Las mañanas frías y secas, el blanco cegador de las colinas inundadas en la más pura nieve, las cabañas tradicionales de la costosa zona norte. El olor a pino congelado y a galletas recién horneadas. Así se sentía despertar en Gwangju.
De pequeño adoraba venir de viaje familiar y bajar corriendo las escaleras para robarle las galletas a mi mamá, o jugar con Jin a molestar a papá mientras trabajaba. Pero con el tiempo, esos viajes se convirtieron en el peor momento del año. Mamá y papá no dejaban de discutir, Jin se había vuelto mayor y ya no disfrutaba jugar con su hermano pequeño, ya mamá no hacía galletas porque se pasaba las mañanas y tardes llorando en su habitación y escondiéndose de papá y los extraños moretones que tenía en todo el cuerpo, pero claro, mi mente de niño nunca pudo entender de donde venían. Hasta que nació mi hermana y todo empeoró, si es que no era malo antes. Mamá dejó a papá después de serle infiel con su, ahora marido, y aún así seguimos con la tradición, con su nueva familia. Pero esta casa es de los dos y cada vez que mi progenitor se enteraba de que mi madre estaba aquí con Nick, su esposo, venía a dejar todo patas arriba, como solo él sabía hacer. En la última ocasión terminó golpeándole y con una orden de alejamiento. Pero claro, de eso no hay prensa que se entere.
Por eso no podía evitar sentir un desagradable amargo en el estómago cuando ahora entraba a la no tan acogedora casa de navidad de mi familia. Mi hermana Woonie, Seokjin, su prometida y yo, habíamos decidido venir antes para acomodar las cosas a los invitados de este año.
Woonie sabía de mis traumas con aquella casa y los malos recuerdos que guardo de ella. Lo extraño de todo es no encontrar a mamá por ningún lado, ni tampoco a su marido Nicolás, normalmente ellos siempre estaban aquí unos días antes para aprovechar las vacaciones de Nick que empezaban tres días previos a navidad, pero no, no había nadie allí.
- Mamá y mi papá están de viaje en las Maldivas- respondió Woonie cuando notó que me había quedado parado en la sala buscándola
Todo seguía igual que la vez anterior. Mi madre había redecorado todo para quitar cualquier rastro de tradición coreana y hacer sentir más cómodo a Nick, o lo que en realidad significaba, borrar todo rastro de malos recuerdos de aquel jodido lugar.
Lo primero que veías cuando entrabas a la residencia era la enorme diferencia de aquella casa con las demás tan tradicionales de Corea. De dos plantas y en su completa construcción de madera de roble oscuro, con unos enormes ventanales en el segundo piso que te dejaban ver desde afuera, un poco, de la enorme sala comedor con su gran chimenea. El primer piso, al entrar lo primero que tenía era un pequeño recibidor, con una mesa que tenía un jarrón con flores plásticas y una vasija para poner dulces, mi hermana no tardó nada en vaciar los caramelos de café y leche que trajo, un gran espejo encima de la mesa con dos hermosos candelabros a los costados dándole ese aire elegante que caracteriza a mi madre. Lo que le seguía a la derecha era una enorme sala con muchas puertas correderas para el patio exterior y luces medio apagadas que daban un entorno más romántico a la estancia, en la izquierda de la entrada un conjunto de sofás color café y gris oscuro lleno de cojines de pelusas que le encantaban a mi madre, una hermosa chimenea frente mucho más grande que la del segundo piso, una mesa cafetera en el centro con varias velas aromáticas y adornos que rondaban los colores cobre y plateado, encima de estos una lámpara que dejaba caer los bombillos con unas cuerdas en tramos disparejos, a mi hermana le encantaba jugar a chocar un bombillo con otro, hasta que se rompió uno y se cortó la mano, ese día Jin y yo tuvimos que correr con ella al hospital, y si ya era duro el regaño de mamá por dejarla hacer eso, peor era la pataleta de Woonie cuando le pusieron los puntos.
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The Stripper [Jjk & Kth] +18 "SAGA RAMÉ"
Fanfic¿El fin justifica los medios? Esa es la pregunta que Mía lleva haciéndose desde que creció. Cuando la vida la había golpeado tanto que las esperanzas se habían perdido. Pero quedaba un hueco, una gota de brillo que la hacía querer despertar. Él era...