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Despierto al día siguiente con la cabeza doliéndome horrores y los ojos escociendo de la llorera de la tarde anterior. Es lunes y no me siento con ánimos de ir al instituto, sobre todo, cuando eso comporta encontrarme con él.

Si bien Adrien es el motivo de que sonría cada mañana, el no poder expresarle mis sentimientos como en realidad quisiera suele representar un tormento para mí. Un tormento al que suelo habituarme si mi mente está más o menos tranquila. Pero ahora no es así.

La imagen de él junto a Kagami me acecha sin compasión, y el simple hecho de imaginarlos de la mano, o inclusive compartiendo un beso de los que yo sueño recibir, implica una tortura para mi corazón.

Me levanto de la cama y desactivo la alarma del móvil antes de que pueda sonar, para luego quedarme absorta mirando los rayos del sol que se filtran a través de la ventana.

Al madrugar, cuento con tiempo de sobras para centrarme y convertir mis tristezas en simples pensamientos que no tienen por qué afectarme. Así que, con una sonrisa forzada, me dirijo al cuarto de baño y me doy una rápida ducha que aviva mi demacrado rostro.

No tengo que mostrarme a la defensiva, nada tiene por qué ocurrirme para que ya de antemano intente protegerme; al menos, eso es lo que me digo mientras me alisto frente al espejo.

- ¿Marinette?- oigo la voz de mi madre desde la planta principal-. ¿Estás despierta?

- ¡Sí!- contesto ya saliendo hacia el pasillo-. Ahora bajo, mamá.

No recibo respuesta, y antes de reunirme con ella, me adentro a mi cuarto para alcanzar mi mochila junto con mis pertenencias. Cuando me aseguro de que lo llevo todo, corro escaleras abajo y me detengo de repente con asombro al vislumbrar a mi compañero de cabellos dorados aguardando pacientemente en el recibidor.

- ¿A-Adrien?- logro preguntar y él me mira inescrutable-. ¿Qué haces aquí? ¿Ha ocurrid...?

- Oh, ya estás aquí.- interviene mi madre al aparecer por el corredor con una sonrisa amable-. Adrien vino a buscarte para ir a clase, ¿a qué es toda una sorpresa?

Mi cara debe parecer un poema en esos instantes y no puedo más que observar a ese chico que a mi mente confunde.

- S-sí, es... Una sorpresa.- sonrío con dulzura y él me estudia con las manos metidas en los bolsillos del pantalón-. Aunque no tendrías que haberte molestado.

- No es molestia.- responde con una voz algo cortante, que activa las alertas en mi cabeza.

Hay algo distinto en su mirada. Hay algo que no sé bien descifrar y que me estremece, pero que de todas maneras me invita a indagar.

- Si necesitáis algo, estaré en la cocina.- avisa mi progenitora con cortesía.

- No se preocupe, señora Cheng.- interrumpe él con simpatía y se posiciona a mi lado-. Nosotros ya nos vamos.

- ¿Ya? ¿No vais a quedaros a desayunar?

- Tenemos que entregar un trabajo a primera hora y no nos gustaría llegar tarde.- explica mi amigo con una mentira que siembra la duda en mí-. Pero prometemos tomar algo en la cafetería del instituto, ¿cierto, Mari?

Intento serenarme por tal de seguirle el juego y una risita nerviosa escapa de mis labios al dirigirme a mi madre.

- Ci-cierto.- me aferro a las tiras de la mochila y trato controlar mi irregular respiración-. No te preocupes, mamá. Estaremos bien.

Siento que esa excusa no ha acabado de convencer a Sabine, pero no insiste y al final decide despedirse con la mejor de sus sonrisas. Doy las gracias por no tener que someterme a uno de sus interminables interrogatorios, pero a la vez temo saber qué es lo que me espera tras salir a la calle en compañía de Adrien.

𝐀𝐃𝐑𝐈𝐍𝐄𝐓𝐓𝐄⋆           ❁ 𝙎𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩 𝙤𝙛 𝙢𝙮 𝙝𝙚𝙖𝙧𝙩 ❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora