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Estoy en clase con la vista puesta en esa cara de ángel que me tiene embelesada. Seguro que la sonrisa bobalicona de mis labios me delata, pero Adrien no ve más allá que la amabilidad y simpatía de una amiga.

No puedo culparlo, al fin y al cabo, lo que nos une es una sencilla amistad que no sobrepasa de risas y gestos de afecto; unos gestos que si bien para mí tienen un significado más sentido y apasionado, para él no son más que tratos cordiales y despreocupados.

En mi aturdimiento noto que el corazón me da un vuelco al ver al chico de mis sueños acercarse a mi pupitre, esbozando una sonrisa ladina y pilluela que me hace dudar de sus intenciones.

- ¿Soy yo o últimamente me miras mucho?- me pregunta al apoyar las manos sobre mi mesa.

Me quedo completamente descolocada y los colores tiñen mi cara de un subido carmesí. Obligándome a desviar la mirada y adoptar una postura más distante y cruzarme de brazos.

- Pe-pero ¿qué dices?- comienzo a reírme sin motivo y deseo desaparecer y esconderme-. ¿No será que eres tú quien me mira a mí?

Hay unos segundos de silencio y no sé qué esperar, ladeando poco a poco la cabeza carcomida por la curiosidad. Sobre todo, cuando intercepto su mirada y mi pulso se encabrita sin control al sumergirse en sus ojos verde esmeralda.

No sé qué es lo que debe pasar por su mente, pero me tiene en verdad ansiosa. Tragando saliva y aguardando precavida, al verlo arrimarse a mí con osadía.

- Ahora que lo mencionas...- su voz suena provocativa y mis pensamientos se nublan, fijándome en cómo uno de sus dedos se enreda en un mechón suelto de mi cabello-. Llevo unos días que no puedo quitarte los ojos de encima...

- ¿Qu-qué?- articulo casi sin aire circulando por mis pulmones-. ¿Ha-blas enserio?

La sonrisa que curva sus labios se ensancha y, después de un rato, una carcajada rompe ese ambiente íntimo que nos estaba envolviendo.

- Estoy de broma, Bichito.- el calor se concentra en mis mejillas y la vergüenza se apodera de mí al contemplar su reacción-. Aunque deberías ver la cara de susto que has puesto...- se pasa los dedos por la cabellera y cierro las manos sobre la mesa-. Si un día me declaro, ya sé qué es lo que no tengo que hacer.

Mis esperanzas y sueños de nuevo de esfuman, y no me queda otra que sonreír con indiferencia.

- Compadezco a la chica que tenga que soportarte.- bromeo sin ganas.

- ¡Eh! Cualquiera diría que no soy un buen partido...

«Para mí eres el mejor...»

- Si eso es lo que crees, no puedo decir nada para negártelo.

- Eres mi amiga, tal vez... ¿Podrías animarme?

Sentimientos y emociones chocan en mi interior, removiéndome el estómago y manteniéndome en tensión al adherir mis azules a las esmeraldas de mi amigo.

¿Podría animarle? Por supuesto. Eso es lo que los amigos hacen. Apoyarse y darse ánimos cuando es necesario.

No muy segura, y algo cohibida, consigo armarme de valor para reflejar algo de convicción en mí misma. Relajando los hombros y tomando la iniciativa, al dirigirme hacia él en una actitud más descocada.

- Tienes razón, he sido muy poco considerada.- él enarca una ceja y yo prosigo apacible-. Estoy segura de que la chica que tenga el honor de estar a tu lado, será la más afortunada del mundo...- suspiro y me incorporo para quedar cara a cara con mi compañero-. Es decir... Eres dulce, amable, atractivo...- me muerdo la lengua y mis pupilas se dilatan-. En verdad no imagino una sola chica que no desee... Tenerte...

𝐀𝐃𝐑𝐈𝐍𝐄𝐓𝐓𝐄⋆           ❁ 𝙎𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩 𝙤𝙛 𝙢𝙮 𝙝𝙚𝙖𝙧𝙩 ❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora