V

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—Vamos a ver si entendí bien. Número uno: Fuiste descuidado, pasando por el campo de entrenamiento y te golpearon con una pelota. Número dos: Cuando el amable y sensual Sean Zegers se acercó a disculparse tú lo insultaste. Tres: Lógicamente se molestó e intentó golpearte. Cuatro: Oficina de Patterson, se echó la culpa de tu idiotez. Cinco: Te siguió intentando solucionar todo, fuiste un completo imbécil con él. Seis: Tu madre apareció y el se culpó, nuevamente y Siete: Ahora vas a detención con el caliente y jodido Sean Zegers.

—Es un resumen demasiado largo pero acertado.

—Solo cállate y déjame respirar, mi ship está por hacerse realidad.

—¿Tu qué? Oh no, no esas rarezas otra vez.

—No te hagas el normal, imbécil, te encantan las rarezas.

—No las tuyas.

—¡Sh! Déjame asimilar esto. Se escucha como un fanfic. Podría hacer un fanfic con todo este material. Encerrados solos en la sala de detención.

—Nadie dice que estaremos solos, Papri. —dije poniendo mis ojos en blanco.

—Matas mi inspiración, bastardo. Deja de hacer esas muecas porque le diré a tu madre.

—Dile. Dudo que pueda estar más enojada conmigo.

—¿Entonces me puedes explicar porque con tu castigo estás aquí a las doce de la noche?

—Prefería tu estúpida casa del arbol a encerrarme en los confines de mi habitación.

—Pero si te encanta estar encerrado en tu habitación.

—Si, pero solo por voluntad propia.

Fue su turno de girar los ojos.

—Ahora si me voy. Tengo que entrar por la ventana.

—Mándame un mensaje así confirme que no te caíste al escalar.

—Eso sería lo mejor de todo el día. ¿Con qué podría mandarte un mensaje? Recuerda los mandatos de mi madre: Sin aparatos electrónicos en la semana.

—Que suerte que te gusta leer.

—Lamentablemente me gusta hacerlo con música relajante de fondo. Pero en fin, tendrá que ser en silencio.

No es que no me guste el silencio. Me gusta mucho cuando otros callan su idiotez.

—Entonces nos vemos mañana, infeliz.

—Buenas noches, horrible.

—Insoportable.

La escuché decir con un tono bastante cariñoso mientras me bajaba de ahí.

Afortunadamente, después de un par de gritos mi madre se calló (Ches la tranquilizó, recordándole que era mi cumpleaños y teníamos que celebrar) y el día pasó sin mayores contratiempos.

No sé porque no podía pegar los ojos. Ni acostado plácidamente en mi cómoda y perfecta cama. Debe ser la ansiedad. Quiero decir... mañana iré a detención. No es la primera vez, pero si la primera vez en mucho tiempo.

No, realmente mis nervios no son culpa de la detención, si no de a quién veré en detención.

Mierda.

×××

Amanecí como siempre. Con ganas de no moverme jamás. Lev se sentó sobre mi lo que aumentó mis anhelos de morir.

—Vamos hermanito, arriba, que ya amaneció.

—Eres inhumana.

Sala de castigo |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora