XXIV

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-Señora Camille.- Dijo mi doncella.- La esperan en la entrada.

-Enseguida bajo.- Dije poniéndome en pie y controlando mi respiración.

Daba gracias de que la temporada hubiera terminado, pero a pesar de ello y de que a los Cigar no parecían agradarles mucho las fiestas, de vez en cuando hacían acto de presencia, Y ... ¿cómo iban a negarse cuando todo el mundo deseaba conocer a la nueva y misteriosa Duquesa? Es decir, a mí.

Me miré una última vez al espejo poco convencida. Llevaba un vestido verde precioso, eso era innegable, pero como me sentaba ya era otro punto. Unos golpes volvieron a sonar y la puerta se abrió dando paso a Luis, el cual había tenido la delicadeza de prepararse en otro cuarto.

-Camille venía a por...- Pareció enmudecer al verme, lo que me puso más nerviosa todavía.

-¿Crees que debería cambiarme? – pregunte insegura.

-¡Estás loca! Te ves estupenda ¡Estás increíble! Voy a ser la envidia de todos- dijo divertido.

-Gracias.- dije sin poder evitar sonreír.- ¿A qué venias?

- A por mis guantes... pero creo que se te ha olvidado decir. Oh Luis.- dijo poniendo voz aguda.- Tu sí que estas radiante, espero no te acerques a ninguna dama esta noche.

-Yo no hablo así.- dije riéndome de su mala imitación.

Cuando llegamos al vestíbulo sus padres parecían estar discutiendo por algo, hecho al que ya me había acostumbrado. Sus peleas eran bastante más civilizadas que las que teníamos Luis y yo, por no hablar de sus reconciliaciones...

-Cariño he dicho que no.- Decía Toni.

-Como si fuera a obedecerte.- dijo Sira risueña besando a su serio esposo.

-Buenas noches.- dije para anunciar nuestra presencia.

-Estás preciosa.- dijo Toni al verme.

-¡Oye! A mí no me has dicho eso al verme.- Exclamó Sira fingiendo estar enfadada.

-Creí que había quedado claro que tú siempre estas perfecta... ¿por qué crees sino que me case contigo?- dijo seductor.

-Mmm quizás porqué nos descubrieron en una situación comprometida y mi otra opción podía ser mi medio hermano.- Aquello me dejó perpleja.

-Creo que deberíamos irnos.- Luis parecía algo incómodo con el tonteo de sus padres, pero yo estaba la mar de entretenida.

Cuando cada uno nos subimos a nuestro coche y los caballos comenzaron la marcha y yo no pude evitar preguntar sobre la escena que habíamos presenciado.

-¿Era cierto lo que tú madre ha dicho?

-Sí.- Dijo con poco interés.

-Cuéntame más... parece una historia fascinante...

-Lo cierto es...- comenzó Luis algo más animado.- Que mi madre apenas toleraba a mi padre, era un casanova y mi madre muy... bueno era la portadora de un importante título y tenía muchas responsabilidades. Pero por lo visto los encontraron en los jardines, mi madre me ha perjurado mil veces que ellos no estaban solos, pero al ser ella la única dama su honor se vio dañado y tuvo que casarse. Y se terminaron enamorando.

-¿Y por qué te molesta?

-¡No me molesta!- Refunfuñó igual que un niño enfadado

-Claro que lo hace... cuando tu madre comenta algo sobre tu padre o los ves un poco cercanos o bien te pones colorado o endureces el rostro como si tú fueras un santurrón. ¿Sabes? No creo que tus padres hagan nada malo, pero no deberías intentar parecer un niño bueno cuando seguro has estado un muchas mujeres... bueno no tantas porque tan solo tienes 24 años.- dije intentando sacarle una sonrisa, pero pareció que obtuve lo contrario.

-No me molesta que ellos se quieran, sino yo no habría nacido, estoy feliz por ellos.- Dijo de un tirón.- Y con respecto al otro tema... creo que el otro día dejaste en claro que no era tema que debiera hablarse en presencia de señoritas.

-¡JA! Y yo creí que nosotros no hacíamos caso a las normas sociales... además querido yo, muy a mi pesar y al tuyo, SOY UNA SEÑORA.- Abrí los ojos como platos.- ¡Soy una señora! No lo había pensado... que vieja me siento.- Aquello si pareció divertirle. – NO, no te rías. Esto es culpa tuya.

-Bueno... no podrás quejarte, ser señora venía de la mano con ser duquesa.

-¿Y crees que yo quería ser duquesa?- Realmente ese hombre no me conocía.

-¿SI? – Su afirmación se convirtió en un interrogante al ver mi cara.- No lo comprendo, creí que tú querías... ya sabes...- Luis no fue capaz de volver a decirme que yo quería subir de nivel, pero yo lo comprendí.

- Mi sueño era recorrer mundo, aprender de otras culturas, descubrir nuevas formas de vivir... y tras unos cuantos años retirarme a una pequeña casita con un gran invernadero y cultivar plantas de todas partes del mundo.- Al terminar miré a Luis, parecía incrédulo ante lo que yo le estaba contando y por ello me avergoncé de haberlo hecho.- Olvida lo que he dicho. Creí que ... creí que no me juzgarías por mis estúpidos sueños.

Antes de que Luis pudiera responder el coche se detuvo y un lacayo abrió la puerta. 

Lo que las apariencias esconden (3° Libro  Saga VERDADES OCULTAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora