11. Tú eres el problema.

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Suelto un suspiro después de un largo día y de una larga semana.

—¡Qué semana tan más pesada! — dejo caer mi cuerpo en mi cama.

—¡Por Dios Erin! Es martes. — dice mi madre en los pasillos.

¡Ah caray!

Solo le doy como respuesta mi silencio. Me quedo mirando el techo mientras recuerdo aquel beso.

Me besó.

—Stuart…— solo pude decir eso. Él se había alejado.

Lo escuché gruñir.

—Lo siento. — se giró. Yo me quedé asombrada. Creo que ya no estaba tan ebria y eso no me lo esperaba.

Tenía tantos sentimientos revueltos en mi cabeza. Intenté acercarme a él, pero fui torpe.

Mis esperanzas se abrieron. Una pizca de felicidad entró de la nada, le gusto.

—¿Por qué? — logré decir. Él solo me miró por el rabillo de sus ojos.

—Por nada. Tengo que irme Erin. — se alejó y lo detuve. No sé como pude tener la agilidad, pero él también se asombró.

—No te vayas. — supliqué y él solo se quedó callado — Stuart, te lo pido.

—Lo siento Erin, esta noche no podré acompañarte.

Maldigo al momento. Me levanto de mi cama. Miro por mi ventana y ahí va caminando Stuart. Luce algo tenso. Decido esperar a que llegue a su habitación.

¿Qué rayos hago?

Me alejo de ahí.

[…]

No puedo conciliar el sueño. Solo doy vueltas en la cama. Mi mente solo quiere mantener ese recuerdo y me molesta.

Bufo. Se supone que Stuart y yo no somos amigos, me lo dejó claro, pero mi mente parece traicionarme.

Escucho un par de golpes en mi ventana. Me acerco y me asomo hasta que veo a Stuart.

¿Qué rayos está haciendo?

Abro de inmediato la ventana.

—Me despertaste — miento.

—Lo siento. Necesitamos hablar. — me dice. Lo miro confundida.

—Ya voy — digo y cierro la ventana.
Bajo con cautela y abro la puerta trasera y él está ahí esperándome.

—¿Qué sucede? — me acerco y me abrazo a mi misma.

Me doy una bofetada por no traer un suéter. Stuart me mira.

—Entremos, se nota que tienes frío— me dice en tono de burla. Ruedo los ojos.

Entramos y escucho unos pasos. Stuart y yo entramos en pánico.

—¿Erin?

—Sí mamá — le digo. Mientras meto a Stuart a un hueco que hay un lado del refrigerador.

—¿Qué haces despierta? — dice mi mamá y se acerca en donde me encontraba.

—Tenía bastante sed y bajé para tomar un poco de agua.

Me mira dudosa, pero después de unos eternos segundos me cree.

—Bien. Te espero.

Maldita sea.

—No, sube mamá. Yo en un momento subo — le sonrío inocentemente, pero niega.

—Te espero.

Solo agarro un vaso y me sirvo. Le hago una seña a Stuart que espere, pero el niego ruedo los ojos.

Giro ver a mi madre.

—Listo.

Apago las luces y nos dirigimos cada una a su habitación, espero que entre a la suya. Cuando giro para bajar, Stuart ya estaba ahí.

Casi pego el grito, pero me tapa la boca. Entramos a mi habitación y enciendo la lámpara que tengo en la mesita . Me suelta y lo giro a ver.

—¿De que quieres hablar? — pregunto sin rodeos.

Debo admitir que su intriga me mata. Me mira por unos segundos. Seguramente está debatiéndose por lo que iba a decirme.

—No lo sé. No puedo dormir. — suelta un suspiro.

Yo solo tomo asiento en mi cama y él imita mi acción.

—Pues ya somos dos. — le admito.
Aunque me gustaría saber el motivo de su insomnio.

—Erin. Me estoy volviendo loco.

Me obligo  a mirarlo. Mi corazón late rápido al escuchar sus palabras, una sensación similar aparece en mi estomago y no me agrada.

—¿Por los exámenes finales? — creo que la acabo de cagar, ¿cierto?.

Él esboza una sonrisa.

—A parte — confiesa. La sensación se hace mayor.

—Vaya, entonces si es preocupante. — Le digo con un toque de sarcasmo.

—No sé. — agacha la cabeza. — hace unos días no paro de pensar en lo que te dije.

Está bien. Esto esta matándome.
—¿Puedes ser más especifico?

Ladea la cabeza.

—No quiero serlo, pero solo puedo decirte que tú eres el problema. — dice en voz baja.

Ahora debo admitir que no entiendo. Ya mejor aviéntenme un ladrillo por ser tan tonta para captar las indirectas.

—¿Yo? ¿De qué hablas?¿Por qué dices que soy un problema? — gruñe y me mira.

—Erin… te sonará ridículo — suspira — a veces los sentimientos vuelven.

Eres Mi Tortura || Stuart TwomblyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora