El médico indicó el horario de la muerte de Eunice a las cinco a.m.
Me había dormido mucho más calmado después de la charla con ella.
Pero el saber que iba a morir no cambiaba casi nada, no cambiaba el dolor, no cambiaba la tristeza. Sobre todo lo que sentía cuando veía a Sean así.
En cuanto se enteró gritó, pataleo, sollozó como un animal siendo golpeado y únicamente estábamos ahí yo y el hermano de Eunice, quien estaba de viaje y tomó un vuelo de inmediato al enterarse del estado de su hermana, pero lamentablemente llegó tarde para las despedidas. Me pregunto si Eunice habría querido hablar con él o también hubiera preferido no hacerlo.
El tío de Sean lo agarró de los hombros, tratando de detenerlo antes de que se hiciera daño a si mismo mientras yo no pude hacer otra cosa que llorar como imbécil. Maldición. No tenía idea de qué hacer.
Por una vez dejé que un adulto responsable se hiciera cargo de la situación sin poner objeción alguna.
Fue muy duro ver a Zegers reducido a un ser irracional consumido por el dolor, pero era fácil de entender considerando las circunstancias. Conocí a Eunice hace poco tiempo y me encariñe demasiado con ella, me imagino pasar diecisiete años con ella, siendo amado, protegido y cuidado y de repente perderlo todo, la mujer que te lo entregó todo, y seguramente Sean cree que él no le pudo devolver nada de todo lo que ella hizo por él. Si supiera lo equivocado que está y cuánto lo amaba ella...
A Sean tuvieron que darle un sedante vía oral. Aunque fue difícil convencerlo.
—Lamento el momento y que no hayamos podido presentarnos antes. Mi nombre es Donald Zegers. Don, para los amigos. Siento mucho todo... bueno, todo esto, gracias por acompañarlo. No pude estar aquí anoche, por mucho que hubiese querido.
—Quédese tranquilo. Tengo entendido que usted cuidará de Sean ahora.
—Así es. Y me agrada saber que tiene amigos tan leales que lo acompañan incluso en los peores momentos. Gracias.
Nos quedamos en un cómodo y triste silencio hasta que habló.
—Quizás deberías decirles a los amigos de Sean lo que está pasando.
Tragué saliva al obtener los datos del funeral y el entierro. Mandé un mensaje rápido a Paprika y otro a Svetlana, sin tiempo como para sentir celos tontos e infantiles.
—Sean...
—Tranquilo. Los efectos se habrán ido en una hora, pero aún permanecerá más calmado. Ha sido muy duro para él.
—Ya lo creo. —suspiré y miré a otro lado.
×××
El funeral fue lo que espera de cualquier funeral: Lleno de nostalgia, tristeza y condolencias.
Estuve pegado a Sean y a Don la mayor parte del tiempo. En parte porque Don no lloraba. Y eso me ponía nervioso, era confuso, pero no malo realmente.
—¿Porqué? —le pregunté en un momento en el que Sean estaba hablando con sus otros amigos, aquellos del equipo de fútbol que yo juzgué mal. —¿Porque no lloras? —le aclaré cuando me miró confundido.
—Porque estuve preparándome. Lloré antes de llegar, y lloro a veces cuando voy al baño. Pero no quiero llorar aquí. Este es un lugar para recordar a mi hermana y para demostrar el apoyo de sus seres queridos al más afectado, Sean. Entonces no, prefiero recordar momentos bonitos.
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Sala de castigo |✔
Teen FictionLa vida suele ser una perra y la de Adrik no es una excepción. La única manera de superar sus supuestas desgracias es apoyándose en el humor (en su mayoría no muy convencional) y utilizando grandes cantidades de sarcasmo. Adrik venía sospechando ac...