Aún sigo creyendo que todo es muy apresurado, pero así es en la familia real.
Mi princesa tomará el cargo en unos años, y yo estaré a su lado, ayudándola en lo que necesite.
- ¿Ya estás lista?.– Me preguntó Jisoo, mientras admiraba mi vestido de bodas.
- Lo estoy.– Le sonreí.
- Te ves hermosa, Jendeukie.– Pude ver la emoción en su rostro.
- Lo soy.– Bromeé.
- Tu padre está esperando abajo.– Me informó, antes de abrir la puerta para que pudiera salir.
Llegué donde mi padre, quien me recibió con un beso en la frente.
- ¿Quién lo diría?. Que mi princesa se convertiría en una duquesa, y la esposa de otra princesa.– Me sonrió emocionado.– Tu madre está muy orgullosa.– La apuntó.
- Hija...– Se acercó.– Te ves tan hermosa como cuando era joven. Eres mi hija, y como tal, te entrego lo más preciado que tengo, después de tí.– Me entregó una cadenita de oro.– Ahora ve, que se hace tarde.– Besó mi frente.– Mis bendiciones sean contigo.
Me subí a la limusina, que partió rumbo a la iglesia.
Mis nervios comenzaron a disiparse de a poco. Aunque Jisoo no ayudaba mucho, ya que hablaba exaltada por celular.
- ¡Ya llegamos!.– Gritó, corriendo a bajar del vehículo para abrirme la puerta.
- Alfred.– Le dije a mi mayordomo.– Gracias por todos tus servicios.– Me sonrió asintiendo antes de que me bajara.
- Hija, vamos.– Mi padre, que venía en el vehículo de atrás, me tomó del brazo, y nos dentramos a la iglesia.
Me asusté un poco cuando empezaron las trompetas, pero el piano hizo que me relajara.
Todos aplaudieron en mi entrada, pero yo solo me fijaba en Lisa, y en lo malditamente bien que se veía en ese vestido.
- No creí que fueras a usar vestido.– Le dije sonriendo.
- No creí que te vieras como una diosa.– Besó mi frente, antes de mirar al padre.
Comenzaron la ceremonia, y yo sentía mis manos sudar.
Cuando llegó el momento del beso, luego de haber aceptado, fue tan magnífico, que no pude evitar soltar lágrimas de emoción.
- ¡Que vivan los novios!.– Gritó Jisoo. Claro que no se podía quedar callada.
- ¡Que vivan!.– Y claro que le seguiría Rosé.
Todos aplaudieron mientras caminábamos hacia la limusina.
- Espero que tengas una gran luna de miel.– Levantó ambas cejas, Jisoo.
- La tendré. Tenlo por seguro.– Le sonreí.
Cuando nos subimos a la limusina, nos miramos sonrojadas.
- Eres muy hermosa, esposa mía.
- Y tú muy sexy, mi princesa.– La besé.
- Te amaré por siempre.
- Y yo a tí.
- Eres mi esposa, mi luna, mi sol, mi cielo, mis estrellas, y mi universo. Eres todo lo que puedo ver, y lo que puedo sentir. Eres mi todo. Tú, Jennie Ruby Jane Kim, eres mi todo...– Aquellas palabras que me dedicó Lisa, jamás las olvidaré.
- Has llegado a calar en mi corazón, que acoge tu amor como la más delicada flor. Eres mi vida, Lalisa Manoban, lo eres todo para mí. Eres, y siempre serás, mi princesa.
Sellamos nuestras palabras con un beso lleno de amor, un amor que durará por toda la eternidad.