Parte 4

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Mis zapatos estaban llenos de barro, el vestido lo tenía sucio y las manos me dolían y escocían. Solté la pala, mientras observaba como tapaba el agujero con más tierra, y me limpié las manos en la falda.

-Creo que ya hemos terminado -tenía la voz algo tomada, se me hacía raro ver que había cambiado también físicamente -Podemos descansar e irnos, es muy tarde, ¿sabe tu madre que estás fuera?

-No suelo seguir las normas -dije ofreciéndole un cigarrillo. Lo encendió y tras un par de caladas lo fuimos compartiendo. Caminamos juntos un buen rato, hasta terminar cerca de mi instituto. Nuestras pintas eran horribles, sucios, con manchas y seguramente oliendo un poco mal. Nos dejamos caer sobre el capó de un coche aparcado. Acabamos poniéndonos al día y supe que, nadie debía saber nunca sobre lo ocurrido en esa noche. 

Me llevó a casa.

-Deberías seguir tomando las pastillas, puedes acabar en líos si dejas de consumirlas y te descubren -frotó mis hombros con su mano -No quisiera que te pase nada, no lo mereces.

-No prometo nada -dije sonriendo. Sus manos apretaron las mías un momento, me dejó en la entrada de casa, y pude verle irse hasta que la vista me lo permitía. 

Al entrar a casa, descubrí que mamá acababa de llegar, pero se había quedado dormida en el sofá con el teléfono sobre el pecho, y una mano enredada con el cable. Sus cabellos se dejaban caer sobre un cojín que ella misma hizo meses atrás. Poseía un leve aroma a menta  así que, pude acabar de deducir que ella y el Sr Blue habían estado juntos, sin importarme de qué forma.

La tapé con una manta, recogí y colgué el teléfono y acaricié su frente antes de subir a mi habitación. 

Al entrar, vi un bote con pastillas sobre el tocador, junto al cepillo que me regaló papá. Tenía una pequeña nota sujeta a la tapa. Lo agarré y me lancé con lágrimas en los ojos sobre la cama. Destapé el bote y empecé a tomar las pastillas. 

"Una pastilla por cada una de aquellas, que no había tomado antes"

Sentí que estaba siendo coleccionada. De repente, mis ojos idos y la espuma brotando de mi boca. Arañaba el suelo y mis brazos con movimientos torpes y combulsiones. Mi madre me sujetaba la mano, atada por la muñeca a la camilla. El doctor era un conejo blanco.

Me vistieron con un camisón de color rosa palo en el hospital. Rodeada de cables y camillas, tapada por una cortina azul marino. Una luz tenue, iluminaba la silueta de mi madre tras la fina cortina que nos separaba. Sollozaba angustiada.

El Sr Blue e hijo no tardaron en llegar a consolar y tranquilizar a mi madre. Blue Boy asomó la cabeza por la cortina, y se coló para apoyarse sobre mi camilla, sujetando mi mano entumecida y fría durante unos instantes.

-¿Tienes un cigarrillo? -dije con la voz ronca y quebrada. Sentía que mi cabeza podía explotar en cualquier momento. De repente, las luces se apagaron, y Blue Boy se vio obligado a soltarme y salir de ahí.

-Es hora de dejarla descansar jovencito, en otro momento, podréis entrar -la enfermera poseía unos enormes ojos teñidos de negro, era pálida y esbelta, parecía un fantasma. Corrió las cortinas y ella también desapareció.

Algunos pequeños rayos de luna se colaban en la habitación, y aunque solo veía tinieblas, supe que él estaba ahí. Sentí su respiración tras las cortinas un instante, y poco despues le invité a pasar y sacarme de ahí.

-No puedo sacarte -acarició mi cabello y la zona de mis pronunciadas ojeras moradas -Debes descansar, estás en observación.

-Pues tu no puedes seguir arrastrándote entre las sombras, andando de puntillas como si nadie se diese cuenta -mi voz se fue hilando, me costaba hablar -Te crees un criminal.

Desapareció, otra vez. Había moratones en mis rodillas por él. Me enseñó a no decir "gracias" o "porfavor", y gracias a eso, hago lo que quiero cuando quiero. Mi alma sería cínica, pero, él no era un tipo duro.

"Está bien equivocarse, otra cosa es que lo reconozcas. Yo me había equivocado tomando esas pastillas, pero, fingiré que lo he hecho bien"

Me gusta que los demás tomen el control, incluso, cuando saben que no lo tienen. Les dejo interpretar el papel, y finjo ser su animal de caza. Incluso aveces su presa. Pero en verdad, soy yo quien tiene el control.

A mamá le gusta cantar conmigo, pero sé que, no cantaría ésta canción porque acabaría compadeciéndose de los que conozco. Menos de él. Aquel que cree que es un tipo duro.

"Soy solo buena en ser mala"

-Me gusta cuando te enfadas -dije de nuevo -Estoy agradecida de tenerte, pero de que estés solo tambien -hice una pausa -¿Crees que ella me tiene miedo? Quiero decir, no veo lo que ella ve, porque no estaba tomando las pastillas...

-Cariño, no me siento muy bien... -dijo con la voz ronca y quebradiza, intentaba no llorar mientras sujetaba mi mano con sus dos manos enormes.

-Eramos dos, y uno se escapó -fui cortante -Buenas noches, descansa.

"Why did you steal, my cotton candy heart?"Where stories live. Discover now