Fin de mes

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Contenido fluff

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Faltaba un día, un día para que Yuta termine su trabajo.

La semana había pasado bastante rápido, porque ellos se divirtieron, de una forma sana e inocente.

Cuando Taeyong se levantaba de mal humor, Yuta Estaba ahí para besarlo todo el día. Cuando los roles cambiaban y era Yuta el malhumorado, Taeyong lo dejaba, en su mayoría de veces, solo.

Yuta muchas veces cuando está de mal humor puede llegar a ser peligroso. No tiene autocontrol, entonces golpea cosas sin pavor absoluto, porque el chico hace las cosas en caliente, luego se arrepiente de todo.

Por eso para Taeyong es mejor dejarlo solo.

Se habían despertado a la hora del almuerzo. Es domingo, ni modo que se vayan a levantar temprano.

Taeyong se bañó y Yuta también, en distintos baños obviamente.

Yuta no podía mirar desnudo a Taeyong después de empezar a salir, sentía que si lo veía así iría a marcar su territorio de una manera con doble sentido entendible.

Entonces, él lo evitaba en ese aspecto.

Después de bañarse pensaron en qué hacer; ¿comer o seguir acostados? La segunda opción fue elegida por Yuta. Y luego el japonés lo convenció a Taeyong.

-¡Vamos... No seas malo Taeyong! —El japonés meneaba de un lado a otro a Taeyong mientras pedía casi a súplicas que se quedaran un rato más en la cama.

Taeyong se reía escandalosamente. Luego se quedó en silencio cuando su panza rugió. Se tocó la panza mientras varias muecas salían de su boca y con semblante de dolor cerró sus ojos. Le dolía la panza pero no por hambre, sino por haber comido mucho la noche anterior.

Yuta, quien antes estaba tratando de convencerlo, sin esperar la aprobación del menor, lo sostuvo a upa y lo tiró suavemente en su cama.

Con cautela se sentó arriba de él y besó su frente con estimo.

-¿Quieres que te haga cariñitos en tu pancita? —el menor asintió.

Los labios de Yuta se ensancharon en una gran risa que no mostraba dientes. Por consiguiente se movió al costado y tocó con recato el vientre de Taeyong, sintiendo por encima de la suave tela de su remera el ombligo.

De los belfos del coreano salió una pequeña risilla, retenida por la mano propia.  

El pecado abundaba en la mente de Yuta. Por más que quisiera evitar ese horrible pensamiento, no podía.

Cuando lo quiso evitar, percibió que la idea ya estaba moviendo todo su cuerpo.

-Bebé ¿Quieres que te de besitos en la pancita?  —Taeyong asintió nuevamente. La sangre comenzó a hervir en sus mejillas, y la consecuencia le había dado un tono rosado muy lindo para los ojos de Yuta.

Sus manos temblaban al levantar esa remera rosa como los cachetes de su novio.

Tanteó un poco, indeciso por saber cuál de alto dejaría esa suave prenda. Otra vez su mente vuelve a ganar antes que otra cosa y lo deja demasiado arriba, casi se le veían los pezones.

El frío recorre la tez blanca de Taeyong, lo hace estremecer causando que los rubios pelos de su abdomen se levanten en punta y le hagan tener piel de gallina.

Su semblante serio implica, más bien necesita, una explicación para todo aquello que hacía su contrario ahora mismo.

No se confundan. No está incómodo, está confundido. Yuta lo notó.

Tus ojos | YutaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora