Parte Cinco : Acercamiento

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Sarada había sido elegida como la representante a cargo del festival por parte de su curso. Revoloteó los ojos al terminar las votaciones. ¿Lo problemático? Lo haría con Inojin y no quería hacer nada con él. Era molesto y pesado. A veces se preguntaba por qué era el más popular del colegio. ¿Cómo una chica podía fijarse en alguien engreído y sabelotodo? No tenía idea. Ambos se quedaron hasta después de clases, primero porque les tocaba limpiar y segundo, porque necesitaban poner en papel las ideas que el curso les dio. Al terminar de limpiar, el rubio se echó sobre la silla y soltó varios suspiros agotados.

—Oye, Sarada. ¿Ya pensaste en alguna idea?

—El festival es dentro de dos semanas. No tenemos demasiado tiempo. Debe ser algo sencillo.

—¿Una casa del terror? Es algo cliché, es cierto, pero a todos nos gusta. Y creo que nadie lo ha hecho todavía.

A mi no, refutó en su mente la Uchiha. Odiaba las casas del terror, además de aburridas, era innecesario montar semejante espectáculo para lo que ellos llamaban "la flecha del cupido". Sarada resopló tratando de pensar. ¿Acaso no existían mejores ideas? No quería perder tiempo pensando en eso, debía juntar sus cosas y retirarse a su trabajo, así que se puso de pie y colocó su bolso en su hombro.

—Inojin, sabes que debo ir a trabajar. ¿No podemos pensarlo después?

—Sarada—se quejó—. Me resulta extraño que quieras escapar de tus obligaciones. ¿Por qué estás tan apresurada?

Obviamente no se lo diría. Necesitaba llegar y contarles a sus amigas que recibió una nueva carta. Todas estaban esperándola. ¿Continuar con el festival? Eso le resultaba aburrido y ni siquiera quería ser partícipe. Hasta hubiera querido encontrar al chico de las cartas. Extrañamente había recibido dos cartas esta mañana y no entendía por qué. Tampoco las había leído. Tenía miedo, más bien, estaba ansiosa y no quería leerlas en soledad. Estaba tan absorta en sus propios que no se dio cuenta que el rubio la estaba llamando.

—¡Sarada!

—¡¿Qué...?!

—Podemos continuar en tu trabajo si quieres.

—No quiero—susurró molesta.

Inojin la miró confundida. ¿Por qué no quería colaborar? Ella era responsable y esa actitud no era propio de ella. Al intentar convencerla una vez más, la pelinegra tuvo que aceptarlo. Así que se retiraron juntos hasta el café literario. No era la primera vez que visitaba el bar, de hecho, lo hacía con su amigo Shikadai para que pudiera engancharse con Yodo; algo que ni siquiera funcionaba. Al ingresar al bar, ya se encontraban sus compañeras incluyendo Sumire y Chouchou, esperándola como de costumbre. La campanilla dio aviso de la llegada de más clientes detrás de ellos. Boruto y Mitsuki también ya estaban en el lugar. Ubicados en el mismo lugar de siempre. Sarada volteó hacia su compañero de clases y le hizo una seña hacia una de las mesas del frente:

—Espérame un segundo ahí. Ya vuelvo.

—De acuerdo.

Boruto levantó una ceja al verlos entrar juntos. ¿Quién era él? ¿Acaso era el chico de las dichosas cartas? Últimamente los veía juntos. No pudo evitar sentir un revoltijo en el estómago: eran celos. Mordió su labio inferior. No iba a permitir que no tuvieran la charla de hoy. Continuaría con lo de ayer y trataría de que su relación mejorara. Sarada subió para cambiarse el uniforme por el del negocio. Se hizo una trenza improvisada y bajó. Al cruzar miradas con el Uzumaki este le sonrió ampliamente y saludó con la mano. Se daba cuenta que ese chico sentía algo por ella. Se notaba por la forma en que sus ojos brillaban al verla.

Prohibido Olvidarte ( BoruSara )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora