Epílogo

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Absurdo final

20 de febrero

El día apunta a un frío inexplicable y lluvioso.
Coincidiendo con mi estado de ánimo y nuestras irreversibles acciones.

La escuela pasa tan rápido que ni me percato de la hora que es.
En unas horas estaré tumbada en mi cama llorando por él, maldiciendo mi destino y la realidad que estoy por vivir.

Mamá no está en casa, y es mejor para mí, puesto que saldré por un rato a un desafortunado encuentro.

Mi apetito desaparece con tan solo pensar en aquel rubio que robó mi corazón sin algún permiso.
Mis ojos arden de volver a llorar, mi cabeza de vueltas y me llegan unas arcadas, producto de lo que causa en mi.

La hora acordada, o por lo menos que me informaron, llega demasiado rápido, y no me queda otra cosa más que salir.

Las calles parisinas ajenas a mi sufrimiento, están igual que antes; las personas caminan con sombrillas por la llovizna que inunda la ciudad, mientras que otras intentan cubrirse con sus abrigos.

El lugar acordado no está tan lejos, por lo que no me cuesta llegar rápido.

Mi suéter con unas tallas de más, logra cubrirme perfectamente mientras espero su llegada.

Los minutos se vuelven eternos al igual que mi soledad; mi mente crea un sin fin de teorías sobre lo que pasará y mis ojos lagrimean sin cesar.

Envuelta en una depresión, por fin lo veo llegar, solo con una capucha, intentando aparentar. 

Yo espero lejos del punto de reunión, el cual es un callejón; lo miro con disimulo mientras saca la caja donde mis cartas están.

Apretó lo que traigo en mano, a la par que él crea fuego dentro de un barril de hierro; arroja pedazos de periódico para acelerar el proceso de combustión y con cuidado de no arrugar, saca la primera carta de un tono rosa, la reconozco perfectamente, ahí es donde narro como te conocí y un sentimiento extraño despertó en mi.

La mira con melancolía y la arroja sin compasión; el fuego casto la comienza a consumir, al igual que mi paciencia.

Repite lo mismo con las 24 cartas hechas con amor; repite la misma acción que me rompe y hace llorar de nuevo.

El fuego cada vez se vuelve feroz y ni siquiera la casta lluvia le cosquillea; así es como mi resignación llega a plantarse y nada la puede detener, así es como nuestro destino nos separa y nos avisa que el ocaso se acerca.

—Te han faltado estás— entonces, con una valentía irreconocible, salgo de mi escondite y me acerco a donde él.
Sus ojos, sorprendentemente llorosos, me miran con asombro.

—Li-lisa —su boca entreabierta da a entender que no esperaba mi llegada— ¿Qué haces aquí? —su voz entrecortada me hace sentir el doble de mal, más sin embargo, solo le tiendo las dos últimas cartas.

— Perdón por enamorarme —una sonrisa amarga se planta en mi rostro— no fue mi intención.

Su mirada se suaviza y me hace sollozar; sus manos temblorosas cogen mis últimos escritos y los mira con tristeza.

—No fue tu culpa —se limita a decir, al mismo tiempo que una lágrima cae sobre el papel que sostiene.

Nuestras miradas vuelven a chocar y sin querer, lo vuelvo a amar más.
Cierro mis ojos y niego varias veces.
—Es hora de irme —muerdo mi labio con insistencia y doy media vuelta, lista para partir, sin embargo, me logra detener y me pide quedarme por unos segundos más. 

—Alguna vez te amé —me doy la vuelta y lo enfrentó— alguna vez fuiste mi todo, tal y como lo expresas en aquellas cartas hechas cenizas.

Me alejo unos pasos de él y me dispongo a reprocharle—: no hay porque dar este tipo de explicaciones —suspiro y mi desgano vuelve.

—Lisa— mi nombre saliendo de sus labios, sigue produciendo la misma sensación en mi estómago— ven aquí —sus brazos se extienden invitándome a abrazarlo. 

Mis sentidos colapsan y me adhiero a él como si fuera lo más reconfortante en el mundo.

En sus cálidos brazos me siento acogida y con nostalgia; definitivamente este momento será un recuerdo difícil de borrar, más aún cuando se separa y vuelve a unirnos con un cálido beso de despedida.

Sus labios me llenan y me hacen querer permanecer así por siempre.
Aquello que creí nunca sucedería, ocurrió en el momento menos esperado.

Mis mejillas vuelven a mojarse por lágrimas absurdamente de felicidad.

—Seguire estando para tí —es lo primero que dice en cuanto nos separamos— espero tú lo sigas estando también.

Trago saliva y asiento con dificultad.
—Siempre estaré para ti —sonrío y le vuelvo a abrazar— nunca olvides que te quise— y con ello por fin me voy, me alejo de él y de algún futuro distorsionado que me imaginé

Me aparto sin mirar atrás, de algúna ilusión que creí palpar, de una realidad absurda que colapso en el momento de mi confesión, y de todo ese amor que le ofrecí.

El absurdo final llega y no me queda más que aceptarlo; mi disparatado destino elige lo correcto y por fin logro ceder ante ello. Más sin embargo, nunca podré olvidar aquel amor que sentí por él. 



N/a: AHHHHHHHH
LITERAL, ESTOY GRITANDO DE LA EMOCIÓN POR HABER TERMINADO ESTA OBRA.

Cartas para Adrien habla sobre el enamoramiento de Lisa, como expresa su amor en cada nota y como su final es algo desgarrador.

En un principio tenía planeado otro contexto, pero a veces no me gustan los finales felices mujajaja.

Le di un final diferente al previsto y me gustó.

GRACIAS por su apoyo bebés, son lo + ;;

LOSAMITO

Ingrid_

Cartas para Adrien © - t e r m i n a d a Donde viven las historias. Descúbrelo ahora