I. Ni chispas, ni mariposas

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Cuando se conocieron no hubo chispas, tampoco mariposas, nada. Eran personas totalmente distintas, perseguían objetivos y sueños distintos, lo único que las unía era Lucho, el único amigo en común que tenían. Nunca pensaron que la vida las llevaría a cruzar sus caminos de la manera menos romántica e idílica posible, la suya no comenzó como una historia de amor de película, su historia comenzó como un asunto de negocios, como la solución y salida fácil a sus problemas; pero la vida tenía otros planes, el destino se encargaría de llevarlas por un camino que ninguna de las dos esperaba.

Valentina Carvajal era una mujer extremadamente atractiva, inteligente, graduada en comercio internacional y única y futura heredera del emporio comercial y de medios más grandes del país. Por el contrario, Juliana Valdez era de origen humilde, huérfana de padre e hija única, lo único que le dejó su padre fue la humilde vivienda en la que vivía junto a su madre Guadalupe, Lupe, como la mayoría de las personas le llamaban. Absolutamente todo lo que había conseguido hasta ahora había sido a base de esfuerzo y dedicación, se graduó en la carrera de administración de empresas gracias a una beca que había conseguido gracias a su excelente desempeño académico en una de las universidades más prestigiosas del país; relacionarse con sus compañeros, los cuales en su mayoría, sino es que en su totalidad, provenías de las familias más poderosas y acaudaladas del país, la habían hecho refinarse y aprender a comportarse como se acostumbrara en los círculos de la alta sociedad mexicana.

Fue ahí, en la universidad, donde conoció a Lucho y a Valentina. Lucho era un gran amigo, realmente lo estimaba, en realidad lo quería, era el único amigo real que había logrado hacer en la universidad, a él no le importaba si su familia era de origen humilde o no; con Valentina por otro lado las cosas eran diferentes, no eran amigas, simplemente eran conocidas, se habían topado en varias ocasiones en la universidad o en alguna fiesta o en algún café, pero nunca habían congeniado, no parecían tener nada en común.

Valentina era caprichosa, cínica, acostumbrada a tener siempre todo lo que quería, siempre lo mejor; abiertamente gay y mujeriega. No tenía relaciones estables, todos los que la conocían sabían que no le gustaba el compromiso.

Juliana sin embargo, era una romántica empedernida e idealista, creía firmemente en el matrimonio y en el amor para toda la vida, esperaba la llegada de su príncipe azul, ese que la rescatara de su lucha diaria y la convirtiera en la princesa del cuento. Fueron ese idealismo y romanticismo los que siempre e inevitablemente la llevaron a que los hombres se aprovecharan de ella y a que la utilizaran. A pesar de ser tan exitosa profesionalmente, era muy crédula y excesivamente ingenua en el plano personal y amoroso.

Sin saberlo, inesperadamente el destino cruzaría la vida de estas dos mujeres sin que ninguna de ellas pudiera haber predicho lo que les esperaba. Los hilos de sus destinos ya se estaban entretejiendo y sería Lucho el que terminaría de unirlos.

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Debido a su ingenuidad, Juliana terminó enamorándose de su jefe. Estaba convencida de que él la amaba, así que cuando su ginecólogo le confirmo que estaba embarazada fue una alegría inmensa la que invadió a su corazón, se sentía dichosa y plena; desafortunadamente para ella, la respuesta de "el hombre de su vida" una vez que le dio la noticia, fue pedirle que abortara, le había dicho que él no quería tener más hijos. La vida de Juliana se había convertido en un infierno de un día para otro, el tipo había resultado casado y con hijos, se sintió morir; no lo podía creer una vez más se habían burlado de ella, le había mentido y la había engañado con una facilidad que a ella le avergonzaba admitir.

Ahora su futuro inmediato se veía negro y sin salida con un hijo por venir y sin tener la más mínima idea de qué hacer; pero su mala suerte y sus pésimas elecciones la estaban arrastrando a una cadena de infortunios que no la dejaban descansar y la hacían pensar que no había manera de salir de ellos. Debido a que el padre de su hijo el cual terminó siendo un patán era su jefe, la reputación de Juliana se vio afectada; el muy poco hombre invento tantos falsos en su contra que terminó siendo despedida por, de acuerdo siempre a los dichos del que hasta hace poco consideraba el "amor de su vida", incumplir con sus deberes. El tipo no paro ahí, en cualquier lugar en donde Juliana buscaba empleo, él se encargaba de dar las peores referencias sobre ella, en fin, sin trabajo, embarazada y con su reputación tanto laboral como personal hecha añicos , terminó sin saber qué hacer o a dónde ir, todo se le había juntado, su vida de repente se había convertido en un infierno.

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Por otro lado y por circunstancias completamente diferentes Valentina tampoco la estaba pasando muy bien, su vida libertina le estaba ocasionando severos problemas con su padre, el cual se encontraba cansado y a la ve preocupado por su patrimonio, ese que le había tomado toda una visa construir. León Carvajal no estaba dispuesto a que el emporio por el que había luchado por tanto años se viniera abajo por la falta de madurez y compromiso de Valentina, por lo cual la cito en su casa para poner las cartas sobre la mesa y darle un ultimátum.

León: Valentina, estoy muy preocupado por la vida que llevas. - Le dijo su padre sinceramente preocupado.

Valentina: No tienes por qué estar preocupado papá, nunca mi "mi estilo de vida" - dijo ella dibujando comillas con sus manos en el aire - ha interferido en mi manejo de los negocios o en mi desempeño en Grupo Carvajal.

León: Eso lo sé Valentina y si bien no comparto la manera en la que llevas tu vida amorosa, estoy consciente de que siempre te has desenvuelto de una manera impecable en el ámbito profesional dentro de Grupo Carvajal, sin embargo... - dijo León mientras miraba a su hija con preocupación - me preocupa que cuando yo muera todo por lo que he luchado quede a la deriva o en manos de alguien ajeno... - Valentina intento interrumpir a su padre, pero León hizo un señal con su mano para seguir - Eres una excelente profesional Valentina, , pero la manera en la que manejas tu vida personal entorpece que nuestros socios e inversionistas te vean con buenos ojos y me temo que no aprobaran que asumas la presidencia de Grupo Carvajal una vez que yo ya no esté.

Valentina: ¿Qué es exactamente lo que me quieres decir papá? - dijo Valentina empezado a molestarse - .

León: Valentina, después de mucho pensarlo, he decidido que es tiempo de retirarme y la junta no te quiere como mi remplazo en la presidencia de Grupo Carvajal. - dijo haciendo una pausa antes de continuar - He hablado con ellos y han aceptado considerarte como una opción siempre y cuando cumplas con ciertas condiciones que, por lo que hasta ahora veo, no estrás dispuesta a cumplir.

Valentina: ¡No me pueden hacer esto! - dijo levantando la voz y con enfado - ¡Soy tu hija!, cumplo con mis responsabilidades en Grupo Carvajal con creces y... - antes de que pudiera seguir, León la interrumpió - .

León: ¡Sí pueden y yo lo permito!, tu vida personal es un desastre Valentina y tarde o temprano terminaría afectando los intereses de Grupo Carvajal, - hizo una pausa intentando calmar el tono de su voz - Hija, sabes que no me refiero al hecho de que seas gay, me refiero al hecho de que absolutamente todo el mundo sabe de tus múltiples conquistas, tu promiscuidad, tu falta de compromiso; bien sabes que para nosotros la familia es primero y la junta ha puesto como condición que para asumir la presidencia debes estar casada.

Valentina: ¡¿Qué?! ¿Casada?, pero papá... - una vez más fue interrumpida por su padre - .

León: Sí, casada, y no solo eso Valentina, la junta ha decidido con mi apoyo, que deberás permanecer un mínimo de tres años casada.

Valentina: Papá, la junta no puede hacerme esto, de hecho, ni siquiera entiendo es que tú los apoyas en esta locura. Como has dicho antes, todo el mundo sabe que soy gay, ¿qué esperan qué haga?

León: Te lo dije Valentina, esperan que muestres estabilidad y compromiso, y desde su punto de vista, estando casada es una buena forma de demostrarlo, lo que menos les interesa es que seas gay, así que tú decides hija.

Valentina: No me parece justo, no pueden condicionar mi vida de esa manera, no me casaré, no estoy hecha para tener una relación de esa índole. - Se levantó y se dirigió a la puerta dispuesta a marcharse, cuando escucho a su padre - .

León: Lamento que esto tenga que ser así, tienes tres meses para decidir qué hacer, ese es el tiempo que he establecido para retirarme; si quieres asumir la presidencia de Grupo Carvajal, deberás casarte y sentar cabeza, de lo contrario, la junta nombrara un presidente interino mientras se define quien será el candidato a largo plazo. -

Valentina salió hecha una furia, no podía creer que su padre estuviera de acuerdo y apoyando las condiciones que la junta le estaba exigiendo. La sola idea de casarse la trastornaba, no quería atar su vida a otra persona, le gustaba su libertad, pero también amaba su vida profesional y todo lo que había hecho hasta ahora era trabajar incansablemente para llegar a ser una digna sucesora de su padre al frente de Grupo Carvajal; no quería que pasara a manos de un desconocido, después de todo era el trabajo de toda su vida. Paso la tarde entera pensando en lo que su padre le había dicho, entendía hasta cierto punto el por qué lo hacía, pero casarse sería cambiar por completo su estilo de vida, y aun cuando siquiera tomara en consideración la posibilidad, ¿con quién?

Cuando el amor llegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora