XVI

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Lena apagó el motor pero no salió del auto. Todavía agarrando el volante, miró la extensa casa colonial al otro lado de la calle. ¿Qué pasa conmigo y mirar los edificios? –Realmente tengo que dejar de hacer esto.

–¿Hacer qué?–, ​​Preguntó Kara desde el asiento del pasajero.

–Oh–. Lena no se había dado cuenta de que lo había dicho en voz alta. –Nada.

Kara extendió la mano y frotó el muslo de Lena, provocando un hormigueo que hizo que Lena olvidara su nerviosismo durante unos segundos. –¿Segura que quieres hacer esto?

No. A decir verdad, Lena no quería hacer esto en absoluto, pero al menos de esta manera, sería su decisión. –Sí. Tengo que entrar. Les dije que tendría una respuesta alrededor de las cinco y ahora son las cinco y media porque alguien que no quiero nombrar no me dejaba salir de la cama.

–¿Yo? Tú eras la que seguía diciendo 'una vez más'.

Las mejillas de Lena se calentaron. Eso era cierto. Había sido insaciable de una manera completamente nueva, por lo que ella y Kara habían pasado la mayor parte del fin de semana en la cama. Ahora deseaba estar de vuelta allí. Suspirando, volvió la cabeza y volvió a mirar la casa.

–Estás murmurando–, dijo Kara.

–Oh, lo siento–. Lena se dio cuenta de que había estado contando ventanas para calmarse. No estaba funcionando –Solo estaba ...– Nunca lo había admitido a nadie, pero ahora respiró hondo y dijo: –Estaba contando. Es un hábito estúpido cuando me pongo nerviosa.

Kara se inclinó sobre la consola central y besó su mejilla. –Es lindo–. Volvió a frotar la pierna de Lena. –Escucha, sé que esto es difícil. No tienes que hacer esto ahora si no estás lista.

Lena suspiró. –No creo que alguna vez esté lista. Pero el ultimátum que me dieron se está agotando, y si no voy a ellos, aparecerán en mi puerta, probablemente con Sam a cuestas, y creo que estarás de acuerdo en que hay cosas mejores cosas que esa visita–. Se desabrochó el cinturón de seguridad. –Será mejor que termine de una vez. ¿Estás segura de que no prefieres esperar en casa? Puedo tomar un taxi de regreso.

–Estoy segura–, dijo Kara. La expresión de su rostro no dejaba dudas de que no se movería ni una pulgada antes de que Lena volviera.

–Bueno. Pero por favor quédate en el auto y cierra las puertas después de que me haya ido. ¿Estás segura de que Imra te escuchará si llamas para pedir ayuda?

Kara miró un teléfono inteligente rosa en el tablero del auto. –Está a solo una llamada de distancia.

Por un momento, Lena se preguntó  por qué Kara llamaría a un djinn en su teléfono celular, pero luego se encogió de hombros y alcanzó la palanca de la puerta.

–¡Espera!– Con una ceja levantada, Lena se dio la vuelta. –Estaré aquí, esperando, ¿de acuerdo? No estás sola en esto.

Lena forzó una sonrisa. –Gracias. Te lo agradezco–. Después de un beso fortificante más, salió del coche y cerró la puerta. Sus miradas se encontraron a través de la ventana lateral y se asintieron la una a la otra. Cuadrando los hombros, Lena marchó hacia la casa de sus padres, más allá de un césped bien cuidado y una serie de ciervos de plástico y conejitos que sus padres pensaron que los ayudarían a encajar con sus vecinos suburbanos.

Su madre abrió la puerta antes de que Lena pudiera tocar el timbre. –¡Finalmente! Entra. Todos están esperando.

¿Todos? Las cejas de Lena se fruncieron cuando ella entró en la casa.

–Bueno, bueno, bueno, mira quién está en casa–. Sam salió de la cocina con una bandeja.

Lena se movió tan rápido que incluso los rápidos reflejos de su madre no pudieron detenerla. Una tetera de porcelana retumbó cuando empujó a Sam contra la pared. La bandeja se estrelló contra el suelo.

Su toque •SuperCorp• auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora