huracán en el estómago.

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Killua se había levantada tan rápido en la mañana que casi había caído de su cama y, cuando logró recuperar el equilibrio incluso llegó a sentirse mareado. Aunque tal vez eran los nervios, su estómago estaba hecho un lío, al final no sabía si era emoción, nervios, felicidad, miedo o todas sus emociones juntas, pero anoche no había podido dormir bien e incluso se había levantado media hora antes de lo que acostumbraba. Sí, podía parecer que Killua exageraba, era sólo un enamoramiento probablemente pasajero de la preparatoria, pero no lo podían culpar, era la primera vez que se sentía así y no podía controlar tantas emociones juntas a la vez. Y no era sólo un enamoramiento, ¡era su primer enamoramiento!

Como si se le fuera a hacer tarde, el albino comenzó a prepararse para ir a la escuela, poniendo más empeño de lo que normalmente debería llevar el ponerse el uniforme y arreglarse el cabello. Aunque realmente no se veía diferente -a excepción del brillo instaurado en sus ojos-, pero él no debía saber eso. Cuando se dió cuenta de que era demasiado temprano y la escuela ni siquiera estaría abierta a esa hora, comenzó a dar vueltas por toda su habitación y a comenzar a pensar, divagar e imaginar lo que le diría a Gon, dejándose llevar un poco de más nuevamente.




**





Finalmente estaba a diez minutos de que sonara el timbre para el descanso, su pierna literalmente no había dejado de moverse en todas las horas anteriores y ni siquiera había prestado atención a las clases. Ahora que faltaban diez minutos, su mirada no podía despegarse del reloj mientras insistentemente pensaba "acabate ya, acabate ya, acabate ya, acabate ya..." una y otra vez, como si eso fuera a adelantar el tiempo.

Cuando el timbre por fin sonó, no pude evitar dar un respingo, ya no estaba tan seguro de si quería que el timbre sonara.

-¡No seas cobarde, Killua! -. Le gritó una voz en su cabeza, lo que inesperadamente le ayudó a levantarse de su asiento bajo la mirada de sus compañeros que se preguntaban por qué el albino actuaba tan extraño desde temprano.

Pudo contenerse de correr inmediatamente a la cafetería, por lo que caminando a paso apresurado, se dirigió a buscar a Kurapika, aliviado de que éste se haya ofrecido a acompañarlo o sino no sabría controlarse.

-¡Killua! -. Llamó el rubio a varios pasos de distancia, mientras saludaba al menor con la mano y el gesto era devuelto por éste.

-¡Dios, Kurapika! ¡No sabes lo nervioso que estoy! -. Enseguida se lamentó con Kurapika, el mencionado soltó una risa pues sólo con ver su expresión podía notar lo nervioso que estaba.

-.Vamos, vamos, ya no hay vuelta atrás -. Dijo el mayor, para sin más preámbulo dirigirse a la cafetería.






Definitivamente, imaginar era más fácil y bonito que la vida real; pensaba Killua parado en la entrada de la cafetería viendo a lo lejos a Gon sentado mientras reía junto a sus amigos.

-Bueno, lo intentamos. Fue un buen intento la verdad, nunca creí llegar tan lejos. Gracias, adiós -. Pronunció Killua rápidamente, mientras hacía el amago de dar la vuelta para salir corriendo, pero su amigo detrás de él le impidió cualquier cosa que tuviera planeada.

-Nada de eso -. Sentenció el Kurta, mientras tomaba al menor de la muñeca y se encaminaba hacía la mesa de aquel niño risueño.

-¡Hola! ¿Se puede? Bueno, gracias -. Se auto-invitó a sentarse Kurapika mientras se sentaba en el lugar frente al grupito de amigos que lo miraban un poco extrañados. Al ver que Killua se quedó parado mientras miraba fijamente sin expresión, lo jaló para que finalmente reaccionara y se sentara a su lado.

conquista. KILLUGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora