IX

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Dos semanas después, Kara siguió a Lena a su casa después de la reunión de AA a la que habían asistido juntas.

–¿Quieres una Coca-Cola?–, Preguntó Lena cuando entraron en su condominio.

–Sí, por favor–. Kara se quitó la chaqueta y se la dio a Lena. Entró en la sala de estar, que ya era territorio familiar, y se sentó en un extremo del sofá. –Mi garganta está bastante seca después de hablar tanto hoy.

Lena la siguió con dos latas de refresco y le entregó una. Se dejó caer en el otro extremo del sofá. –Estuviste genial–. Se inclinó hacia Kara y la empujó con una de las almohadas. –No puedo creer cuán abiertamente hablas de ti. Patrick nunca habría hablado sin que te abrieras primero.

Kara desvió la mirada cuando sintió que sus mejillas se calentaban. –El tuvo que hacerlo. Finalmente.

La lata siseó cuando Lena la abrió. –Él no hubiese podido–. Antes de que Kara pudiera responder, Lena agregó: –No lo haría.

Durante la reunión anterior, Kara había tenido dificultades para mantener su mirada fuera de Lena. Por mucho que intentara decirse a sí misma que era solo para asegurarse de que estaba bien, en el fondo, Kara lo sabía mejor. Al menos para sí misma, podía admitir que estaba enamorada de la enigmática autora. Ella se sacudió de su bruma. –Lo harás. Cuando estés lista.

Lena cambió su peso en el sofá. –Sé que dije que lo intentaría, pero no estoy segura de que compartir mi historia con el grupo sea lo correcto para mí. No tengo ningún problema en levantarme frente a cientos de personas para leer uno de mis libros, pero hablar de mí ...–  Ella sacudió la cabeza.

–Estás bien conmigo.

–Sí, pero eres ... especial.

El silencio se extendió entre ellas.

Finalmente, Kara respiró hondo y trató de mantener la voz firme mientras decía: –Estamos aquí para hablar sobre los doce pasos. Ellos te ayudarán. Una vez que haya completado el duodécimo paso, ya no tendrás problemas para contar su historia.

–Será mejor que obtenga una libreta de la oficina, para poder escribir todo–. Ella se levantó de un salto.

–¿Lena?

–¿Sí?

–¿Puedo ...?– A estas alturas, ella había estado en el condominio de Lena una docena de veces, pero aún no había visto su oficina. Ella dudó, no queriendo ser intrusiva.

Lena sonrió, pero Kara detectó una pizca de inseguridad. –¿Qué es?

–Puede sonar extraño, pero ... ¿Crees que sería posible para mí ver tu cueva de escritura?

Lena se quedó helado. –Uh, ¿te refieres a mi oficina?

Kara asintió con la cabeza.

–Bueno, ya sabes, no es nada especial.

–No espero el Taj Mahal, es solo que ... admito que tengo mucha curiosidad sobre el lugar donde escribes tus novelas–. Frotándose la barbilla, Lena pareció sopesar sus opciones. –Lo entendería si prefieres no hacerlo, solo pensé...

Lena cambió su peso de un pie al otro y fijó su mirada en la estantería contra una pared. Justo cuando Kara quería decirle que lo olvidara, Lena dijo: –Claro. Ven.

–Gracias–. Sonriendo, Kara saltó tras ella.

Lena abrió una puerta y barrió su brazo en un gesto que abarcó toda la habitación. –Como dije, nada especial. Solo una habitación con un escritorio y una computadora.

Su toque •SuperCorp• auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora