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Y el había caído totalmente en el encanto de él de hebras rosas y mejillas abultadas, decidió terminar rápido e irse, Min Yoongi se estaba rindiendo antes de comenzar, no típico de él pero si de la persona en la que se estaba convirtiendo, ¿Qué podía hacer? Cuando su mente le pedía ir tras el lindo angelito y su corazón latía con fuerza haciéndole sentir terrible cada vez que tenía aquellos pensamientos en los que el rostro de enamorado de su hermano menor se colaba al cerrar los ojos, su respiración fallaba y las lágrimas comenzaban a descender cayendo sin cuidado alguno, solo les importaba curar su dolor, dolor que, irónicamente, era aún más doloroso sentir pues sabía que la única manera de curarlo era 1- superar al angelito o 2- dañar a Jungkook quedándose con él Niño bonito; soltó un suspiro saliendo del último salón, su pecho dolía con fuerza y sentía su cabeza punzar, escuchó a lo lejos la suave risa de los amantes, dio media vuelta para terminar de romper su corazón, el menor de los Min tomaba la mano de Park y corriendo junto con él a la salida, no sabía si dolía tanto ver a aquel chico que le robó el corazón tan Feliz con su hermano o saber que para el castaño era más importante recuperar la cita perdida que su bienestar, y no lo culpaba con ese chico a su lado también el lo haría.

—Jiminie...— susurró a sabiendas que él no le escucharía — si tan solo me vieras de la forma en que lo ves a él, si tú mirada pudiera posarse en mi por unos segundos, si me dieras la oportunidad— las lágrimas salieron mojando su rostro, cuello y parte de su ropa, el frío comenzaba a ser más insoportable y las lágrimas no ayudaban, su nariz estaba roja no sabía si era porque no podía dejar de llorar por un tonto amor no correspondido o si era por estarse congelando de poco en poco. Bajó el rostro para evitar seguir viendo aquella adictiva imagen que solo le hacía quebrarse más a cada segundo que pasaba, había pasado tan poco tiempo y Yoongi creía que era imposible enamorarse hasta el punto en que doliera pensar en esa persona.

Su móvil vibró insistentemente en su bolsillo lo dejó hasta que se detuvo, segundos después volvió a vibrar, lo tomó entre sus pálidas manos y vio el número, desconocido, en la pantalla del frío objeto.

—¿Hola? — preguntó con la voz rota mientras se limpiaba el rostro con una mano

—¿Eres Yoongi Hyung?— la cálida voz al otro lado le hizo respirar con tranquilidad y que su corazón latiera como loco, sentir las mariposas en su estómago— Kook me dio tu número, le dije que trabajaríamos juntos y él me comentó que su casa estará sola un par de días, me explicó por qué pero no lo recuerdo — mencionó con algo de vergüenza y pudo escuchar al otro lado su risa nerviosa enviándolo al cielo en un par de segundos — me preguntaba si podríamos hacer el trabajo en su casa hyung

— mañana, 4:30— murmuró terminando la llamada, temiendo que su corazón saliera al simplemente saber que tenía el número del peli rosa y que compartirían una tarde en su hogar, los dos... solos, su rostro se volvió totalmente rojo al pensar en ello, negó suavemente con la cabeza y continuó su recorrido hasta llegar a su casa, había caminado más de dos horas sin percatarse por estar pensando en el angelito que visitaría su desordenada habitación, eran las tres de la mañana y Yoongi se encontraba limpiando para que el menor se llevara la mejor impresión posible.

APOCALYPSE: Tus Labios [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora