TRES

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La oscuridad es una noche congelada, cuando te llenas de ella, ya no notas si existes o si sólo está tu mente en un espacio sin fin. Si Taehyung demorara semanas, para Jungkook, no incumpliría la promesa de regresar la siguiente noche. Al derretirse el calor de las velas con las que el novicio lo visitó, el demonio no enciende las nuevas, decide permanecer a oscuras. Cierra los ojos, sus manos tiran de las cadenas en un intento inútil de liberarse; ellas se incrustan en su carne viva con cada movimiento, el dolor es siempre tolerable, casi un amigo pues le recuerda que está allí, más que como una consciencia aislada. La cobija rodea su cuerpo, la lleva hasta su nariz para olfatearla, el aroma a jabón lo inunda y la imagen del muchacho invade su mente.

Quiere verlo. La anticipación por su compañía, lo llena de temor y lo llena de dicha.

La eucaristía de la mañana suena lejana, le hace daño pero le saca una sonrisa, ahora puede calcularlo, si es que Taehyung no le miente, aunque le mintiera, es todo a lo que puede aferrarse; en la soledad, perderse es mucho más doloroso que morir. Los pasos fatigados de los hermanos vienen y van durante el tiempo que la capilla está abierta, los ruegos y el salmo del día se mezclan. Jungkook sólo permanece inmóvil escuchando todo, buscando entre todos los pasos, entre las voces, entre las presencias... busca a Taehyung. Lo oye en el coro, muy alto, cantando los oficios divinos junto a los demás; su voz grave, de terciopelo, invade el cuerpo del caído dándole calma, es en él en que reposa la impía presencia del ser atado a la columna en el sótano.

Pero el muchacho no aparece en los siguientes días, no está su voz, no resuenan sus pasos, no aparece su presencia en ningún rincón.

Cuánto se puede extrañar a alguien, cuán grande es la ausencia.

Jungkook toma las cerillas, juega con ellas suspirando derrotado, enciende una y la mira ensimismado, ahora sólo debe tirarla al piso de madera y dejar que todo arda, pero Taehyung ¿qué sucede si el fuego lo alcanza? Decide encender el candelabro, la luz en ese momento, lo hace sentir más cerca del novicio. Dos días más son necesarios para sentirlo quitar el candado, la puerta se abre en un sonido chirriante haciendo eco en la ápside, los pasos bajan los escalones y aparece portando una lámpara de aceite y una canasta.

─Taehyung ─dice aliviado.

─Lo lamento, no pude cumplir mi promesa porque cogí un resfrío. Lo bueno es que conseguí las moras ─su voz está ronca, es pequeña y casi inaudible.

─No te preocupes, no me iré sin despedirme ─trata de bromear para sacarle una sonrisa, consigue una mueca.

─Jungkook... ¿por qué me dijiste tu nombre?

─ ¿A qué viene eso?

El muchacho lleva una canasta, se la extiende mostrando algunas manzanas y varias moras. El demonio quiere tomarlas, sin embargo, Taehyung la aleja.

─En las lecciones dijeron que se le pregunta el nombre a un demonio para tener poder sobre él, si lo dice, es porque está debilitado. Y tú, me pediste que preguntara tu nombre.

Jungkook lo mira sin responder, su nariz denotando su estado le parece adorable, sus ojitos están un poco hinchados y sus labios resaltan brillantes como las manzanas.

─ ¿Me darás las frutas?

─Debes asearte un poco, no puedo traer muchas cosas o se darían cuenta así que debes conformarte ─habla acercándose, deja la canasta a un lado y se arremanga la vestimenta. Toma un paño y un poco de agua de la misma cesta ─ ¿p-puedo?

─Haz lo que quieras ─murmura bajo, similar a una cuita lanzada en una plaza llena de amantes.

El novicio pasa la tela con cuidado sobre su cuerpo, delinea su rostro con delicadeza; el demonio suspira mientras deja que el castaño siga su trabajo por su cuello, por su pecho descubierto, por sus brazos y sus manos. Ambos sienten una corriente invisible tirando de ellos. Con recelo, sus ojos temerosos van hacia los labios contrarios, en un momento pausado; sus respiraciones se mezclan tentando un beso, ofrecen el elixir que cesará el anhelo vertido en sus corazones.

─No te pusiste el ungüento ─de manera temerosa, las yemas de sus dedos van hacia las heridas. Acaricia la carne agrietada por los bordes de la sangre seca.

─No sirve de nada, las cadenas volverán a abrirme la piel aunque me regenere ─él también extiende su mano, sus dedos ahuecan la mejilla de Taehyung, las cadenas se tensan y suenan oxidadas. Algunas gotas negras caen al piso.

El novicio intenta decir algo, pero el estado lastimero de Jungkook lo vulnera, es egoísta siquiera pensarlo, sin embargo, cada día es más horrible. Una lágrima se escapa de sus ojos y sus labios tiemblan.

─ ¿Qué ocurre? ─con el dedo pulgar, el caído arrastra lejos la cristalina gota.

─ ¿Quieres que pele la manzana? ─su garganta arde, tiene un nudo que lo está asfixiando, es un invierno tan cruel, tan desgarrador.

Sin esperar una respuesta, Taehyung se aleja, saca la fruta y comienza a quitarle la cáscara con un pequeño cuchillo, se concentra en su labor ahuyentando la tristeza. Le alcanza pequeños pedazos que el contrario degusta sin objetar nada, el silencio va siendo más cómodo mientras más conviven. Comparten las moras a pedido de Jungkook, sus miradas se cruzan más de una vez durante esa noche. Afuera la nieve cae en giros lentos, aletargados. Es un extraño vínculo, ellos son cuentas falsas puestas en medio de un rosario sacrílego, atados por medio de sus almas, se encuentran con su destino al claroscuro del empolvado sótano. Una vez terminan de comer, el demonio sabe que el novicio se irá, graba en sus pupilas cada uno de sus gestos hasta que lo ve levantarse.

─Debo irme ─dice en un hilo de voz─ mañana iremos de paseo, la iglesia estará cerrada.

─Diviértete.

─Gracias ─Taehyung sube muy lento las escaleras; el corazón le pesa cada vez más. Un suspiro muere en su garganta al mismo tiempo que el caído suspira también.

─No te vayas.

No quiero irme.

Las palabras no dichas por temor dejan una marca perenne. Una de las cruces que rodean el sótano cae y es sólo lo primero en desmoronarse.

















Estuve leyendo una entrevista a un cura exorcista y mencionó eso del nombre.

Espero les guste el desarrollo del fic, tiene muchas emociones pausadas pero vívidas para mí.

Besos bitiezianos para todxs.

SacrilegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora