- ¡¿Q-qué haces?!.– Se giró totalmente avergonzada.
- ¿Por qué te sonrojas?. Ambas somos mujeres.– Sonreí, mientras me desvestía más lento.
- ¡N-no me he sonrojado!.
- Entonces date la vuelta.– Sonreí.– ¿O tienes miedo de usar ese arnés si me ves?.– Me encanta provocarla.
- Seguro.– Dijo con sarcasmo.
- Cobarde.– Murmuré.
- ¿Cómo has dicho?.– Oh, parece que eso ha funcionado.
- Nada, nada.– Dije sin importancia. Finalmente se giró hacia mí, y me vió desnuda. Pude ver como respiró profundamente mientras miraba mi cuerpo. Llegó hasta mis ojos, y se sonrojó.
- No soy una cobarde.
- Bueno, en ver no hay nada malo, así que nadie es cobarde por eso.– Sonreí.
- ¿Qué estás insinuando?.– Alzó una ceja.
- Tú si que eres lenta.– Rodé los ojos. Me acerqué rápidamente a ella, tomé su mano y la puse en mi pecho.– Ésto es no ser cobarde.– Sonreí.
Ella simplemente se quedó en silencio, petrificada y sonrojada. Tragó saliva unas tres veces más o menos, y no se movía.
Sentí como hizo un leve movimiento en mi seno, como si quisiera apretarlo, pero apenas imperceptible.
Tienen unas manos tan suaves...
Reaccionó y se apartó.
- ¿Cómo se te ocurre hacer eso?.– Frunció el ceño. Que sexy...– Debes respetarte.– Apartó la mirada.– No creas que es agradable para mí, tocar a una mujer que no me atrae para nada.
Se va a arrepentir de decir eso...
- ¿Así que no te atraigo?.– Me acerqué a ella, respirando en su cuello. Quizo apartarse, pero fuí más rápida y la pegué contra la pared.– ¿No quieres probarme?...– Pasé mis labios delicadamente por su cuello. El autocontrol se me está llendo de las manos. Ella temblaba, y eso me hacía entender que estaba en la misma situación.– Si no quieres hacerlo, otra persona quizás lo quiera.– Me alejé antes de que mi plan se volviera en mi contra.
- ¿C-cómo?.– Salió de su trance.
La miré y pasé la mirada por todo su cuerpo.
- Tu arnés está vivo, al parecer.– Me reí. Ella se cubrió inmediatamente.
Comencé a vestirme, poniéndome la ropa interior y luego el vestido. Aquel vestido me quedaba espectacular, y todos caían ante mí con él puesto.
- ¿Dónde vas?. Se supone que debemos estar juntas para cuando llegue Rosé.– Me dijo, cuando acabé de vestirme.
- ¿Ahora te interesa?.– Reí sarcásticamente.– Pues mira, dile que me he sentido mal, y me he ido a mi habitación.– Le sonreí.– Problema resuelto. Nos vemos.
Abandoné la habitación lo más rápido que pude, y escuché un bufido de frustración, el cual me indicó que lo estaba haciendo bien.
Rápidamente me fuí al buffet, puesto que en realidad no tenía ninguna cita, y me quedaría sola.
- Hola, linda.– Un chico, al parecer extranjero, se sentó a mi lado.
- Hola.– Sonreí. Realmente me gustaría conocer a alguien que me gustara...
La imagen de Lisa vino a mi mente, pero la descarté.
- ¿Cómo te llamas?.– Me sonrió coquetamente.
- Jennie.– Tal vez un poco de diversión no estaría mal...