer de sentirse.

El orgasmo fue arrollador para los dos, algo que nunca habían sentido en sus vidas. La primera en manifestarlo fue Victoria y, al ver como se retorcía entre sus brazos, César se dejó ir también, vaciandose dentro de ella.
Sellaron el momento con un beso, un beso de suave, cargado de sentimientos que ninguno de los dos le atrevía a poner nombre pero que pronto tendrían que asumirlo.

Nadie puede escapar del amor, cuando llega es un tornado que se lleva todo y eso es algo que ambos sabían bien. Ahora es cuando comenzaba la parte más difícil y tanto César como Victoria estaban pronto a descubrirlo, porque llevar en sus espaldas un amor prohibido era quizás su condena, aunque también era su liberación.

A pesar de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora