Parte 14

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-¿Podrías abrazarme durante toda la noche? -puso sus labios sobre los míos, yo con la cara salada al empezar a llorar -Haz que no me quiera morir -la lluvia caía con furia sobre nosotras. Mummy Ducky nos miró bajo la luz de una de las farolas que daban luz a esa noche. Ámbar me cubría con sus brazos, mientras que Betty gemía de miedo.

Una ambulancia. Dos conejos bajaron a buscarnos. Mis amigas estaban atadas a la camilla y yo envuelta con una camisa de fuerza. Lo último que vi antes de cerrar los ojos fue su rostro, cubierto de penumbra. Ella nos había hecho daño y nos quería hacer más. 

-Déjame volar -le dije al doctor conejo. Clavó una inyección en mi brazo y me dejó dormir. Poco a poco los sonidos se distorsionaban y los gritos y súplicas de mis amigas eran un vago sonido de fondo que acompañaba la tormenta. Los colores bailaban y dejaban de ser importantes hasta que todo, una vez más, se volvía oscuro en mis ojos.

Las luces parpadeaban. Me arrastraban por el pasillo. Las chicas no estaban. Un montón de conejos y enfermeras de ojos negros me rodeaban. Abrieron mi camisa de fuerza un momento. Estaba sentada en una sala, con las manos inmóviles y la espalda desnuda. Mi nariz empezó a sangrar y sentí como un montón de agujas se clavaban en mi cuerpo.

Mi espalda se encorbó y acto seguido se dobló hacia atrás de dolor. Grité pero enseguida mi voz se cortó. Los ojos pasaron a dilatarse de forma inhumana a tornarse blancos. Estaba agonizando, sabía que me iba a morir. La respiración era casi forzada hasta que todas esas agujas dejaron de penetrar en mi carne.

Sentí como mi piel se estaba desgarrando, me levanté y grité. Quise correr, tropecé y me quedé quieta contra la pared. Mis ojos ardían y escocían, la voz dolía en mi garganta. No dejaba de llorar y sangrar por la nariz. La boca me sabía a hierro. La carne en mi espalda se estaba resgando, dando paso a dos nuevas extremidades que se abrían paso de la manera más violenta que había experimentado nunca. 

Grité hasta casi sentirme insconsciente. Me acostumbré al dolor. Por alguna razón que desconocía me estaban dejando morir. El cuerpo entumecido y garganta seca de tanto gritar. Cuando supe que mis alas ya estaban fuera, me moví con cautela, arrastraban en el suelo. Miré a mi alrededor. Tenían miedo de mi. 

-No puede volver a pasar ésto -dijo uno de los doctores conejo, intentaron defenderse de mi, pero no fue posible ya que cayeron con la espalda o el cuello rotos por mi. Los mechones de mi cabello aveces se pegaban a la cara. Aparté el pelo tras la oreja y me sequé la nariz de sangre. 

Levanté con cuidado las alas. Volé. Estaba volando por encima de la ciudad, contra la tormenta. Empapada. Atravesé las nubes y me cubrí de otro cielo. Estaba sobre todas esas nubes y podía ver despuntar al Sol desde mi perspectiva. El aire refrescaba mi cuerpo, dolorido y acalorado. Cerré un segundo los ojos y la oí. 

Mummy Ducky.

Caí desde esa altura, contra el asfalto húmedo. Solo unas heridas sangrantes, rasguños y arañazos. Tenía las alas cubiertas de sangre seca. La tormenta cesó. Prometo que podía verla al final de una larga carretera. Parecía vacilante. 

Mi paso era torpe, me tambaleaba. Las alas se arrastraban prácticamente, y también supuraban sangre. Caminaba dejando un rastro de cenizas. Los coches reventaban y ardían. Las casas se prendían fuego. Oía gritos. Sabía que ella me necesitaba. No conocía el Cielo, pero, esa ciudad se parecía mucho al Infierno.

Dos líneas de fuego junto a mi se abrían paso hasta llegar a ella. Me planté delante de Mummy Ducky, y me santigüé. Sonrió al verme y me acarició la mejilla. Un círculo de fuego nos rodeó. Me zafé de su mano y nos miramos a los ojos.

-Enhorabuena ángel, ahora ya has caído -las llamas se avivaron -Es el momento de que te conviertas en el demonio.





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⏰ Last updated: Sep 21, 2019 ⏰

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"Why did you steal, my cotton candy heart?"Where stories live. Discover now