SEX

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La primera campanada despierta al muchacho, su cuerpo adormecido en algunas partes le duele tanto que suelta un alarido, tose un poco mientras se estira, el cielo está despejado y se escucha cantar un pajarillo en un árbol cercano. Mira las camillas vacías y límpidas a su lado, está en la enfermería.

¿Es que todo lo que pasó la noche anterior sólo fue un sueño? Cada cosa que gira en su memoria parece tan real, puede jurar que todo lo fue; entonces ¿cómo regresó a la enfermería?

─Jungkook ─sus ojos comienzan a aguarse. Afuera terminó de llover pero en su interior, siente que está hecho de una presa de agua que inevitablemente se desbordará, se abraza buscando consuelo sin gritar y volverse loco, cosa que no logra. Al ver al boticario entrar junto al abad, se deshace del llanto como puede.

─Buenos días, Taehyung.

─Buenos días ─se incorpora saludando con respeto a los dos hombres, su voz suena apagada, en un murmullo de ave.

─ ¿Cómo te sientes?

─Mejor. Lamento ser una carga, retomaré mis labores ahora.

─No es necesario, descansa un poco más siquiera hasta que recuperes el color ─el monje encargado de la enfermería muele algunas hierbas que pone a reposar en una tetera llena de agua caliente. Se acerca mientras la infusión reposa.

El abad se sienta en una de las sillas de madera con ayuda del bastón, cuando la túnica que lleva se alza un poco, Taehyung distingue algunas marcas de tormento en sus brazos; eso confirma lo dicho por Jin, el martirio es practicado con frecuencia en ese lugar, no es que sea un secreto pero tampoco es un tema de conversación frecuente. La ráfaga de otro pensamiento se enlaza a las cicatrices, el dolor como medio de expiación que usan los monjes podría ser la razón del tormento de Jungkook, su dolor contribuye a la fe de los hermanos que le dieron techo y comida a Taehyung y que le enseñaron a leer y a escribir.

¿Cómo podrían ser capaces de dar tortura y decirse piadosos?

La sola idea le da ganas de vomitar lo comido en el pequeño desayuno de ayer, mientras el abad habla de los caminos intrincados del Creador, un peso oscuro nubla al joven novicio. Sus oídos escuchan pero su corazón no se atreve a seguir fingiendo calma, su mirar deshecho llama la atención de Shin, no parece ser consumido sólo por la enfermedad física, parece más una enfermedad del corazón.

El anciano carraspea antes de tomar su crucifijo e indicar que alzará una plegaria por la recuperación del enfermo, el monje boticario se une en el segundo verso y ambos invitan al muchacho a hacerlo también pero los labios de Taehyung se detienen sólo al comenzar, es incapaz de orar... igual a los poseídos por Satanás. Shin está a nada de buscar heridas o magulladuras físicas sin explicación además de otras pistas cuando un hermano irrumpe con el estupor marcando cada rasgo.

─ ¡Padre Shin, necesitamos que venga! ─todo su cuerpo tiembla, sus ojos están abiertos como platos.

─ ¿Qué ocurre?

─El Cristo de la cruz, arriba del altar, está llorando.

─ ¿Está llorando? ─todos miran al monje con sorpresa.

─Sí, la capilla está llena de un potente aroma a flores y todos estamos esperándolo para que vea el milagro.

Los cuatro religiosos se dirigen a la construcción, todos los hombres que habitan el monasterio se hallan arrodillados mirando a Jesús crucificado llorar grandes gotas, al llegar el Abad, esas gotas cambian poco a poco de color; de la cristalina e imperceptible falta de pigmento, pasa por el rojo tenue a un rojo escarlata y termina en un rezumante negro.

SacrilegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora