Parte 3

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Sus ojos estaban inyectados en sangre, sus labios rojos estaban emborronados, y su lazo caía más hacia un lado. Su risa se unía con las carcajadas de los demás. Blue Boy y Candy, sobre la encimera de la cocina, fumando y bebiendo un vaso con mezcla. 

"Sentimientos emborrachados"

La música resonaba desde el salón. Muchos de nuestros compañeros de clase e incluso de algun curso superior, recorrían la casa de mi amiga, con ánimo de vivir y desconectar de la normalidad y la rutina a la que yo no estaba para nada acostumbrada.

Subí las escaleras hacia el piso de arriba, pasando por delante del salón, y de los chicos que fumaban marihuana. En las escaleras, encontré a Madeleine, besando a uno de los chicos de cursos superiores.

"Creo que ese chico se llamaba Jonathan, aunque, tampoco me importa demasiado"

Entré a la habitación de Candy. Recorrí cada rinconcito desde el umbral de la puerta. Di un paso adelante, cerrando la puerta a mis espaldas. La estancia estaba cubierta de colores pastel, predominando el rosa y el blanco, junto con un fuerte olor a nube de azúcar. Mi amiga tenía un montón de peluches, libros y discos, fotos nuestras y un enorme tocador repleto de maquillaje.

Abrí la ventana, salí y caminé por la cornisa, sentándome en lo alto de los tejados. Sostuve mirando de forma nostálgica una de nuestras fotos de pequeñas. Esa foto nos la hizo mi padre, por el cumpleaños de Candy, que cumplía 7 años.

-Tooth Breaker -oí a mis espaldas, entonces, divisé la figura atlética y esbelta de Ethan O'Rio. Una vez más, vestido de negro, con pantalones negros, con una franja blanca. Una camiseta negra con la foto de su banda favorita y unas deportivas blancas. Llevaba un porro en la mano izquierda.

-Buenas noches -sus ojos estaban enrojecidos, supuse que él había sido uno de los que trajo marihuana a la fiesta -¿disfrutas de la fiesta? -guardé la fotografía en el bolsillo de mi chaqueta y me centré en los ojos rojos de Ethan y en su aliento a humo.

-Creo que tú, no mucho -dio una calada a su porro, dejándonos cubiertos de una espesa capa de humo -Siendo la fiesta de tu mejor amiga, creo que deberías estar con ella -soltó una carcajada y dejó caer su cabeza en mi regazo.

-No me van las fiestas -aparté su cabeza de encima, y me levanté dispuesta a irme. Planché la falda de mis vestido, saqué la fotografía del bolsillo de mi chaqueta para devolverla a su lugar. Volví a entrar a la habitación de Candy. Me encontré la mano de Ethan sosteniendo mi muñeca. 

Dejé caer la foto al suelo por la sorpresa, ambos enseguida nos agachamos a recogerla. Me produjo vergüenza, ver a Ethan sonreir al sostener la foto entre sus dedos. La devolvió a su sitio y nos miramos a los ojos durante unos segundos.

-¿Cuántos años teníais? -volvió a sonreír y apagó el porro en la repisa de la ventana. Me di la vuelta, dándole la espalda y me dirigí a la puerta, abriéndola con cuidado. 

-Apenas 7 años, es una bonita foto -dije con la voz neutral y mirando hacia él de reojo. Acomodé mi cabello detrás de la oreja, salí de la habitación y me dejé caer apoyando la espalda en la puerta.

La risa de Candy era inconfundible. Subía de la mano con Blue Boy, entre tambaleos, carcajadas y besos. Blue Boy la besó contra la pared, justo delante de mi. Traían consigo, no solo un fuerte olor a alcohol, si no, que llevaban una botella casi a la mitad. 

-Amiga, vamos a mi habitación -empezó a gritar, apoyándose en la pared para aguantar el equilibrio -¿te apuntas? -justo en ese momento, abrió la puerta y ambos entraron, dejándome atrás y encontrándose a Ethan dentro.

-¿Jugamos a la botella, chicos? -Blue Boy se sentó cruzando las piernas, a su lado, Candy que le arrebató la botella de las manos para ser la primera en hacerla girar. Me abrí paso de nuevo en la habitación, y me senté junto con Ethan, formando entre todos un círculo.

Tras unas cuantas rondas, yo había sido la única a la que no le había tocado besar ni repetir a nadie. El ambiente estaba caldeado, y yo no quería formar parte de ello, pero quería cuidar de Candy. Me levanté, Ethan, tiró de mi falda a lo que yo respondí con un manotazo. 

Cerré la puerta del pequeño baño de Candy, cerré los ojos un momento frente al espejo y volví a abrirlos para analizar la situación. Mis ojos presentaban un leve tono rojizo, por el ambiente cargado al que me estaba sometiendo, mis labios estaban secos, y realmente estaba cansada de estar ahí.

Me senté un momento sobre el baño, para cubrir de nuevo mis ojos y calmar el dolor de cabeza que tenía. Volví a levantarme y vi en el espejo como la sangre caía desde mi nariz, manchando incluso, el cuello de color blanco de mi vestido.

Ethan entró preocupado, sorprendiéndose al verme sangrar. Nada con lo que poder detener la hemorragia. Vi como su camiseta se rasgaba y la arrugaba para limpiar mi rostro y secar con cuidado mi vestido. Al terminar ésto, me refresqué con agua y me dispuse a salir.

-Rompo mi camiseta para detener tu hemorragia... -me quedé parada un instante -...y no puedo detenerte y hacer que no te vayas ¿verdad? -oí como daba un golpe al mueble del baño. Cerré la puerta a mis espaldas y ni si quiera me fijé en si Candy y Blue Boy experimentaban algo de llo que se arrepentirían.

Bajé corriendo las escaleras, en busca de la salida. Pasé primero por la cocina, agarré el primer vaso lleno que vi, me lo llevé a los labios, y tras terminar con él, salí de casa de Candy. Corrí por el césped, crucé la calle sin mirar y aminoré el paso para llegar, menos agitada, a donde quiera que fuese en ese momento.

"No puedo llegar a casa ahora"

De forma inevitable, pasé por delante de mi casa y vi que las luces estaban apagadas. Pensé que mamá y el Sr Blue estarían juntos, dado a que, su casa si presentaba señales de que había alguien. 

Decidí no entrar en casa. Fui corriendo, pasando por delante de las casas y las calles poco iluminadas de mi barrio. Corrí hasta terminar delante de la tienda de Mummy Ducky que inesperadamente, estaba abierta y con los pasillos iluminados, pero no había nadie dentro, excepto un montón de patos.

Cadáveres de patos.

Enseguida, retrocedí un par de pasos, y sentí como mi nariz volvía a sangrar. La sangre goteó sobre mis zapatos, mezclada con la de aquellos animales sin vida. Mummy Ducky no estaba por ninguna parte, y aquella escena me había dejado helada.

Salí de la tienda, con los ojos como platos, y llenos de lágrimas. Estaba aterrada. Con el dorso de la mano me libré de la sangre que seguía corriendo, y dispuesta a volver a toda prisa a casa, me volví a ver paralizada, entre la espada y la pared.

-¿Papá? ¿Eres tú? -dije con la voz cortada. 

"Why did you steal, my cotton candy heart?"Where stories live. Discover now