Mis desplantes hacia Luis continuaron. Yo intentaba incomodar a sus padres lo menos posible, pero no por ello menguaban mis negativas.
Sinceramente, he de admitir que en alguna ocasión puede que me pasara un poco. La primera de ellas fue rechazar todas sus propuestas de bailar con él en los dos bailes a los que asistimos, pero lo mejor era que sí que aceptaba hacerlo con cualquier caballero que me lo pidiera, lo que fue todo un escándalo. Me gustaba hacerme notar solo para fastidiar a Luis. Bueno no siempre, ya que en algunas veladas habría preferido ser parte del decorado para que el señor Remilgren, el caballero que ya se me había insinuada en mi primer baile como duquesa, me dejara en paz.
En otra ocasión, fuimos invitados a una merienda campestre. En ella, Luis me presentó a uno de sus amigos, el señor Dunk, la amistad y la cercanía entre aquellos hombres era palpable, por ello quizás me sentí con la libertad de excederme. Tras las presentaciones pertinentes y los saludos de cortesía el señor Dunk bromeó con la educación que les daríamos a nuestros hijos, y a mí no se me ocurrió contestarle otra cosa que, textualmente, "Niños dice..., como no de usted un par de lecciones a mi marido de cómo hacerlo, lo dudo mucho". Luis se quedó blanco al escuchar mis palabras y yo, sin saber muy bien como proseguir me despedí cortésmente del señor Dunk y continué mi camino como si nada.
Esa fue la última de mis maldades, porque no me había alejado siquiera unos metros de ellos cuando Luis me agarro con fuerza del brazo.
-¿Qué hace?- dije en un susurro, pero él continuó andando sin dejar de sonreír y saludar a las personas con las que nos cruzábamos.- Suéltame.- Le exigí.
Luís continuó caminando hasta que los dos nos encontramos en una pequeña salita en el interior de la casa. Entonces se giró hacia mí y comenzó a gritar.
-¡Estoy harto de tus arrebatos!- Exclamó Luis acercándose peligrosamente a mí.- Solo te pedí que fingiera que no me odiabas, y ni eso eres capaz de hacer... No puedo seguir así Camille, lo he intentado... yo lo he intentado todo, pero parece ser que para ti nunca hago nada bien. Por favor.- dijo posando su mano en mi mejilla.- No te pido que actúes ante mis padres por mí, sino por ellos, sé que pensar que yo soy feliz les ayudará a sobrellevar estos momentos de tensión con mi hermana... por favor- Suplicó.
Quizás me había pasado un poco ¡No! Él se lo merecía por engañarme... pero sus padres no. Sira y Toni habían sido encantadores conmigo, siempre se preocupan por mí como su fuera su hija. Quizás encontrara una forma diferente de vengarme de él...En ese preciso instante divisé a su madre. La archiduquesa se acercaba por el pasillo en nuestra dirección. Por eso, me puse de puntillas y bese a Luis, fue un simple roce, pero Luis se quedó sin palabras. Por ello, fui yo la que respondió a la invitación de su madre para unirnos al juego que iba a comenzar. Sira miró divertida a su hijo y guiñándome un ojo se alejó.
-Lo haré.- le dije a Luis.- Todo el mundo creerá que estamos locamente enamorados ¿de acuerdo?
-Gracias.- dijo volviendo en sí y depositando un beso en mi mejilla.
-Pero no será gratis- respondí alejándome bruscamente de él.- Pienso tener lo que tú tienes – dije pensando en aquella muchacha, Laura.- Y lo voy a disfrutar.
-¿Lo que yo tengo? – Preguntó totalmente desconcertado.
En el fondo sabía que jamás sería capaz de entregarme a nadie que no fuera él. Entre gritos y disputas ese hombre me había conquistado. Era bueno, cariñoso y atento, nunca sobrepasaba los límites que yo iba poniendo constantemente... y un sinfín de cosas más, pero él, él tenía una amante y esa noche no pude más, no pude aguantar mi frialdad, no pude continuar fingiendo que no pasaba nada, mi vida era un desastre y esa noche me permití desahogarme, lloré, lloré amargamente hasta que el cansancio me invadió.
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Lo que las apariencias esconden (3° Libro Saga VERDADES OCULTAS)
Ficción históricaCamille Sant se ha jactado toda su vida de aquellas personas que se ceñían a cumplir lo que las normas sociales establecidas, pero debido al comportamiento de sus dos hermanos mayores ve caer sobre ella la responsabilidad de restaurar la reputación...