Uncertainty

204 33 70
                                    

       Hubieron días en los que ciertamente podía decir que también estaba confundido. Si me aferraba a aquello que él no podía decirme, quizá yo tambien pudiera ser capaz de poner la estúpida excusa de una confusión para no verlo por un tiempo. Pero bueno, no era capaz.
Caminé solo deambulando por el barrio, pasando por la casa del imbécil Andy Wood y preguntandome por qué mierda no fue consciente de su jodida adicción, preguntándome por qué la vida resultaba injusta a veces.

También lloré porque en esos momentos mi vida era una total mierda, como no. Me sentía como cuando el perro persigue su cola, y uno que lo ve se ríe y hasta le resulta tierno aquel acto, pero el animal se cree capaz de hacerlo. La puta vida se estaba burlando de mi.

Pero los días transcurrían y a mi corazón eso lo estaba desdichando. Se llenó de dolor en semanas enteras sin hablar ni ver a Christopher.

[•••]

       Andy estaba estrujandome el corazón y lo extrañaba tanto, tanto, que hasta creí que no era posible que algo así pudiera ser real. El día en el que no fui a trabajar, mis ojos se tornaron ceniza y humo de luto, llorando la mayor parte de la madrugada y día por su latente ausencia. Mi jodido cerebro no hacía más que recordarme su voz y risa, sus abrazos, y todo lo que había sido. Pero no conforme decidí que necesitaba de su consejo.
Ese viernes mis pasos me condujeron al cementerio. Una vez más la ironía se presentaba, un sol radiante se hacía notar en el celeste cielo. El lugar estaba vacío, silencioso, pacífico y pulcro.

—Amigo, estoy perdido sin ti conmigo.– Susurré con las lágrimas amenazantes en el borde de mis ojos, derramándose sin pudor alguno. Luego de días había llorado todo lo que reprimí. —Desearía que esto fuera una maldita broma... Pero no es así. Ojalá estuvieras aquí, Andy. No sabes cuánto te extraño, cuan sin sentido se ha tornado todo. Yo... Por favor, despierta de una jodida vez.–Decía. Pero era en vano. Recordé que el me había dicho: "Un niño jamás pierde ilusión" y una vez más tenía razón, porque yo no perdía ilusión de volver a verlo. —Amo a Chris, tenías razón en eso también. Creo que antes de que yo lo supiera, ya lo predijiste. Y no sé qué hacer, como decirle que no quiero perderlo. Solo... Andy, por favor, échame la mano como siempre solías hacerlo.– Le sonreí al cielo de repente. El sentimiento de que allí estaba oyendome me aliviaba y daba otro tipo de onda. Algo que aclaraba mi incertidumbre.

      La brisa primaveral, el canto de las aves, y el silencio mismo me hacían compañía, consolándome y susurrándome al oído que todo mejoraría. Andrew palpitaba en mi corazón. Las horas me transcurrieron con calma allí, donde pronto deseaba descansar también, pronto en años; porque quería vivir más que un suspiro nervioso. Decidía vivir más.
Me dediqué a cantarle por lo bajo una canción que había compuesto: Inmortality. Y aquello de alguna manera fue para mí una catársis porque una pequeña redención acarició mi corazón. Más suspiros llegaban a pasos agigantados, más congoja, más dolor por sacar y más lágrimas. Pero sabía que él me oía, y eso era suficiente para mí.
Las horas se fueron escurriendo así que cuando las 18hs de aquel viernes primaveral fueron marcadas, me puse de pie y decidí marcharme.

—Te amo hermano.– Susurré, inclinándome para poner aquel racimo de flores violeta a un lado.

Mi mirada iba destinada al suelo, pero enorme fue mi sorpresa al levantar la vista y ver a lo lejos una figura conocida. Era el ladrón de mis sueños y realidades, ese que significaba amor en estado puro.
Aquel metafórico cielo estaba nublado, su rostro volvía a mostrarme una expresión triste nuevamente, pero ésta vez lo comprendí y no pediría explicaciones sobre ello.
Mis pies me acercaron a él, quien yacía sentado sobre una subida verdosa de pasto que concedía el panorama de todas las tumbas y como de costumbre al estar enfrente suyo me tomé el privilegio de sentarme a su lado. Para mi sorpresa, fue el quién habló primero.

—No quería interrumpirte...– Dijo aún mirando en dirección hacia el pedazo de piedra con el nombre de Wood. Entonces me esforcé desde ese instante por no mirarlo en cada momento. —Aquello que le cantaste fue hermoso, Ed. Se sintió como si nada de esto fuera real, como si Andy no se hubiese ido.– Halagó significando para mí persona que mi corazón tenía un motivo, entre tanta miseria, para regocijarse.

Un silencio reinó entre ambos, solo siendo acompañados por aquella paz que antes compartí solo con Andrew pero que ésta vez, compartía con mi pedazo de cielo. Quería hablar, pero quizá me había agarrado con la guardia baja y las palabras no salían de mi boca.

—Te extrañe estos días y, quiero decir que siento haberte evitado. No fue fácil.– Susurró, llevando su cabeza hacia mi hombro, tal como adoraba pasara. Chris siempre sabría cómo apaciguar mis aguas.— Descubrí que en medio de esa confusión que te oculte, aún después de la muerte, Andy sigue haciendo de las suyas.–

Ambos reímos. Todo parecía ser normal, o mínimamente, mejorar cuando estábamos juntos. Si tan solo él supiera, pensaba.

—Estoy enamorado de ti, Eddie.– Susurró temeroso.

Me gustaba siempre comparar a Chris con el cielo. Raro o no, así era. Amo ver el cielo, es lo unico que me calma, su color y su lejanía que simulaba cercanía; lo calmo y plácido que suele ser, pero lo estruendoso que se torna cuando se da el silencio que a traves de su cerrada textura nos indica que una tormenta se avecina. Y ésto, como no, era una tormenta después de que el cielo estuviera cerrado durante días.
Me sorprendí sintiéndome el ser más pequeño del mundo, queriendo ser yo el que apoyara mi cabeza en su hombro, para sentir que aquel momento sería eterno.— Y no espero que me correspondas. Solo ruego que no te alejes de mi.– Imploró.

Alcance su mano y la junté, como siempre había deseado, con la mía. El frío y el calor se fusionaron, una brisa (al parecer la misma que siempre nos acompañaba a todos lados donde tuviéramos que hablar) nos volvió a acunar. Fue fuerte aquel tacto, como si yo pretendiera jamás soltarlo.

Eres una incertidumbre vuelta certeza, Chris.– Susurré mirando sin pudor ni temor sus ojos, los cuales, gracias a dios, me correspondieron. Le sonreí.— Eres todo lo que necesito en mi vida, al menos hasta que el amor dure. De mi parte será eterno.–Aseguré.

Sus ojos color océano claro se volvieron agudos, cristalinos y profundos. Mi alma dió un vuelco y juro que aquello me significó la vida entera.

Christopher Boyle y su encanto me hicieron sentir, aquel día y los siguientes, que el mundo tenía más respuestas. Y que todas ellas, valían la pena ser buscadas.

meaningful.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora