En una cima a lo lejos, en un lugar sin nombre, de altos robles que hieren el cielo y siniestros pájaros brunos; un muchacho vestido de negro, camina hacia la capilla del antiguo monasterio, la endrina sotana baja por su cuerpo formando su silueta, sus cabellos de seda caen en su rostro hermosamente creado. El frío de las piedras del piso, cala en sus huesos igual a una daga; las estatuas cobran un brillo juzgador, tal vez maléfico, a la luz de las velas por la tarde; el eco de sus pasos se confunde con los cánticos silenciosos de los pocos fieles congregados allí en los que priman peregrinos y legos, en esa hora ingrata. Uno a uno, el joven indica que pronto cerrarán, su profunda voz invade la bóveda en un grave cántico de mármol; antes, cuando niño, corría por las esquinas jugando entre las estatuas de yeso de los santos, ahora, se prepara para seguir el camino de la contemplación.
Una vez, despide al último creyente, cierra la enorme puerta comenzando a limpiar, el tiempo afuera es desolador, el viento crea susurros contándole historias malditas al que quiera escuchar. El sol se esconde tras los aciagos troncos secos: taciturno, lánguido, temeroso. Taehyung sopla el último cirio, un pequeño siseo cae en el pozo del silencio haciendo un sutil eco, indetectable si hubiera ruido; el chico levanta la mirada asegurándose de estar solo, avanza unos pasos cuando vuelve a escucharlo, un poco más claro.
─ ¿Quién anda ahí? ─susurra antes de pensarlo bien, espera que la pregunta quede sin respuesta si ese algo no es humano.
No hay respuesta alguna más que el silbido de la brisa levantando algunas hojas por entre las lápidas del cementerio junto al jardín. El novicio decide avanzar hacia la pequeña puerta, al lado del retablo, que conecta con el pasillo hacia el monasterio, donde los hermanos deben prepararse para los rezos de la noche; el altar bañado en oro apenas se divisa por la oscuridad, que reina cuando el sonido claro de cadenas se oye bajo la iglesia. Su respiración se agita, busca el rosario en su bolsillo para empezar a recorrer las cuentas en un intento de soportar aquello; el abad Shin habla sobre las pruebas de fe, sobre la tentación que el diablo usa para desviarlos del buen camino. Tal vez justo ahora esté pasando por algo como eso.
Taehyung continúa pasando las cuentas por sus largos dedos, reza cada vez más alto hasta creer que los sonidos provienen de las ramas golpeando las ventanas. Pero toda la construcción parece bailar ante sus ojos y las cadenas parecen arrastrarse hasta estar justo detrás de él. Un infausto cuervo grazna entre la hierba seca terminando de atemorizarlo.
El pánico sólo incrementa al recordar todas las historias que cuentan sobre la vieja construcción de estilo gótico; hablan de lamentos, cadenas, susurros y sollozos de ayuda, de la tierra maldita por los moros en las luchas encarnizadas, de las puertas al infierno. Pensar que es su primera noche encargado de cerrar. Traga pesado, su corazón late de prisa, pero sus pies no se mueven, está inmóvil entre la penumbra viendo seres en la oscuridad.
─Por favor... ─ruega cerrando los ojos─ por favor... n-no haré nada, olvidaré todo esto.
─A-Ayuda ─la voz es débil, gentil, sufriente.
El novicio mira a todos lados, busca al dueño pero no hay nada. Las campanas suenan en los alto de la torre a la que se accede por fuera, una, dos, tres,... todo se pierde en el eco de la gran campana de pesado oro macizo.
─ ¿Dónde estás? ─intenta que su voz no se apague por el sonido ensordecedor.
Poco a poco, el miedo es reemplazado por la desesperación por ayudar al desfavorecido, camina un poco pero no encuentra nada, ni a nadie. Su mirada se fija en el reflejo de los vitrales gracias a los tenues rayos de luna.
─No podré ayudarte si no me indicas dónde estás, ¿eres un romero?
─N-No lo sé ─escucha su voz rota, luego sólo son murmullos en latín.
Con la poca iluminación, busca prender uno de los cirios del altar, después del tercer intento, logra ver una arrebolada flama bailar en el pabilo. Corre por toda la nave principal escrutando algo fuera de lugar, hasta que lo encuentra: debajo de uno de los confesionarios, se halla un marco de lo que parece ser una puerta. Deja el cirio a un lado para empujar la cabina de madera, el ruido se expande en el espacio vacío y Taehyung reza para que nadie aparezca.
─Tengo sed.
Una puerta sellada aparece al fin, el polvo acumulado confirma que lleva muchos años sin ser abierta. La voz del hombre va siendo más clara.
─Ya voy, espera un momento ─habla el joven novicio, de nuevo toma el cirio para alumbrar el candado y las rejas que impiden su cometido─ esto no será fácil. No tengo la llave.
Da vueltas, pensativo, con el corazón agitado. Si pudiera, lo ayudaría pero tiene las manos atadas. Revuelve las cosas a su alcance, busca entre las grietas, desordena los mantos hasta que encuentra una llave, grande y antigua, detrás del sagrario, en un pequeño hueco. La vela se derritió dejando una llama azulada, la usa para encender un candelabro; corre hacia el portón, se deshace del candado. Por un momento, la duda le hace pensar mil escenarios poco agradables, después de todo ¿no es un extraño tras una puerta prohibida? Pero su deber es ayudar al prójimo, no hay circunstancias establecidas para eso. Se está perdiendo la pequeña cena con hogazas de pan recién horneadas y un poco de sopa caliente, su estómago parece recordárselo invitándolo a abandonar la proeza emprendida, sin embargo, ya está allí, su destino está sellado.
Al empujar la puerta, la humedad y el olor a moho le golpean la cara, de todo el monasterio, con la iglesia incluida, debe ser el lugar más horrendo. Algunos escalones lo guían hacia el pequeño sótano.
─Tengo sed ─ahora es un sonido claro, Taehyung guía su cirio hacia adelante. Encuentra una figura tendida en el suelo, sus ojos dorados resaltan en la opacidad, en sus miembros se pueden distinguir el brillo de las cadenas que lo atan a una columna. Simula una estatua de mármol magnífica, de fuego y belleza, de lujuria y castidad. Sus labios rotos apenas se abren.
─ ¡Joder! ─casi suelta todo lo que lleva en brazos. Como si le tiraran una gigante bola de nieve, el frío se apodera de él, su cuerpo no le obedece, está inmóvil con la luz de la vela mostrándole un mundo desconocido.
El muchacho atado se yergue un poco, a la luz del cirio, se distingue su cuerpo semidesnudo con cortes por el fuerte agarre del hierro, lo que parecen sus alas están replegadas en su espalda y dos cuernos cruzan sus largos cabellos.
Maldita sea, Taehyung acaba de conocer a un demonio.
Su mente da vueltas en miles de teorías y cosas que le contaron de exorcismos, sin embargo, él está empezando, no sabría si leer el Génesis o si se necesita un libro especial para alejar ese tipo de presencias. Carraspea usando las paredes de soporte para no perder el equilibrio, la niebla cruza su mente hasta que está frente al caído, se arrodilla ante él alcanzándole un poco de agua que cogió poco antes de ingresar, ve sus manos temblar, por ello, le quita el recipiente, toma su pañuelo para remojarlo y llevarlo a los labios ajenos.
Un ruido desgarrador sale de la garganta del demonio, Taehyung tiembla como una hoja, mirándolo. Sus dedos le quitan algunos cabellos del rostro. Cuando hace el amago de retirar su mano, la contraria detiene su movimiento. El tacto es cándido.
El miedo se esfuma igual a un aciago pájaro viajero.
Nuevo fic!!! Corto e interesante (?)
Es mi comeback y está terminado así que *resuenan los tambores* ¡no lo quitaré!
Espero les guste, tiene una temática que puedo desarrollar con más soltura. Sólo le hice caso a la idea de mi loca cabecita, aunque ya tengo un fic de demonios (que debo editar, por cierto). But esta vez, no sé si soy tan original pero idfc.
Besos bitiezianos.
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Sacrilegio
Fanfiction─Taehyung... te quiero. ─Yo también te quiero ─susurra con los ojos cerrados, cayendo en un profundo sueño. ─Pero, realmente te quiero. Empecé a ansiar que vinieras a verme, a alimentarme de tus dulces gestos, a querer vivir... y me enamoré de ti, s...