Capítulo 12

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    Levy era por mucho un claro dolor a la vista; a Natsu le daba pena verla y comenzaba a creer que tenía una enfermedad que le había impedido desarrollarse después de los doce, y de sólo pensar que eso se llevaría al baile se golpeaba el orgullo, se repetía a sí mismo que todavía estaba en tiempo de darse la media vuelta e irse, pero vacilando la encontró y ya no tuvo el tiempo de meditarlo tanto, sólo daba por hecho que no lo hacía por Lucy, lo hacía por su madre y por Lissana, lo hacía por el hecho de apreciar cuando les dijera que iría al baile; su madre seguro comenzaría a tenerle la fe de verlo en sus antiguas percepciones y Lissana sólo se pondría feliz de saber que puede seguir siendo él.

    Con cada paso que el Dragneel daba, la diferencia de alturas se hacía más palpable y estaba comenzando a arrepentirse; si se ponía a su lado pensarían que era su hermana, si se tomaban una fotografía parecería que le habían amputado las piernas y si bailaban la gente creería que le estaba haciendo un oral a plena vista, donde la viera ella era todo un fracaso como cita para el baile, entonces entendió que de no haber obligado a Lucy para que lo obligara a él: ella no conseguiría pareja para el baile, un extraño sentimiento que sabía a lástima empezó a agobiarlo e hizo llamar la atención de la peliazul  tocando su hombro. Ya no había vuelta atrás.

—¡Natsu! —su sorpresa era obvia y se veía demasiado extasiada para su propio gusto. 

—No te hagas ideas, Lucy me lo ha pedido, eso es todo —Levy entendía que Lucy podía provocar eso en él, pero en ese momento no se permitió razonar el hecho de que la rubia siempre le ganaría en terrenos Dragneel, sólo se entregó a la oportunidad que el poder le había entregado en charola de plata.

—Estoy encantada de ir contigo al baile, Natsu.

—Yo no, para mí es un completo fastidio y espero que entiendas que no eres de mi agrado.

—¿Qué tuvo que hacer Lucy para que aceptaras: te dejó tocarla, te pagó... —dejó la pregunta inconclusa flotando en el aire, levantó el rostro para ver directo las facciones de Natsu buscando una reacción a su juicio y negó—, te ofreció sexo?

—Eso es algo que no sabrás y que en realidad no te concierne, la condición fue sólo una y ya está aclarada.

    Levy no preguntó nada, se sentía poderosa y entendió que todo iba acorde ella esperaba; Lucy iría al baile y no podría ir con Natsu porque él iría con ella, solo faltaba que su hermano se incluyera al círculo para dejar que las cosas fluyeran por sí solas y todo estuviera a su favor, la naturaleza era fuerte y sin esforzarce mucho ella tendría aquello que empezaba a pasearse por sus pensamientos: Natsu y Lucy, destruidos.

    Tal vez Natsu no lo sabía, pero estaba empezando a caminar con los ojos cerrados hacia el acantilado al aceptar la propuesta de Lucy, y Lucy, sin saberlo estaba levantando un fuerte que la ayudaría, sólo que para eso, Levy esperaba que todo siguiera un curso y la rubia dejara todo para salvarlo.

—Te mantendré informado del baile, te divertirás.

    El Dragneel asintió muy en contra de su voluntad y se fue sin darle la oportunidad de humillarlo, aunque por dentro él se sentía usado y minimizado, su consuelo era que Lucy jamás le echaría en cara o se burlaría de él por rebajarse.

    Mientras Natsu se iba, se preguntó por quinta vez si eso era lo correcto; si la clave para demostrarse que podía ser sociable y que el antiguo Natsu no había muerto fuera venderse para un estúpido baile.

—¡Natsu! —y ahí estaba el mayor de sus problemas hablándole sin saber que él la había salvado de todos sus prejuicios.

—¿Qué?

—Te he estado buscando para pedirte perdón, sobre ya tú sabes... —¿qué si él odiaba que vacilaran? Lo detestaba y lo enfurecía, no entendía cómo a la gente le encantaba hacerle perder el tiempo a otra con cosas inconclusas en vez de ir directo al punto, lo enojaba, y después de haber tenido una corta platica con Levy, Natsu estaba seguro de que no podía seguir soportando niñitas tontas que su máxima admiración era algo estúpido como el baile.

—Perdonada, ahora vete antes de que me arrepienta de aceptar llevar a Levy a ese tonto baile.

    Lucy se veía hermosa esa mañana. Su alarma no había sonado a tiempo, por lo que no había alcanzado a maquillarse y tampoco plancharse el cabello como siempre habituaba; se le notaban los poros, se le marcaban las venas como arañitas en el rostro y parecía tener la melena de Tarzan, pero aún así era hermosa para los ojos de Natsu, quien no había pasado por alto sus inusuales características que no solía mostrar. Y aún así, más hermosa se vió cuando le sonrió a él totalmente agradecida; no quería ilusionarse con la actitud tan inestable del Dragneel, pero se dio así misma el privilegio de dudar si lo había hecho por ella.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? —le preguntó y de inmediato notó lo malagradecida que había sonado, le sonrió nuevamente para apaciguar las cosas; sabía de antemano que el enojo de Natsu era tan sensible como una bomba activada—, estoy encantada de que hayas accedido, te debo una muy grande, pero no lo entiendo.

—Lo hago por cobrarte el favor, no creas otras cosas —Natsu hizo un ademán en despedida y se fue a clase.

    A la hora del Almuerzo Lucy buscó a Sting por la preparatoria, y cuando lo vio en la cafetería pasó por enfrente de él como si esa no fuera su intención; meneó un poco sus caderas y dejó su postura recta, si bien no llevaba maquillaje y su cabello era un asco, pero ese día especialmente se sentía segura y dominante. Sting fue rápido en centrar su atención en ella:

—¡Lucy! Te estaba buscando.

    Listo, ya lo tenía.

The Bad BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora