🐱 Sinopsis breve: Camie y Bakugō deciden ir a por una mascota para rellenar el espacio de su departamento.
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La campanilla de la tienda de mascotas sonó por quinta vez ese día. Clientes nuevos, y muy peculiares; una pareja conformada por un muchacho de cabello rubio cenizo y semblante malhumorado y por una chica de cabello liso claro y rostro ilusionado, mirando de lado a lado en búsqueda de algún animal a la vista. En el instante en el que la puerta se cerró, la encargada, una joven rechoncha con anteojos circulares y aura amable, se acercó rápidamente hacia la pareja con su mejor sonrisa.
—Buenas tardes, bienvenidos. ¿Puedo ayudarlos en algo?
El rubio tomó la palabra.
—Sí, gorda, vinimos a buscar algún jodido anima... ¡Ugh! —La muchacha que iba con él le dio un fuerte codazo en las costillas—. ¿¡Qué demonios, Camie?!
—¡Sé más amable, Bakugō! —exclamó Camie—. ¡Perdona, linda!—Ahora se dirigía a la encargada—. Él es así.
—¡No, está bien! —La encargada hizo un ademán con sus manos de que no se preocupara—Sí, es verdad que debo adelgazar un poco... ¡Ah! ¿Y qué animal les gustaría adoptar?
—El caso es que hace poco nos mudamos a un departamento —comenzó a explicar Camie, pues Bakugō se había alejado para ver a unas serpientes—. Y me di cuenta de que faltaba algo, algo vivo, que le diera más vida a la casa, así que vinimos a buscar alguna mascota.
La de anteojos se quedó unos segundos pensando y luego murmuró:
—Algún animal que llene de vida su hogar... No podría ser un pez o algún animal que esté con enjaulado... Vengan por aquí. —Se dio la vuelta y caminó derecho, con Camie y Bakugō detrás (la chica había tomado su mano y arrastrado con ella).
Llegaron a la parte trasera de la tienda, donde estaban los animales más grandes y los que pueden andar más libremente en la casa: gatos y perros de todas las razas.
—Aquí hay muchos, todos son muy tiernos y se comportan bien —dijo la vendedora, yendo hacia una casita donde había un gato anaranjado, y lo acarició.
Bakugō fue a ver a los perros más grandes de la tienda, mientras que Camie fue a ver a los felinos. Se quedó unos minutos observándolos hasta que encontró uno que llamó su atención por su expresión; era un gato color crema con algunos pelos negros, y su rostro parecía enfadado.
—¿Puedo agarrarlo? —Le preguntó a la vendedora. Ella se acercó a Camie y abrió la casita del gato para dárselo a la rubia—. Me encanta. Amor, mira. —Ahora se dirigía a su novio. Este se dio la vuelta y dio unos pasos hasta quedar frente a Utsushimi y el gato—. Se parece muchísimo a ti, ¿no te parece?
Bakugō arrugó el entrecejo y la señora no pudo retener una risa. El rubio se parecía muchísimo al felino, con los pelos en punta y la expresión de odiarlos a todos.
—No se parece en nada. Además, preferiría un perro —acotó el muchacho, cruzándose de brazos.
—El departamento no es tan grande, así que llevaremos a este bebé peludo. —Camie le dio un beso en la cabeza al gato y luego miró a la vendedora—. Nos lo llevamos, ¿tiene nombre?
La señora sonrió.
—Grumpy es su nombre.
—Grumpy McExplotion se llamará entonces.
Katsuki quiso discutirle eso, pero prefirió callarse. Pelear con Camie era una guerra perdida de antemano, más si pensaba decirle que no a algo que ella quería como ese gato gruñón. Se limitó a observar cómo su pareja le comprara un collar rojo a Grumpy y guardaba la libreta de vacunas en su bolso.
Una vez que se subieron a su auto, Utsushimi dejó suavemente al gato en el regazo de Bakugō y tomó el volante.
—Este gato no me gusta... —expresó el rubio, mas se quedó callado cuando el gato comenzó a restregarse en su ropa y ronronear.
Camie se enterneció.
—¡Qué adorable! No puede no gustarte, además míralo, ya te quiere.
—Supongo... —murmuró Katsuki, acariciando el lomo del felino. Un amago de sonrisa surcó su rostro. Bueno, debía admitir que el animal sí se parecía un poco a él.
