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Adrien Agreste. También conocido como el chico de mis sueños; aquel al que le debo todos y cada uno de mis suspiros desde el primer día en que nuestros caminos se cruzaron.

Tal vez debo parecer algo fantasiosa, e incluso ilusa por pensar que alguien como él podría fijarse en una ordinaria adolescente como yo. De todas maneras, y pese a que para él yo no sea más que una buena amiga, en mi cabeza no puedo dejar de concebir ese idílico futuro juntos.

Lo sé. Soy una tonta por las estupideces que pasan por mi mente y que me hacen refugiarme en un mundo imposible, pero por triste que llegue a sonar, me gustaría creer que mis deseos y sueños un día se convertirán en realidad.

- ¿Marinette?

Me estremezco al oír esa melodiosa voz desde mis espaldas y doy media vuelta casi con apuro, encontrándome con ese par de esmeraldas y esa sonrisa de revista que me tiene cautivada.

- A-Adrien...

- ¿Soy yo o estás algo distraída?- se ríe mientras se posiciona a mi lado y me acompaña por el pasillo del instituto-. Llevo rato llamándote y ni modo de captar tu atención.

- Oh-eh... Es que estaba pensando en mis cosas.- me abrazo a mi cuaderno y siento mis mejillas llamear-. ¿Qu-querías decirme algo?

Él me sonríe con esa amabilidad que hace que mi corazón se acelere, y no puedo hacer otra cosa que aferrarme con más fuerza a mi libreta mientras me esfuerzo en sostenerle el contacto visual.

- En realidad quería saber cómo estabas.- comenta en un tono suave-. Hoy te he visto muy callada y me preocupé de que no te hubiera pasado algo.

Niego nerviosa y mi pulso desfallece al caer en el hechizo de su mirada.

- Estoy bien.- siento que la boca se me hace agua e inspiro profundo-. He estado dándole vuelt...

- Adrien.

Me quedo paralizada al oír esa tercera voz y mi felicidad se desvanece al reconocer a la chica que se interpone en nuestro camino; una agraciada muchacha de rasgos delicados y gemas ambarinas con la que, sé a ciencia cierta, que no puedo competir.

- Kagami.- él se acerca a su encuentro con asombro y yo no sé reaccionar-. Pensaba que habíamos quedado en clase de esgrima.

- Llegué antes y decidí venir a buscarte.- sus marrones se adhieren a mi cara y percibo la amenaza en su mirar-. Espero no haber interrumpido nada importante.

- Claro que no, Mari y yo solo estábamos conversando.- se pasa los dedos por sus mechones y me mira con simpatía-. ¿Verdad?

En momentos así no sé cómo actuar. Sintiéndome entre la espada y la pared y con el estómago revuelto de la misma ansiedad.

Solo conversamos. Eso es todo lo que hacemos. Nunca nada más.

- Eso es.- confirmo con la firmeza que me es posible aparentar, bajando la vista al suelo-. Solo estábamos... Hablando.

Pasan unos segundos y ninguno de los presentes dice nada. Haciéndome levantar el rostro para estudiar los semblantes de mi compañero y su... Bueno, ni yo sé qué es.

- En ese caso no tengo nada que decir.- añade Kagami y se arrima melosa al brazo de mi amor platónico-. ¿Vamos a clase?- sonríe coqueta y pasea una caricia por el brazo de mi amigo-. Tengo ganas de poner en práctica lo que aprendimos en la última sesión...

- Eh... Claro.- afirma él algo dubitativo y luego sus ojos regresan a mí-. ¿Nos vemos mañana, Bichito?

Los dos me miran con una mezcla de curiosidad por parte de él, y rabia por la de ella. Confundiendo mis pensamientos y alborotando mis emociones al disponerme a responder.

𝐀𝐃𝐑𝐈𝐍𝐄𝐓𝐓𝐄⋆           ❁ 𝙎𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩 𝙤𝙛 𝙢𝙮 𝙝𝙚𝙖𝙧𝙩 ❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora