Capítulo 5.

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    Al despertar, Natsu no tuvo remedio alguno más que tomar el autobús a temprana hora rumbo a la escuela, pues esa misma madrugada un contratiempo había hecho que no llegara a tiempo a con Gray, donde compraría el repuesto de sus neumáticos seminuevos.

    Una vez en el instituto, llegando más temprano que de costumbre, el Dragneel fue a la biblioteca a visitar a su madre adoptiva, pues odiaba el hecho de tener veinte minutos en un plantel donde efectivamente no tenía amigos ¿qué haría sino; esperar sentado en su asiento a que la clase comenzara, caminar como mediocre por sus alrededores, buscar a su vecina y recomendarle pastillas efectivas para el suicidio? Lissana era mejor opción que cualquier cosa que se le pudiese ocurrir en ese momento y aparte, quería muy engreídamente que lo felicitara por su labor de acomodar la biblioteca cuando ella lo necesitó.

—Hijo, parece que a alguien le sonó tarde la alarma —rió ella en cuanto lo vió, llegando temprano.

—¿Tarde? Sonó veinte minutos antes.

—Digo tarde porque, después de tres años ha sonado y has llegado a tiempo, se tardó un poco, ¿no crees?

—Vieja, hoy no. No dormí y, tu humor súper blanco lo veo negro.

—¿Mi hijo que por las noches roba autos y que en las madrugadas asalta personas no durmió esta noche? No imagino lo que pasó...

—Lucy Heartfilia ebria en la banqueta de mi casa, eso pasó.

—¿Heartfilia? Creo que en primer grado hay...

—Una niña insoportable a la que le gusta ser el centro de atención siempre, es mimada, malcriada, un dolor insoportable, un grano en el culo...

—Wow, alto ahí jovencito —lo interrumpió Lissana sin ocultar una gran sonrisa, entonces Natsu recuperó la compostura de siempre. De un momento a otro pasó de ser un niño quejándose de cualquier detalle a ser un adulto al que le podía pasar por enfrente el fin del mundo y seguiría con esa actitud pacífica, calmada y que nunca mostraría una mueca en su hermoso rostro—. ¿Qué hizo esa chica para ponerte así?

—No sé pero no me importa mucho, fue algo de sólo una noche.

—Lo dices como si se hubieran enrollado —dijo Lissana y ese fue un comentario que tuvo un doble filo para Natsu ¿qué si se habían enrollado? Tal en un mundo poco alterno lo hicieron pero, ¿qué harían ahora? Ya todo era cosa del pasado y cada uno debía volver a su rutina en la que hacía mucho tiempo excluyeron del otro; ella volvería a ser un accesorio de alguien con una autoestima baja en busca de verse poderoso ante todos y él probablemente seguiría leyendo libros en la hora del almuerzo frente a la cansada mirada de Lissana.

    Al pasar pocos minutos, Natsu decidió que era hora de salir de esa biblioteca que lo hacía pensar debido al silencio y fue a los ruidosos pasillos que lo molestaban. Y para llegar a esa conclusión, sólo hizo falta que pensara en su radiante vecina que llegaba siempre a la escuela luciendo como en una alfombra roja, o tal vez no tan exagerado, pero a diario sacaba un conjunto cada vez más empleado que el anterior y él lo notaba, no sabía si porque al igual que él ella siempre llegaba tarde o porque sin desearlo, su mirada escapaba sin falta a donde ella iba.

    ¿Qué si había pasado de la noche a la mañana esa involuntaria costumbre? ¡Para nada! El Dragneel muy dentro de su frialdad e ignorancia, no pasaba por alto el físico de su vecina así como ella de él; con su sobresaliente altura, su cuerpo musculoso y fibroso, teniendo músculos donde se ocupan y en la cantidad perfecta, su cabello alborotado jamás peinado, su bronceado a tono y sus impecables pecas, más sus ojos jade a juego con su perfecto rostro que denotaba la belleza de los griegos, Natsu no era sólo el favorito de Lucy, también de todas sus otras compañeras que sin dudarlo se aventarían a las garras del lobo con tal de que este mismo las alabara por un segundo como su elixir de vida. Por un segundo, querían ser el aire que hacía que Natsu siguiera deleitando la vista del mundo.

—¡Joven Dragneel! ¡Joven Dragneel!

    ¿Odiaba Natsu que las personas gritaran? ¿Lo odiaba lo suficiente para recriminarle a quien gritaba y más aún, su nombre?

    Volteó no queriendo, siendo evidente con que ese llamado no era de su agrado y desde ya, había colgado en su frente un letrero repelente a lo que sea que la rata esclava de Lissana le dijera o pidiera.

—¿Qué?

—Bueno, soy parte de la sociedad de alumnos y para el baile de bienvenida de primer grado tenemos planeado...

—¿Qué ocupas?

—Pues eres muy popular y me gustaría que fueras conmigo.

—No iré.

—Pero si llegas a ir, eres al único al que conozco y ya sabes, es el baile...

—No te alteres, no me conoces y si yo por alguna extraña razón llegara a ir, no sería contigo...

—¡Oye!

—Nada de "oye", no me molestes.

    Y se fue, se fue de Levy quien desde que lo vió había quedado cautivada con su apariencia exótica y más aún cuando preguntándole a Lissana, supo que era un lector nato y un genio prometedor. Ella había quedado fascinada, había dado un flechazo en él pensando que era un poco como ella.

   Entonces, mientras él se iba y ella sólo observaba su espalda fibrosa seguir por el pasillo, miró en cámara lenta cómo Natsu rompía su compostura inquebrantable para dirigir sus ojos a la irritable Lucy Heartfilia que hablaba animadamente con Erza; una tipa de igual o peor reputación que la suya. Vió a Lucy perfecta a la vista, llamando la atención siempre de todos los hombres incluyendo a Natsu, acaso, ¿ese era el tipo de chica para Natsu Dragneel? Con sus faldas cortas y sus escotes abiertos. ¿Acaso alguien del nivel de Natsu se guiaba con la poca mujer que era Lucy?

    Volvió a verlo, y vió con antelación cómo la miraba embobado, dirigiéndole su completa atención cuando a ella no la había visto ni cinco segundos y si lo hizo, fue sólo para rechazarla.

    Y para complacerse así misma, se dió la media vuelta y buscó a su hermano, la reciente debilidad de Lucy.

The Bad BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora