Pov Jennie.
Estoy muy confundida en éste momento.
- ¿P-podrías bajarte?.– Me dijo.
Yo asentí, y le hice caso.
- ¿En serio estás usando arnés, pervertida?.– Pregunté.
Ella me miró con una ceja alzada, y luego sonrió.
- Si, eso estoy haciendo. No tuve tiempo de quitármelo cuando Rosé me sacó casi arrastrando de mi cama. He dejado a la chica con ganas...– Se dió vuelta, y caminó hacia fuera del mar.
- Ya...– No sé por qué no le creo ni una palabra.– Seguro que hay alguien que aguante tu humor.
- Mi humor es muy bueno, si lo preguntas. Solamente trato a las personas por como las veo.
- ¿Estás diciendo que me tratas feo porque me ves fea?.– Alcé una ceja.
- No. Eres bastante hermosa, en realidad. Pero pareces la típica ricachona que solo se fija en ella misma. No quiero juntarme con personas así...– Me miró directamente a los ojos.
- Lamento informarte que yo no soy así. Puede que sí se me escapen factores de ricachona mimada, pero la mayoría del tiempo soy bastante humilde.– Comencé a caminar hasta el hotel. No me interesaba andar en bikini y dejar mi ropa tirada.
- Hay un dicho que dice que el humilde deja de serlo en el momento en que se cree humilde.– Me siguió el paso.
Solo me quedé en silencio, y me dirigí a las aguas termales. Creo que eso me hará relajar.
- Bien, entonces no soy humilde.– Dije antes de entrar.
- Yo iré a mi habitación.– Me dijo, comenzando a caminar. No dudé en seguirla.
- Te recuerdo que debemos estar juntas para cuando lleguen las chicas.– Le dije con el ceño fruncido.
- No creo que quieras estar cuando use mi arnés con alguna chica.– Me sonrió. Dios mío, tiene una sonrisa de muerte.
- Y no quisiera estar cuando Rosé te agarre a putazos por no estar conmigo, así que prefiero quedarme.– Ella solo se quedó en silencio y llegamos a su habitación. Casualmente estaba cerca de la mía, así que caminé hacia mi habitación.– Alfred.– Llamé a mi mayordomo, que se encontraba viendo su celular.
- ¿Si, señorita?.– Atendió inmediatamente.
- Necesito que busques mi vestido rojo.– Le ordené.– Y me lo llevas hasta la habitación 206.
Él asintió y se dedicó a buscar. Yo me dirigí hasta la habitación de Lisa, y golpeé la puerta.
- Y yo que pensé que me había librado de tí.– Bromeó, dejándome pasar.
- No es tan fácil...– Le sonreí coquetamente. Pude ver como tragó saliva.– Pero no te preocupes, solo vine para estar contigo un rato. Quiero preguntarte algunas cosas de Rosé, antes de irme a mi cita.
- ¿Cita?.– Me preguntó con una ceja alzada.
- ¿Es lo único que escuchaste de todo lo que te dije?.– Bromeé.– Quiero saber si Rosé es una buena chica para mi Jisoo.– Obviamente no me interesaba, pero era parte del plan.
- Mejor deberías decir si Jisoo es una buena chica para mi Rosie.– Sonrió.
- Lo es. Es la mejor que puede haber. Después de mí.
- ¿Qué significa eso?.– Rió.
- Que nadie es mejor que yo.– Reí junto con ella.
Tocaron la puerta y Lisa abrió.
- Señorita Kim, aquí está su vestido.– Dijo Alfred. Yo lo tomé y le sonreí.
- Gracias, Alfred. Puedes ir a divertirte, tienes el día libre.– Él asintió gustoso y se retiró.
- ¿Tienes un empleado?.– Me miró Lisa sorprendida, luego de cerrar la puerta.
- Claro.– Sonreí.– Voy a cambiarme aquí, ya que quiero seguir conversando sobre Rosé.
Ella me miró como si estuviera loca, y casi se le salen los ojos cuando comencé a desvestirme.