Para ser nueva y no conocer mucho las instalaciones de la universidad,me fue bastante fácil llegar al área donde estaba la piscina. —Les miento, Emma estaría furiosa— La verdad seguí a unas chicas que llevaban en sus manos lo que a mi parecer eran unas gafas y gorros de natación —O pertenecen al equipo o van a presentarse para ver si entran en éste— La piscina era olímpica, que mejor manera de terminar mi día haciendo algo que me apasiona de verdad. Desde hace tres años practico natación, nadie en mi familia me obligo o me impuso incluir en mi vida algún deporte, por voluntad propia quise aprender, me gusto desde la primera vez que vi por televisión a hombres y mujeres siendo libres en el agua, me pareció magnifico el estilo en el cual se desarrollaban ir y venir a su antojo en una piscina, era hermoso de verdad parecían como si su cuerpo perteneciera a ello.
Cuando plantee la idea de aprender a nadar tenía alrededor de ocho años, pero mis padres no contaban con dinero suficiente para pagar mi deseo, me desilusione mucho al ver que no podía alcanzar lo que anhelaba. Hasta que apareció Yesenia Pitburs en mi vida. Ella era la encargada de organizar actividades en la iglesia, ella y su madre contaban con los medios necesarios ayudar a las familias más necesitadas, y prestaban mucha colaboración a sacerdote Mitchell. Recuerdo que un verano Meredit organizo un campamento en una de sus propiedades en el campo, estaba alrededor de dos horas del pueblo.
Todos los niños que asistíamos a la iglesia estuvimos invitados, fue mágico el momento cuando todos bajamos y nos adentramos a la propiedad, todos quedaron maravillados al ver que el fondo esta sea hermosa estructura estaba un lago, hay se desarrollaron muchas de las actividades que el campamento prometió, pero a mí me deslumbró fue que la casa de Meredit contaba con una hermosa piscina.
Ella al saber mi deseo, hablo con mis padres y se ofreció a enseñarme todo lo que sabía —para mi suerte en su juventud fue nadadora, título que tuve lastimosamente abandonar cuando su padre enfermo y no suizo retomar luego de la muerte de este—. Todos los días luego de la escuela, Meredit me recogía en casa y me llevaba hasta la casa de campo y poco a poco se convirtió en mi Maestra y pudo enseñarme lo básico. Todo cambio cuando en la secundaria donde empecé a asistir inauguraron la fabulosa área de piscina donde aprendí de la mano del entrenador Roger todo lo que ahora se. Exactamente hace tres años.
-¿Vienes a la prueba?-. Una mujer alrededor de cuarenta años, vestida con unos short, franelilla blanca y un silbato que colgaba de su cuello, me hizo suponer que era la entrenadora.
-Si... Un placer Megan... No pude presentarme de la manera correspondiente a la que sería mi entrenadora, pues un fuerte sonido hizo que callara de una vez y no pronunciara palabra alguna.
-Bien princesa, ¡Quiero ver tu cuerpo metido en el bañador y tu largo cabello castaño en un gorro!-. La entrenadora gritaba a todo pulmón, señalando los vestidores. -Los quiero a todos listos para empezar con esta masacre en 5 minutos-. Giro su cuerpo y gritaba ahora a todas las chicas y chicos que estaban sentados en las gradas. -Y miren que soy inglesa, la puntualidad corre por mis venas, y para aquellos que a partir de hoy entraran en este equipo, tendrán la responsabilidad de ser más ingleses que yo ¡Muevan el trasero!
Todos se levantaron de prisa de las gradas y corrieron en a los vestidores, obviamente fui una de las primeras en hacerlo, dado que los gritos no eran mis mejores amigos, es más no toleraba que nadie me gritará —a menos que fueran mis padres—, obviamente no podía discutirlo con la entrenadora, y a decir verdad tenía que estar muy cabreada —como diría el español de mi padre— para poder perder la cabeza por los gritos dirigidos hacia mí de parte de alguna autoridad.
Llegue rápido y en unos de los casilleros coloque mi mochila, antes había sacado mi bañador, gafas, y gorro de natación. Procedí a cambiarme rápido quedando en ropa interior, veía como las demás chicas estaban completamente desnudas, así que no fue problema para mí deshacerme de esas prendas íntimas que cubrían mis zonas privadas.
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No todo está perdido
Teen FictionEn nuestra vida siempre se presentan situaciones que nos hacen pensar si vale la pena seguir adelante o renunciar a todo por lo que hemos luchado. Megan, es una muchacha de un pueblo al oeste de los Estados Unidos, conocida por su cordialidad y por...