9

3.8K 421 225
                                    

Ya hace horas que he llegado a casa llorando mares. Nada más cruzar la puerta de entrada, mi madre me asaltó a preguntas. Aún así, conseguí escaquearme al encerrarme en mi habitación.

Desde entonces y hasta ahora que solo lloro. Me escuecen los ojos y aún me sorprendo de que las lágrimas no dejen de fluir. Pero... ¿qué importa?

Se ha fastidiado todo, y lo peor, es que no puedo culpar al cien por cien a Kagami de ello, pues al fin de cuentas, ella únicamente se limitó a hacer pública la verdad. Mi verdad.

«Aunque se suponía que era un secreto...»

Sí, y el más bien guardado de todos. En el fondo, supongo que siempre he estado huyendo de esto; de afrontar mis sentimientos sin que importara la respuesta. Sin embargo, ahora ya es tarde.

El rostro de Adrien sigue repitiéndose en mi cabeza, siendo un enigma para mí: ¿por qué me miraba de esa manera? ¿Estaba avergonzado? ¿Dolido? ¿Asqueado?

Las opciones que se cruzan por mi mente no son para nada esperanzadoras, pero... Dios, ¡he perdido a mi mejor amigo! Y lo he hecho por amarlo de una forma que entre nosotros no es posible...

Ya no habrá más sonrisas dedicadas a mí. Ya no habrá un apretón de manos afectuoso que me reconforte. Ya no habrá más bromas que alteren el rumbo de mi corazón.

Sé que pensar una y otra vez en lo mismo no me hace bien, pero también es mi forma de prepararme para mi próximo encuentro con él. Si ahora estoy hecha añicos, después de hablar con Adrien, no quiero ni imaginar el estado lamentable en el que quedaré.

- ¿Marinette?- llama entonces mi padre desde el pasillo-. Cariño, ¿puedo pasar?

Me abrazo a la almohada de mi cama con fuerza, hundiendo el rostro en ella.

- Quiero estar sola.

- ¿Segura?- noto la exasperación en su voz, pero yo estoy decidida en no moverme de mi posición-. Quizás... Te vendría bien bajar un rato conmigo y tu madre para... Hablar...

Por más que quisiera hacerlo, el llanto entorpecería mis explicaciones solo de abrir la boca.

- Déjame, papá...

Pasado un rato ya no escucho más a mi padre, y por ello me alegro y siento mal a la vez. Debería ceder un poco, pero hoy no estoy de ánimos.

Me incorporo del lecho y voy hacia el espejo colgado en una de las paredes, viendo mi expresión demacrada y las marcadas ojeras de tanto llorar.

Cualquiera que me viera ahora mismo saldría corriendo por las pintas que llevo, por suerte, solo yo tengo que soportarme.

Cuando estoy por regresar a la cama me detengo al oír el timbre de casa, invitándome a acercarme a la puerta para ver si pegando la oreja consigo escuchar algo. Lastimosamente, murmullos es cuanto llega a mis oídos y desisto de hacer el fisgón.

Cansada y abatida me deslizo hasta el suelo y mi espalda se apoya en la madera de la puerta, mientras yo me abrazo a mis rodillas con la mirada puesta en la nada.

No sé por cuánto permanezco así, pero no vuelvo a ser consciente del tiempo hasta que oigo unos pasos subir las escaleras y llamar desde el pasillo con firmeza.

- No tengo intención de bajar, papá...

Ya espero una respuesta insistente, aunque al final silencio es lo que recibo a cambio.

- ¿Y no podrías simplemente dejarme entrar?

El corazón se me estremece y una sensación extraña me invade al reconocer la voz de mi visitante, notando mi respiración acelerarse y los nervios dominándome.

𝐀𝐃𝐑𝐈𝐍𝐄𝐓𝐓𝐄⋆           ❁ 𝙎𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩 𝙤𝙛 𝙢𝙮 𝙝𝙚𝙖𝙧𝙩 ❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora