Los siguientes días fueron desastrosos para Taehyung. Su celular se había hecho radio, o algo por el estilo; pues apenas dejaba de sonar. Las primeras veces, se atrevió a mirar, encontrándose con mensajes de Jungkook como "Dios mío, lo lamento tanto, Tae. No llegué a tiempo y cuando estuve ahí, no te vi"; o "¿Podemos hacer esto de nuevo? Me estoy volviendo loco". Pues él también se estaba volviendo loco. No tenía la valentía para salirse por completo de la app, pero tampoco podía responder.
Aventó el celular a su cama, mientras gruñía algo cansado. Miró el reloj que colgaba de su pared y suspiró suavemente, dejando salir el aire con lentitud. Últimamente estaba algo más sensible y lloraba por cualquier cosa; por ejemplo, Hoseok le había mandado una bonita foto de él con uno de sus amigos y él lloró porque pensó que su Hyung lo reemplazaría. Se sintió realmente traicionado y, por ello, dejó de hablarle por unos días.
Estaba siendo inmaduro, lo sabía; y sinceramente, no le importaba del todo. Tal vez en algún otro momento sí lo tendría en cuenta, pero ahí, tirado bajo la luz led de su mono ambiente realmente no le interesaba cómo se veía.
Jimin había estado ahí, animándole. Le contó que él también había entrado una vez a esa página y que, de hecho, hasta que había enamorado de un pequeño gruñón que a veces llegaba a ser realmente tierno. Taehyung no entendía a dónde iba la historia; tampoco lo supo luego, porque Jimin cambió drásticamente de tema, dejándole la duda. Terminó con un "Yo realmente le amo"; cosa que sorprendió al castaño, pues había hablado en presente y no en pasado. ¿Seguiría hablando con él? ¿Aún sabiendo que no existía?
Levantó su cabeza cuando el sonido del timbre retumbó en las cuatro paredes y decidió simplemente ignorarlo; aunque torció el gesto cuando sonó nuevamente, avisándole que la persona que estaba afuera no se iría.
Le extrañó, pues Jimin tenía una copia de las llaves, así que podría entrar.
Se levantó, intentando tardarse lo más posible, para que simplemente se fueran; aunque su plan no funcionó del todo bien, pues cuando se acercó a la puerta, revisando la mirilla, había alguien allí.
— ¿Quién? — preguntó mientras abría la puerta, aunque no obtuvo respuesta verbal. El peso de otro cuerpo lo hizo tambalear y bufó, adivinando de quién se trataba.
— Oh, pequeño osito. ¿Cómo te sientes? — la voz del pelirosa le hizo suspirar — ¡Seokjinie está aquí para ayudar! He traído el maletín del desamor conmigo — dijo mientras tomaba el rostro del castaño en sus manos, para besar su frente.
Pasó al departamento sin pudor algunos, cerrando la puerta detrás de él y caminó hasta sentarse en una de las sillas frente a la mesita. Colocó sobre esta última un pequeño maletín color marrón oscuro. Lo abrió con familiaridad y sonrió, sacando un cuadernillo con tapa brillante. Sacó, luego, una pluma y se los pasó al castaño, quien apenas sabía qué estaba pasando.
— Toma, osito — Taehyung aguantó un gruñido por el apodo; le molestaba un poco, era bochornoso. Aún así, se acercó a su mayor, sentándose en la silla giratoria que tenía y tomó las cosas. — quiero que escribas ahí lo que sientes, ¿Vale? — se miraron por algunos segundos y luego el menor asintió, poniendo su atención en el cuadernillo. — Especifica nombres, lugares, momentos.
El menor miró el papel preguntándose seriamente cómo se sentía; Dolido, algo decepcionando, solitario. No tenía sentido, él tenía a Jimin, a Hobi, a Jin, inclusive; pero no se sentía completo, no lo hacía.
Le hacía falta un bot
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