Capítulo 14

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    "Como en los viejos tiempos" no paraban de decir Lucy y su madre en los brincos que hacían al pasado, y eso ya estaba empezando a marear a Natsu, como si el presente no fuera lo suficientemente bueno para hablar de él. La platica que esas dos mujeres tenían solo era algo como "¿Recuerdas la vez que...?" y después rompían en carcajadas, sin importar la situación; que si antes usaban el cabello más corto, que si una vez en halloween se disfrazaron ambos de vampiros, o cuando se perdieron juntos en el parque del centro del pueblo, no importaba que tan soso fuera su tema; ellas rompían en carcajadas y Natsu se preguntó si las mujeres tenían sentido del humor, ya ni siquiera recordaba porqué seguía en la mesa escuchándolas pues había terminado su comida, sin embargo ahí seguía sin nada mejor que hacer.

—... no me había fijado en la hora, creo que es hora de que vuelva a casa —Lucy se levanta de repente y Grandeneey le lanza una mirada rápida a Natsu, luego se dirije a Lucy:

—Fue muy grata tu visita, deberías venir más seguido.

    Ambas mujeres se sonríen y Lucy emprende el camino a la puerta que se sabía de memoria, con Natsu pisando sus talones.

—Te acompaño hasta tu casa —no es que él quisiera, pero su madre se lo había advertido y su casa estaba cruzando la calle, no era un esfuerzo del que pudiera darse el lujo.

    Lucy a diferencia de Natsu había disfrutado la cena; la casa de los Dragneel era tal cual la recordaba, y estuvo tentada toda la velada a subir a la habitación de Natsu y saber si todavía estaban sus nombres escritos detrás de la puerta de cedro, que en su momento estuvo intacta. Se dio cuenta entonces de que lo extrañaba, y de que debía hacerle saber que el incidente en la casa del árbol no era razón para romper con lo que fue su amistad.

—Natsu —volteó a verlo; estaba cerrando la puerta de su casa y en cuanto terminó le dirigió una mirada que la intimidó. Aún con la poca luz que daba el farol de la calle, las largas pestañas de Natsu hacían sombra y la encantó de sobremanera—, te extraño, a ti, a nuestra amistad y lo que teníamos. Sé que lo de la casa del árbol estuvo mal, pero sigo sin entender cómo después de eso ni siquiera me hablaste o viste; tenía mucho miedo y tú simplemente te alejaste. Tantos años juntos no pueden quedarse en el olvido por eso, eres mi mejor y único amigo.

    Natsu estaba harto, del destino, de la preparatoria, de Gray que no respondía sus llamadas, de los acosos de Levy, de la insistencia de su madre, y de Lucy, sobretodo de Lucy. Si no se hubiera topado con ella la noche que estaba ebria llorando en la banqueta, no tendría porqué ir al estúpido baile, no tendría que estarle dando explicaciones a su madre y no se encontraría en esa incómoda situación con Lucy, ¿es que acaso no tenía un poco de dignidad?

    Sin verlo llegar, el enojo empezó a colarse por sus poros y ver la cara de Lucy haciéndose la incomprendida fue la gota que lo quebró, no saber si se estaba burlando de él o si en realidad no comprendía lo que pasaba le iba a explotar la cabeza.

—¿Es una jodida broma? —le preguntó incrédulo, sin querer mostrarse lo suficientemente enojado ante los ojos de Lucy—, éramos unos niños, unos niños precoces nada más, todo estuvo mal ¿como iba a poder hablarte y hacer como que nada había pasado? Sentía que te había violado, y aunque digas que no; me aproveché de ti.

    Él era un chico de dieciséis años y ella era apenas una niña. Natsu no era tonto; sabía que Lucy estaba completamente enamorada de él y se le entregó cegada por la ilusión que se había hecho, al final perdió a su mejor amiga y eso era algo que se lamentaba demasiado y que nunca sería capaz de perdonarse: lastimarla, pues había acabado con una amistad de años y con lo que era para ella el primer amor, y sobretodo quitarle su virginidad de forma torpe y por beneficio propio. Y ahora llegaba ella y se lo recordaba, como si fuera algo grato de recordar.

—Lucy, sabía que me amabas y que no ibas a negarte, y lo hice. Te quité la virginidad casi con engaños, tal vez te hice creer que te amaba de regreso —la sonrisa de Lucy era triste, pero era sincera. Claro que lo amaba, creció a su lado, Natsu fue la idea que creció entendiendo sobre lo que era el hombre ideal, estaban todo el día juntos y se prometían seguir juntos en el futuro. Nadie sería incapaz de enamorarse de un chico atractivo con el que habías compartido la mayoría de tu vida.

—Eso pasó hace mucho tiempo, no estamos para lamentarnos cosas del pasado, podemos ser amigos de nue...

—La cuestión ahora es —la interrumpió. Ya estaban cruzando el porche de la casa de Lucy y su conversión estaba por dar el fin que Natsu quería—, que no me agrada la nueva tú.

—Claro que sí, Natsu. Me conocerás de nuevo y sabrás que todo aquello en el pasado habrá válido la pena.

    La dejó entrar a su casa sin decirle de entrada que no le agradaba para nada su positivismo tonto, sólo le faltaba vestirse de monja y hablarle como lo hacía para complementar ese aire de santurrona que siempre cargaba. Con su mano le hizo un ademán de despedida y se dio la vuelta de nuevo hacia la calle, ahora ese recorrido de su casa a la de la rubia se le hacía tan pequeño y corto, que por primera vez deseó fuera más largo para seguir discutiendo cosas del pasado con la rubia que siempre se mostraba como una tonta.

    Al llegar a casa, su madre ya se encontraba lavando los platos en los que anteriormente habían cenado, y cuando Natsu se adentró a la cocina, le dio una sonrisa divertida que más que una burla, era un aviso a lo que se venía.

—Lucy, eh.

—Voy a ir al baile de la escuela.

    Grandeneey estaba por reírse del nuevo chiste que era la vida de su hijo con la vecina en su día a día, pero se contuvo, y espero que él solo se revelara.

    Pues seguro, aunque no fuera con Lucy, iba por ella. Grandeneey más que nadie, sabía que su hijo inconscientemente estaba esperando a que su vecina llegara a él y cambiara su vida que se le iba de las manos.

    Como algo qué recordar de la preparatoria, el baile se acercaba y ahora hasta Grandeneey lo esperaba, sin saber que su hijo sería la víctima mayor de una simple tradición que no estaba hecha para él.

El prometido regreso está aquí.

The Bad BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora