SEPTEM

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Taehyung se deshace del agarre de sus compañeros al ver al abad regresar a su celda y luego, correr dentro de la iglesia. Sigue a los monjes hasta el pasadizo de los confesionarios, con una mezcla de miedo y adrenalina; se oculta entre las columnas y los altares para no ser descubierto mientras mira cómo el abad saca la llave y abre la puerta. Intenta no hacer ningún ruido, se acerca para saber qué hará, una de sus manos se tapa la nariz por el intenso olor a azufre. Escucha a los monjes gritar, luego el sonido de los golpes lo hace ahogar su llanto; se la pasa llorando como un bebé desde que sus sentimientos afloraron.

Quiere correr y abrazar a Jungkook, no le importa sufrir los golpes si puede evitar que lo sigan dañando.

Basta!", muere por gritar que todo eso pare.

La voz de Jungkook suena furiosa, impotente como él mismo, baja y rota. Desdibujada como la primera vez que la escuchó de sus labios quebrados. Las cadenas van tensándose y el novicio puede imaginarse el daño que causan. Se desespera. Su cuerpo cae apoyado a la pared, sufriendo, volviéndose pequeño.

─Eres sólo un monstruo que niega a su creador, sométete al poder de nuestro Señor. Arrepiéntete por todo el dolor que causaste en estas tierras, deja que caiga sobre ti el dolor de ser una presencia indeseada y repugnante ¿creíste que no me daría cuenta de las señales? ¿Qué es lo que intentas poseer? Los crucifijos y los rezos no fueron suficientes ─cambia su bastón por las largas espinas con las que lo golpea.

─Maledicti sunt.

─Ustedes se burlaron de Cristo al verlo morir porque pensaron que era su victoria, pero Él ganó al subir al cielo y perpetuar el reino de los Cielos. ¿Por qué después de tantos años empiezas a rebelarte otra vez? Ni tus poderes ni tu conocimiento serán suficientes ─avanza con la lumbre, uno de sus pies choca con uno de las vinajeras de la capilla─ ¿quién te está ayudando?

Sus ojos se abren, siente escalofríos. Intenta correr delatándose sin querer. Sabe que lo oyeron cuando los escucha detenerse, se esconde dentro de otro de los confesionarios y varios pasos y almas llenan la iglesia en ese momento.

─Son presencias malignas ─los tres hombres avanzan hacia la salida mostrando sus crucifijos abrumados y con un fuerte dolor de cabeza, por suerte logran salir aunque unos rasguños adornen sus caras.

Cuando se asegura de que se fueron, sale de su escondite para bajar al sótano. Al ver a Jungkook, sus pies aceleran el paso, cae de rodillas frente al demonio y sin pensarlo mucho, lo envuelve en un desesperado abrazo. No puede controlar el cúmulo de sentimientos agolpados, su cuerpo sigue temblando y sus sollozos chocan con las grotescas paredes de piedra.

─Taehyung ─susurra el pelinegro tomando sus caderas, intenta alejarlo pero el novicio sólo lo abraza más fuerte─ te mancharás de sangre.

─Jungkook ─esconde su rostro en el hueco del cuello contrario─ Jungkook ─sólo su nombre sale de sus labios, tiene tanto que decir y no puede hacerlo ─Jungkook.

Se quedan en la misma posición por algunos minutos hasta que el muchacho se separa.

─ ¿Qué te sucede? Es peligroso que vengas ahora, el abad puede volver.

─No me importa, tenía que verte ─sus manos toman su sotana y se la quita quedándose sólo en interiores. Pasa el traje negro por las heridas llevándose la sangre, no deja de llorar─ perdóname.

El caído lo mira sin entender por qué le pide perdón.

─No llores.

─Perdóname ─busca el ungüento que le trajo con anterioridad entre los pocos objetos─ te curaré las heridas y estarás bien.

La mano de Jungkook lo detiene.

─No lo hagas, vuelve al monasterio. Puedo regenerarme.

─No me alejes.

Los dedos del muchacho acarician el rostro del demonio, bajan por su cuello y se detienen en su pecho. La piel va cerrándose al ritmo de las caricias que Taehyung da, las marcas de los golpes también desaparecen. La mirada del novicio sube hasta los labios del caído, sin embargo, su mente tiene tantas preguntas abrumándolo.

─Mi cuerpo puede volver a su estado normal pero las cadenas abren mi piel otra vez, por eso dejé de hacerlo... me había rendido ─explica, su dedo pulgar acaricia los labios del humano y sus ojos detallan una y otra vez, sin cansarse, los hermosos rasgos contrarios─ fui un demonio poderoso mucho antes de que esta capilla fuera construida. Si dudas de mí, tienes toda la razón, me encerraron aquí porque yo abrí la puerta al infierno y dejé que el mal corriera por todo el pueblo. Me ataron a base de rezos y exorcismos hasta dejarme inconsciente, me encadenaron usando estas cosas atadas a una tumba bendita; con cada rito, con cada año aquí abajo, me fui debilitando hasta el estado en el que me encontraste. Pensé que estaría solo y perdido para siempre pero tú apareciste como una luz ─su respiración se mezcla con la de Taehyung hasta que sus rostros están a nada de tocarse─ soy indigno de alguien como tú.

En respuesta, el novicio elimina todo espacio entre ellos, el beso recorre sus cuerpos en una visión maravillosa de paraíso. Las cadenas desaparecen mientras los labios se mueven temerosos de dejar escapar el sentimiento más hermoso que pueden experimentar, Taehyung se acomoda encima del demonio para evitar que tenga que moverse demasiado en su intento de acercarlo; siente que flota al ser tomado de la cintura, sus suspiros son devorados por Jungkook y su labio inferior es atacado, el pelinegro lo lame y lo succiona haciendo que sienta escalofríos en su espalda, se arquea con impotencia porque todo anhelo es catapultado. Nunca se sintió así, nunca lo tocaron de esa forma y los estímulos son tan nuevos y buenos. Los brazos de Jungkook se sienten maravillosos, su boca lo guía por recodos recién descubiertos.

─Te amo ─dice al entreabrir la boca y detener el beso un momento.

─Yo también te amo.

Otro beso empieza, este es más ansioso; la lengua de Jungkook tantea los labios en flor del novicio hasta que puede ingresar, recorre la cavidad concentrado en los sonidos húmedos naciendo. Taehyung siente un bulto entre sus nalgas, se mueve un poco para averiguar qué es y sus mejillas y orejas arden al entender lo que está sucediendo.

─J-Jungkook ─gime bajito, su corazón es una tormenta de fuego.

La mirada del caído es vivaz, el dorado centellea igual al sol en verano. No puede pensar con claridad, todo su ser se abandona, se pierde.

─Prometo no sobrepasarme si no lo deseas. No debería hacerlo, no debo arrastrarte a esto ─aspira el aroma ajeno escondiendo su rostro en el pecho del novicio.

Lo oye reír bajo, sus dedos juguetean con su cabello. Uno de los pies del novicio se mueve cuando el caído lo acomoda de forma que no sigan avivando la lujuria y sólo queden abrazados. Al ver qué es, Taehyung encuentra la llave, la toma mostrándosela.

─Me la llevaré, eso evitará que te hagan más daño... pero todavía no sé cómo sacarte de aquí.

─No necesitas salvarme.

─Claro que sí ─le acaricia el rostro─ ¿por qué no quieres que lo intente?

─Porque no podremos estar juntos si lo haces... y si te encuentran, no quiero pensar en lo que te harán. Por eso, no hagas nada. Déjame aquí, podré ser feliz con tu presencia allá arriba, me deleitaré en tus cantos con el coro, con tus pasos mientras limpias, las oraciones a tu dios serán para mí letras creadas para el amor.

─Cállate.

─Olvídame...

SacrilegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora