Cambios

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Flashback en cursiva

                                                   

La felicidad no es algo que dura para siempre.

Natasha Romanoff tenía la ilusa idea de que eso podría pasarle ahora que no tenían que luchar. Debido al embarazo había dejado completamente las misiones, a pesar de seguir conservando su lugar como Vengadora. Steve, Clint y Tony habían sido firmes en eso. Con o sin participar directamente, Natasha era el corazón de los Vengadores. A pesar de sentirse emocionada por las palabras de sus compañeros, la Viuda Negra no podía negar que se sentía sola, se sentía muy frustrada por no poder ayudar a organizar el mundo en el que estaban viviendo.

Steve Rogers se encargaba de liderar una división del ejército a pedido del presidente. Era un grupo específico para lidiar con los grandes carteles y terroristas que habían surgido a raíz del descontrol ocasionado por Thanos. Steve estaba encantado de participar en eso, la vida militar era su gran sueño y, aunque no en la forma que él quería, por fin se estaba cumpliendo. Pasaba largas semanas viajando a lo largo y ancho del globo terráqueo, buscando y enfrentando a los capos de cada región. Había veces en las que regresaba una o dos noches, para luego volver a partir.

Natasha estaba feliz por su amor, era inevitable cuando el rostro de su capitán se iluminaba con una sonrisa enorme al contarle sus aventuras, pero Natasha quería ser parte de ellas.

Extrañaba todos los momentos compartidos entre ellos, la complicidad y la adrenalina que saber que estabas en peligro y la satisfacción de salir con vida. Todo eso la hacía extrañar aún más a los que se habían ido. Al pensar en eso, la rusa no podía evitar soltar algunas lágrimas.
Estaba muy confundida y no sabía lo que le pasaba. Sus emociones estaban por todos lados, menos en su cabeza. Solía ser una persona usualmente compuesta y que manejaba sus emociones a su antojo. Las pocas veces que había llorado, fue porque se sintió abrumada y sobrepasada, y lloraba a solas o frente a alguien en quien confiara, generalmente Steve o Clint. Y aunque estuviera temblando de ira por dentro se mantenía serena y con su sonrisa irónica característica, pero ahora no podía controlarse.

— Nat — Steve trató de llamar su atención una noche, había llegado tarde de una misión y quería estar con ella, la extrañaba. Había notado que estaba rara pero no sabía cómo decirle.

— Steve... — al verlo, la rusa se tiró a los brazos del rubio, su humor cambiando totalmente — ¡Te extrañé tanto! — Suspiró, llenándolo de besos — Has estado muchos días fuera — dijo sin pensar.

— Nat — Steve suspiró — He estado trabajando, amor, han sido días pesados. Parece que el mundo no quiere aceptar que tenemos que seguir adelante con nuestras vidas. – El capitán continuaba hablando, serio – tenemos que corregir esto y seguir ofreciendo todo nuestro apoyo a la gente que lo necesita.

— ¡Steve ya no quiero que estés más tiempo fuera de casa! — se separó de sus brazos y caminó a la ventana. Las lágrimas corrían por sus mejillas y, por primera vez, no quería que Steve la viera llorar. Estaba enojada con él y ni siquiera sabía porque.

— Pero Nat prometimos ayudar.

— Sí, pero también prometimos tener una vida normal — volteo para mirarlo, sus ojos estaban rojos y con restos de lágrimas, definitivamente el embarazo la tenía hormonal y vulnerable, situaciones que jamás pensó que iba a tener, — Para ti es fácil, pero para mí no lo es, el embarazo me tiene llena de incertidumbre, a veces siento que no soy yo.

Steve se acerco a ella para abrazarla de nuevo, acaricio su cabello que lucía más largo. Definitivamente no era la Natasha que había conocido, aquella mujer fuerte y fría había sido reemplazada por una mujer vulnerable y sentimental y eso la hacía verse más hermosa.

Little Beautiful DisasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora