III

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Con una caja de pasteles, Kara se apresuró a través de la multitud de autos en el estacionamiento de la iglesia. Debido al tráfico pesado, todavía no había encontrado el tiempo para comer, y ahora el delicioso aroma que salía de la caja en sus manos le hizo agua la boca. Por el rabillo del ojo, vio una figura oscura sentada en un aguamarina Prius. ¿No es el de Lena? Cambiando su dirección, Kara caminó hacia el auto y se detuvo al lado de la puerta del lado del pasajero. De hecho, era Lena.

Ella miró al frente.

Kara movió la caja para liberar una mano y llamó a la ventana.

Lena se sacudió y giró la cabeza en su dirección.

Sin moverse, se miraron la una a la otra.

A la luz del anochecer, los ojos de Lena brillaron como el sol que brilla en la superficie clara del mar Mediterráneo. Ella es maravillosa. Kara parpadeó. ¿En qué estaba pensando? Lena estaba aquí porque necesitaba ayuda, y Kara era su potencial sponsor. Además, Kara no estaba interesada en involucrarse con un humano. Su única experiencia había sido más que suficiente. Ella había aprendido su lección. E incluso si estuviera lista para arriesgar su corazón y su alma nuevamente, no arriesgaría su sobriedad. Había una razón por la cual AA recomendó no comenzar una relación antes de estar sobrio durante al menos dos años.

¿Relación? Mentalmente sacudió la cabeza hacia sí misma. Ella ni siquiera conocía a Lena. Tenía que ser su bajo nivel de azúcar en la sangre lo que causaba estos pensamientos extraños. Ella puso una sonrisa en su rostro y saludó. –Hola Lena.

Lena bajó la ventanilla del lado del pasajero pero no hizo ningún movimiento para salir del auto. –Um hola.

Kara hizo un gesto hacia la entrada de la iglesia. –¿No quieres entrar?– Ella levantó la caja y sonrió. –Tengo pasteles.

En lugar de mirar la caja o el rostro de Kara, Lena pareció entrecerrar los ojos en algo intermedio. Ella se aclaró la garganta. –No gracias.

¿Se refería a la reunión o los pasteles? En un examen más detenido, parecía que gotas de sudor cubrían la frente de Lena. ¿Está ella en retirada? ¿O ha estado bebiendo? Lena estaba masticando chicle, y Kara recordó que ella también había hecho eso cuando todavía estaba bebiendo para que nadie oliera alcohol en su aliento. Un cuarto de ginebra y un chicle habían sido su ritual previo al juicio. Pero si Lena estaba borracha, lo estaba escondiendo bien. Kara señaló el asiento del pasajero. –¿Puedo sentarme un momento?

Lena parpadeó un par de veces como si necesitara un minuto para procesar lo que Kara le había pedido. Finalmente, ella suspiró. –Esa no es una buena idea–. Ella sacudió la cabeza. –Fue una mala idea venir aquí. No sé cómo terminé aquí en primer lugar.

Kara se inclinó para ver mejor la cara de Lena. –Viniste aquí para encontrar personas que escuchen y entiendan cómo te sientes.

–No saben nada sobre cómo me siento–, murmuró Lena. Ella miró a Kara con una mirada intensa. –Gracias. Sé que tienes buenas intenciones, pero realmente no puedes ayudarme.

Kara ya había escuchado estas palabras de otros que habían venido a buscar ayuda, pero que preferían volver a beber en lugar de aprender a enfrentar sus problemas con sobriedad. –Entonces, ¿quién puede?

–¿Huh?

–¿Crees que puedes resistir los impulsos que sientes ahora mismo?

–Yo ... no sé–. Lena tragó saliva y volvió a mirar a un punto entre el rostro de Kara y los pasteles. ¿Le costaba mirar a Kara a los ojos o le miraba los senos?

Su toque •SuperCorp• auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora